“Yo me imagino que el Conurbano puede convertirse en Badalona, un municipio en las afueras de Barcelona”. La frase la pronuncia un alto funcionario con despacho en la Casa Rosada. Es miércoles a la tarde. Acaba de publicar en la carta semanal interna a la Jefatura de Gabinete datos que lo entusiasman sobre la evolución de los créditos hipotecarios; mira con entusiasmo la recuperación de la industria que se suma al auge del campo, pero una realidad se le impone: lo que dice el Excel no se siente en las calles del Gran Buenos Aires, donde se define la próxima elección legislativa.
Badalona fue durante el siglo XX uno de los polos de la industria textil en Europa. Hoy, si bien aún se dedica a la confección, se reconvirtió en una ciudad de servicios y negocios vinculados con el turismo. “Sabemos que estamos saliendo de un año recesivo y que ese crecimiento les va a llegar a algunos antes que a otros”, dice el hombre que una vez por semana se reúne con el presidente Mauricio Macri. “Y también sabemos que si la economía el año pasado cayó en promedio 2,6%, en el Conurbano esa caída fue de más del 5%”, analiza. Pero sin embargo, hace un diagnóstico crudo sobre las ramas industriales textil y de calzado, que sostuvieron en la última década el empleo en distritos como La Matanza, San Martín o Berazategui, y que aún no tienen números positivos: “Hay sectores que deberán adaptarse a la nueva economía: ¿por qué los argentinos tienen que pagar la ropa más cara?”, desafía, y sorprende: “¿Sabés quién era el principal defensor de la apertura de la economía? Alfredo Palacios”.
La llamativa cita al histórico legislador socialista anticipa el debate que impulsará la Casa Rosada tras las elecciones, y que empezará a dirimirse el domingo que viene: ¿cuán abierta o protegida, subsidiada o competitiva debe ser la economía argentina? ¿Qué grado de reformas laborales se está dispuesto a aceptar? ¿Cuánto se avanzará en el tabú de los cambios previsionales? Un dato: aunque sin apuro, el caso que se toma de modelo para el régimen jubilatorio es el Pacto de Toledo, con el que España regló la seguridad social en los 90. “Con sistema de reparto; nadie tiene sistemas privados salvo Chile, Perú o El Salvador”, aseguran.¿Una guía de lo que viene?
Europa, Europa. El Viejo Continente también debería ser una vidriera para el Gobierno en materia regulación de oligopolios. Allí, la Comisión Europea suele sancionar desde telcos hasta Google. De hecho, el buscador era objeto de dos investigaciones en nuestro país en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia que preside Esteban Greco, hasta que las trabó con una cautelar que le otorgó en diciembre un tribunal comercial.
Sin embargo, la mayor prueba para el “país competitivo” que dice promover la Casa Rosada será cómo se trate en ese organismo la fusión de Cablevisión con Telecom, que da nacimiento a un nuevo monstruo de las comunicaciones. El funcionario de la Casa Rosada da algún indicio de lo que piensan allí, al menos desde el punto de vista técnico (la política puede resolver con otros sentidos): “El precio de nuestra telefonía celular no es tan caro respecto del resto del mundo; pero los servicios de internet son un poco más altos; y sobre todo el servicio de televisión por cable es muy caro respecto de otros mercados”. Interesante reflexión ahora que tal vez se empiece también a cobrar un plus por el abono del campeonato de fútbol.
