Mauricio Macri se entrevistó en cuatro días con los presidentes de México y de Perú, y con el Emir de Qatar. Dedicó también una hora a conversar con Marcelo Tinelli, algo que indignó a muchos periodistas que dijeron que banalizaba la política.
Una vez más, los analistas anticuados se dedicaron a lo que llaman "banal" y se olvidaron de analizar las visitas de Estado, que ellos mismo creen trascendentes. El círculo rojo se aleja cada vez más de la realidad repitiendo costumbres y conceptos añosos.
Durante esta década, algunos periodistas fueron mis consultores infalibles: lo que decían que la gente quería y lo que anunciaban que ocurriría, era precisamente lo que la gente rechazaba y lo que nunca iba a ocurrir.
Su metodología los llevó a cometer muchas equivocaciones. En 2005 bautizaron a un evento intrascendente como “el salto del bache”, inmortalizándolo gracias a su crítica desproporcionada. En 2007 quisieron que Macri fuera candidato presidencial del peronismo disidente porque suponían que no tenía ninguna posibilidad de ganar la Jefatura de Gobierno. Cuando en 2009 el PRO apoyó a Francisco de Narváez para la diputación por la Provincia de Buenos Aires, dijeron que era imposible que derrotara a la lista de Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. En cuanto ganó De Narváez, anunciaron que había terminado la carrera política de Cristina y que el matrimonio K se fugaría a Venezuela. En 2011 presionaron para que Macri dejara la Jefatura de Gobierno y fuera candidato testimonial a la Presidencia. En la última campaña, el corazón más rojo de círculo rojo pidió que María Eugenia Vidal, una candidata a la que calificaban de inviable, cediera su lugar a Sergio Massa para lograr un acuerdo. Nunca acertaron en nada.
En las últimas semanas, esos mismos periodistas critican la comunicación del gobierno, magnífican la reunión con Tinelli y dicen que fue un grave error. Siempre saben lo que hay que hacer, aunque no mencionan el respaldo académico ni los datos concretos que respaldan su hipótesis.
Cuando consultamos los resultados de las investigaciones empíricas, vemos que la realidad es otra: la mayoría de argentinos se burla de las costumbres anticuadas. La reunión con Tinelli no fue una “cumbre”, sino algo gracioso, sin tanta trascendencia. Les gusta tener un presidente que no huele a naftalina, que se presenta como un ser humano normal y que trabaja para conseguir su bienestar.
Investigaciones de diversas fuentes coinciden en que Macri tiene un apoyo inusual y ha provocado una ola de optimismo a pesar de las medidas económicas que tomó. En una encuesta realizada por IPSOS en 24 países del mundo, preguntaron a los encuestados si estaban o no de acuerdo con la frase “el principal líder político de mi país debería ser removido del poder junto con el gobierno que preside”. En promedio, el 54% estuvo de acuerdo con este enunciado con mayor o menor intensidad. En el continente, quien apareció con mayor rechazo fue Enrique Peña Nieto: el 83% dijo que quería que se vaya. Los siguientes en la lista de impopularidad Fuego Temer en Brasil con 64%, Santos en Colombia con 63%, el presidente de Perú con 58%, Bachelet con 54% y Hollande de Francia con 56%. En Estados Unidos, el 56% de los ciudadanos quiso que Obama se vaya. Los que tienen menor rechazo son los de Rusia y Argentina con 25%.
Es llamativo que Mauricio Macri tenga las mejores cifras del mundo, aunque está en un momento complicado de su período. En una investigación de la Universidad Torcuato Di Tella, el índice de “confianza pura” en el gobierno sube perpendicularmente desde el segundo semestre de 2015 hasta el primer semestre del 2016. Las actuales cifras son las mejores desde 2002. Podríamos mencionar datos concretos de otras investigaciones que confirman que los argentinos tienen esperanza y respaldan a su presidente. No hay ningún dato empírico medianamente serio que diga lo contrario. ¿Será acertado decir que se equivoca tanto el gobierno o será que tenemos un círculo rojo demasiado vetusto que necesita renovarse?
*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.