Barack Obama conoció a George W. Bush en 2004. El encuentro se produjo en la Casa Blanca, bajo el mandato de Bush, y el propio Obama lo reveló en La audacia de la esperanza. El recuerdo sirve para observar el buen trato que se dispensaron y señalar las (pocas) diferencias que tuvieron.
—Tenés un futuro brillante –dijo Bush–. Muy brillante. Pero llevo tiempo en esta ciudad y puede ser muy dura. Cuando llamás mucho la atención, como lo hiciste vos, la gente empieza a ponerte en la mira (...) Todo el mundo espera que tropieces, sabés lo que quiero decir. Así que caminá con cuidado.
—Gracias por el consejo, señor presidente.
El actual presidente utilizó ese diálogo para comenzar el capítulo de su autobiografía titulado “Valores”, donde adelantó lo que vendría. “Los demócratas se sorprenden cuando digo que no creo que Bush sea una mala persona y que creo que él y los miembros de su partido tratan de hacer lo mejor para el país. (...) Todavía veo posible hablar con esos hombres y mujeres y comprender sus motivos y ver en ellos valores que comparto.”
Cuando la estrella que había encendido la obamamanía se apaga con cada muestra de continuidad que se observa en las políticas que había iniciado Bush, es bueno releer los gestos que el propio demócrata anticipó.Por lo visto, en materia de seguridad no hay diferencias entre los últimos máximos líderes de los Estados Unidos. “Reconozco que incluso el presidente más sabio y el Congreso más prudente tendrían problemas para equilibrar las exigencias de nuestra seguridad colectiva y la necesidad de mantener nuestras libertades civiles”, completó Obama en aquella autobiografía publicada en 2006.
Es que algunos ejemplos parecen demostrar que Bush aún se mantiene en el poder. La Patriot Act fue sancionada luego del 11-S pero es en el actual gobierno donde se utilizan sus resortes legales para lograr el más grande escándalo de espionaje interno de Estados Unidos, con la intervención de millones de llamadas telefónicas, cuentas de mail y escuchas a periodistas y opositores.
Obama también profundizó la utilización de aviones no tripulados drones para realizar acciones encubiertas en cualquier lugar del mundo, matando enemigos y violando la soberanía de otros países a pesar de que fue una estrategia que había imaginado Bush cuando fundó su doctrina de “guerras preventivas”.
Y fue el mismo Obama el que anunció el cierre de la cárcel de Guantánamo como una de sus medidas más rutilantes en el primer día de su gobierno criticando la tortura que la administración anterior había autorizado. El presidente promedia su segundo mandato pero la prisión y las prácticas non sanctas de obtener información se mantienen.
No es la primera vez que un demócrata y un republicano se pasan la posta para que nada cambie. En Legado de cenizas, la historia de la CIA, Tim Weiner demuestra que John Kennedy profundizó las acciones secretas que había iniciado Dwight Eisenhower y Bill Clinton continuó el camino de Ronald Reagan. Cuando Estados Unidos está en guerra, no hay diferencias en la Casa Blanca. Y la Casa Blanca siempre está en guerra.