Los políticos argentinos harían bien en leer Anatomía de un instante, de Javier Cercas. Se trata de una investigación/ensayo/crónica que gira alrededor de lo ocurrido el 23 de febrero de 1981 en Madrid, a las seis y veintitrés de la tarde, momento en el que el teniente coronel Tejero irrumpe en el Congreso al frente de un comando de guardias civiles y, a punta de pistola, obliga a los diputados a tirarse al suelo. Pero no todos acatan la orden y hay tres que se resisten a esconderse debajo de sus bancas. Son Adolfo Suárez, el jefe de Gobierno; el general Gutiérrez Mellado, su hombre de confianza, y Santiago Carrillo, el histórico líder del Partido Comunista. Para Cercas, ese acto de coraje compartido en oposición a la sumisión o la indiferencia de sus pares es, mucho más que una casualidad, el símbolo perfecto de la alianza que permitió la llamada transición española, el proceso político que llevó a España de la cerrada dictadura franquista a la democracia plena en menos de tres años.
En Soldados de Salamina, una exitosa novela publicada en 2001, Cercas se había ocupado de otro instante. Durante la Guerra Civil, un soldado republicano deja escapar, y le salva así la vida, a Rafael Sánchez Mazas, un hombre de la Falange española muy cercano a Primo de Rivera. Hay un claro punto de contacto entre los dos sucesos cuya clave es alguna forma de coincidencia o de colaboración entre contrarios, pero esta vez se puede llegar mucho más lejos en la interpretación y Cercas, que se proponía escribir una novela sobre los sucesos del 23 de febrero, decide que el formato de no-ficción es más apropiado para dar cuenta de lo aparentemente inexplicable. De hecho, si algo queda claro en Anatomía de un instante es el proceso por el cual Suárez y Carrillo se remontaron sobre sus orígenes irreconciliables para apoyarse mutuamente. El estilo de Cercas es ameno pero paquidérmico, o más bien rumiante: cada capítulo avanza a partir de una exhaustiva digestión del anterior. Pero no hay duda de que es claro, clarísimo. Por eso es una lectura recomendable para nuestros confundidos políticos. Especialmente los de la oposición.
Al día de su sorpresivo nombramiento por el rey, Adolfo Suárez (1932) era apenas un oscuro y obediente funcionario del franquismo, un arribista de provincia que no sobresalía por sus dotes intelectuales. Santiago Carrillo (1915), a su vez, fue en el exilio y en la clandestinidad el tozudo jefe de una fuerza estalinista, tan vertical y tan dogmática como la de Franco. Sin embargo –y Cercas lo cuenta muy bien–, Carrillo comprendió rápidamente que no habría democracia en España sin monarquía y Suárez, que no habría democracia sin comunistas. La renuncia de un bando al leninismo y del otro a la proscripción de su principal adversario fue la llave que destrabó definitivamente las reformas que llevarían a España la prosperidad económica y a saltar políticamente del Medioevo al siglo XX.
Pero ¿qué tiene que ver esto con la Argentina? Creo que la política argentina adolece de una enorme dificultad de pactar y de ceder. No hablemos ya del kirchnerismo, cuya rigidez constitutiva convierte cualquier señal de apertura en una burla y en una mentira. Pero la oposición tampoco aprende que existe algo más que liquidar a los adversarios y no logra articular así lo único que permitiría salir de esta situación insostenible: un acuerdo por el cual se impidiera la repetición del mayor problema que ha tenido el país desde la vuelta a la democracia. Es que, a toda costa, hay que evitar que en el futuro existan sólo gobiernos demasiado débiles o que intentan quedarse en el poder para siempre. Hay bastante para imaginar y mucho para conceder en ese camino que, como sucedió en España, se reforzaría adecuadamente con una base de coincidencias económicas y sociales. Es cierto que, como muestra Cercas, a pesar de que Suárez y Carrillo fueron (y no sólo frente a las armas golpistas) los más lúcidos y los más valientes de entre sus pares, sus carreras políticas declinaron muy pronto. Pero no está mal que los políticos aprendan no sólo a negociar, sino también a retirarse.
*Periodista y escritor.