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la desquiciada guerra con carrio

‘Bombita’ Lorenzetti implosiona la Justicia

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Con Garavano. Lorenzetti, el jueves en una charla junto al ministro. | Twitter Garavano
Como el ya mítico personaje de Darín en Relatos salvajes, el presidente de la Corte Suprema parece estar a punto de explotar. La escalada sin fin ni límites del choque de trenes con Carrió lo desquicia. Su postura pública atildada, diplomática y serena contrasta con reacciones más volcánicas e intemperantes puertas adentro del cuarto piso de Tribunales (este diario puede dar fe de ello), pero su sangre italiana ha alcanzado últimamente un punto de hervor nunca antes visto.

No se trata aquí de brindar asesoramiento psicológico a Lorenzetti. Más bien se intentará desentrañar por qué se pretende instalar como una mera guerra político-personal un conflicto institucional muy grave, con alto impacto en los tres poderes del Estado. Y con la ingenuidad o complicidad de varios influencers comunicacionales.

Vayamos por partes. Desde que Cambiemos llegó al poder, Carrió buscó consolidarse como reserva moral de la República, con la innovación que lo hace desde el oficialismo. Como siempre, construyó un ejército de enemigos. Entre ellos, Lorenzetti y Angelici (presidente de Boca y amigo de Macri), a quienes apuntó por su supuesto control sobre la Justicia.
Ese tono de las denuncias de Carrió contra Lorenzetti es político. Igual que decir que busca ser Presidente de la Nación. El problema es que a eso le sumó lisa y llanamente la imputación de delitos penales, como los vinculados a corrupción. Y nada menos que en la mesa de Mirtha, donde se rodeó de un aura de infalibilidad denunciadora (como suele hacer cuando elige dónde hablar) que la historia demuestra frágil: tuvo muchos aciertos y varios de-saciertos, algunos de ellos resonantes.

Cual vodevil, Lorenzetti respondió con una carta documento para que se rectificara. Ella contestó con un fulminante pedido de juicio político ante el Congreso, por una veintena de cargos. Y él replicó con otra carta documento, como amenaza del inicio de un juicio civil por daños y perjuicios.

Hay un entramado complejo detrás de este reality de dislates. En vez de “carpetazos”, se tiran con causas judiciales. Da la casualidad que justo ahora exhumaron un expediente cerrado contra Carrió, por presuntos nexos con una empresa gasífera chaqueña. Los responsables fueron los camaristas federales Eduardo Farah y Martín Irurzun. El sinuoso Farah (que tuvo la fortuna de actuar en las dos salas de la Cámara) brindó apreciados servicios al kirchnerismo como ahora lo hace con el macrismo. Irurzun fue potenciado por Lorenzetti en la estratégica Dirección de Captación de Comunicaciones. Dicho en criollo: maneja las pinchaduras de teléfonos, con orden judicial, por supuesto.

A lo largo de su largo “lorenzettismo”, el re-re-reelecto presidente del máximo tribunal del país cosechó ciertas enemistades. Por eso se sumó con entusiasmo a Carrió la reina de Comodoro Py, María Romilda Servini. Tras la acordada que avaló el tope a la edad activa de los magistrados y el desplazamiento de su hijo del Consejo de la Magistratura (órgano que compite con la presidencia de la Corte en el manejo de fondos judiciales), Servini se despachó en PERFIL contra Lorenzetti, acusándolo de presionar a los jueces.

Ninguno de estos entuertos, profundos, mereció la reacción formal de la Corte Suprema. Curioso, si se tiene en cuenta que hace unos años, con otra composición, emitió un comunicado de apoyo a Zaffaroni por el escándalo de los prostíbulos que funcionaban en departamentos de su propiedad.

Sí hubo, en cambio, cruces informales en el cuerpo rector del Poder Judicial, donde empezó a cundir el recelo de que el barro empiece a salpicar la imagen de toda la Corte. La vice Elena Highton no se anduvo con vueltas cuando Lorenzetti volvió a reclamar apoyo: “No jodas más con Carrió, que es un tema tuyo y no nuestro”, le espetó en una reciente reunión de acuerdos de los martes. Carlos Rosenkrantz aún no blanqueó que la diputada quiere usar un libro que él prologó, sobre la cosa juzgada fraudulenta, para intentar reabrir una causa rápidamente cerrada en primera instancia sobre el presunto enriquecimiento ilícito de Lorenzetti, sin que el fiscal hubiera apelado.

Tuvo el titular de la Corte algo más de cobijo en Horacio Rosatti, sobre el que Lorenzetti y su equipo comunicacional insisten en sospechar de operaciones de todo tipo, con la aparente intención de quedarse con la presidencia del tribunal, lo que estará en juego recién a fines de 2018. Rosatti, a pedido de su cuestionado colega, aceptó dar una inolvidable entrevista conjunta a Clarín, que se publicó el domingo 16. Allí se destilaron jugosos mensajes. Uno fue para que Lorenzetti asumiera su soledad: delante de él, Rosatti le dijo tres veces a Clarín que “le dará un abrazo” a Carrió si la ve, por cuánto la valora desde que se conocieron en la Convención Constituyente del 94. Otro fue para ella: sostuvo que no la ve ni habla con Carrió desde hace dos años, por lo que mal puede haber llegado a la Corte de su mano. Y un tercero para el Gobierno: ya no hay un solo interlocutor en la Corte, sino cinco. Ciertos fallos divididos recientes, como la prisión domiciliaria a un represor anciano y enfermo, ratifican esa idea de un cuerpo colegiado en movimiento.

Se sabe que en la Casa Rosada, como en el círculo rojo de los ámbitos jurídicos, se tomó nota de estos tiros por elevación. A Macri no le interesa que este escándalo crezca, porque puede afectar su gobernabilidad. Pero mientras su operador Pepín Rodríguez Simón contiene a Carrió (aunque no filme más videos con ella), su ministro de Justicia Germán Garavano se contactó en la semana con todos los integrantes de la Corte y compartió una conferencia en la Cancillería con Lorenzetti y Stolbizer, a la que la prensa no pudo acceder en teoría por pedido del juez.
Esto no termina acá. Ni bien.