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Panorama // Cambio en la region

Brasil y Colombia unen sus fuerzas

Brasil, Colombia y Perú firmaron en Leticia, Colombia, el domingo pasado un acuerdo militar y de seguridad para controlar las fronteras y ríos de la Amazonia que comparten. El acuerdo tiene en mira al narcotráfico, el contrabando de armas y explosivos, y “otras acciones delictivas”, en obvia referencia a la acción guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

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Brasil, Colombia y Perú firmaron en Leticia, Colombia, el domingo pasado un acuerdo militar y de seguridad para controlar las fronteras y ríos de la Amazonia que comparten. El acuerdo tiene en mira al narcotráfico, el contrabando de armas y explosivos, y “otras acciones delictivas”, en obvia referencia a la acción guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Un día antes, los presidentes Lula da Silva (Brasil) y Alvaro Uribe (Colombia) firmaron otro pacto de carácter estratégico-militar. Uribe anunció que Colombia pasa a integrar el Consejo de Defensa de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), una vez aceptadas tres condiciones por Lula y la mandataria chilena, Michelle Bachelet, presidenta pro témpore del bloque.
En primer lugar, el nuevo organismo de defensa se regirá por la regla del consenso; luego, rechaza totalmente a los grupos violentos, cualquiera sea su signo ideológico; por último, se deja constancia en forma explícita que sólo se reconoce a las fuerzas institucionales –tanto militares como de seguridad– consagradas por las Constituciones de los países. Al mismo tiempo, el gobierno colombiano subrayó que el ingreso de su país en el Consejo de Defensa no implica desechar alianzas militares con terceros países, en alusión al vínculo entre Washington y Bogotá (Plan Colombia).   
El viaje de Lula a Colombia fue parte de una gira regional, que comenzó un día antes en Bolivia, donde el presidente brasileño se reunió con los mandatarios de Bolivia, Evo Morales, y Venezuela, Hugo Chávez. Lula señaló, en un mensaje dirigido tanto a Evo Morales como a los líderes “rebeldes” del Oriente boliviano, que “en política, el diálogo y las concesiones no disminuyen, sino al contrario, engrandecen”. Por su parte, Chávez reconoció que “Brasil se consolida como una gran potencia liberadora y afianza su liderazgo”.
Una semana antes del encuentro de Riberalta, Chávez se entrevistó con Uribe cerca de la frontera colombo-venezolana. Allí, ambos mandatarios restablecieron plenamente las relaciones bilaterales, que estuvieron al borde de un choque bélico hace sólo cuatro meses, tras la intervención del ejército colombiano en territorio de Ecuador, cuyo saldo fue la eliminación del guerrillero de las FARC, Raúl Reyes.
Los acuerdos de Leticia implican tres cosas: Brasil ha logrado sumar a Colombia al organismo de seguridad de Unasur; ha asumido como propias las posiciones “anti-FARC” del gobierno de Uribe; por último, la incorporación del gobierno colombiano al Consejo de Defensa le quita al organismo todo sesgo antinorteamericano.
En América del Sur hay un cambio en la relación de fuerzas.  El dato central, en términos estratégicos, es el fortalecimiento de Brasil: investment grade, récord de inversión extranjera directa (IED) e incorporación al grupo de potencias que se ha encargado cerrar un acuerdo en la Ronda de Doha de la OMC (EE.UU., Unión Europea, China, India, Japón, Australia y Brasil).
El segundo elemento es la percepción generalizada de que se ha alcanzado un punto de inflexión en el conflicto colombiano, y que se vislumbra la derrota de las FARC, lo que implicaría un acontecimiento de envergadura mundial. Y la contienda tácita por el liderazgo en América del Sur entre Brasil y Venezuela parece haber terminado con la aceptación del predominio brasileño.
La regla de los mercados es que se adelantan a las tendencias que prevén. Colombia recibió 9 mil millones de dólares de IED en 2007, que serían 12 mil millones en 2010 si continúa el actual ritmo de crecimiento. Hasta 2002, la economía colombiana nunca atrajo más de 2 mil millones de dólares anuales de IED. Todo indica que, tras la liberación de Ingrid Betancourt y los otros 14 rehenes en manos de las FARC –incluidos tres norteamericanos–, un probable gobierno demócrata de Barack Obama logrará el año que viene la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia. La importancia fundamental de los TLC con EE.UU. y la Unión Europea no reside primordialmente –al menos en su etapa inicial– en el aumento de las exportaciones. Lo decisivo es su capacidad para atraer inversiones directas.
Hace sólo dos años, las FARC controlaban los Llanos Orientales de Colombia, que junto con las selvas del sur y sudeste, constituyen la mitad del territorio, pero son habitados sólo por el 3% de la población. Los Llanos Orientales se encuentran a la altura del “Serrado” brasileño, donde se siembra y produce la soja, el primero de los commodities agrícolas del mercado internacional. 
Lo real es lo actual y lo virtual, es decir lo posible. Brasil y Colombia parecen haber estrechado la distancia entre estas dimensiones.