Cristina Kirchner lo tuvo claro desde un principio y nunca se cuidó en demostrarlo. Durante su gestión, en especial en los últimos dos años, exarcebó el “nosotros” y el “ellos”. La ex presidenta sabía que había un sector que nunca la votaría y por eso nunca le importó incluirlo en agenda. Ella gobernaba y, en especial, hacía campaña para ese núcleo duro que en su mejor momento trepó hasta el 54%. Claro, cuatro años después ese “nosotros” se achicó (por hartazgo de muchos “ellos”) y así llegó Macri a la Rosada.
Hasta la crisis de este año, que empezó en abril como una corrida cambiaria y se transformó en un cimbronazo político, Macri se sentía cómodo gobernando para su “nosotros”. Estaba conformado por esa base que le dio la victoria en 2015 y que luego se amplió en las legislativas del año pasado. El ministerio de las buenas ondas (con los brotes verdes y sus segundos semestres) parecía llegar sin complicaciones hasta la reelección presidencial. Pero en estos dos meses y medio hubo que recalcular. El peronismo vio una ventana rota y se metió. Miguel Pichetto, en una entrevista que publicó PERFIL en su edición de ayer, planteó desafiante que quiere ver cómo llega Macri a un posible ballottage en las elecciones del año próximo, si las actuales condiciones económicas se extienden en el tiempo y si la situación social se agrava.
El “ellos” para Cambiemos se agrandó y una parte del “nosotros” está desencantada. Ahora, a poco más de un año de las elecciones 2019, la estrategia oficial apuntará, en especial, a volver a sumar a esa clase media que los votó dos veces y que ya no los apoya. Las buenas ondas de la primera parte ya no surtirán efecto. Tampoco esa idea de oponerse a un “pasado decadente”. Hay que gestionar y mostrar resultados. El tiempo corre.