En algún momento, en Cambiemos tomaron la decisión de colocar la idea de “verdad”, “realidad” o “no mentir” como conceptos de imagen centrales en su modo de presentarse en campaña y luego en la gestión. Los réditos de hacerlo en el momento original eran evidentes, en tanto se expresaba como un contraste con el kirchnerismo, que ejercía, supuestamente, el ocultamiento de datos públicos como estrategia de gobierno. Verdad versus mentira, y la verdad conduciría, aparentemente, a ser todos mejores. Pero en el mundo moderno, el único ámbito en el que la verdad es realmente condición para funcionar es el sistema de la ciencia. Para todo el resto, la verdad y la mentira se adaptan a los moldes del formato de la interacción que toque en cada momento.
Cambio. El 23 de junio, Federico Pinedo mandaba “bajar un cambio” a la diputada de su propio partido Silvia Lospennato, ante un tuit de ella elogiando un artículo que era una clara y evidente respuesta a un artículo del mismo Pinedo dos días antes en el mismo medio de comunicación. En el ejercicio de Pinedo, de prácticamente mandar a callar a la diputada, no había una instancia de persecución de la verdad. Lospennato festejaba el artículo como una respuesta a “argumentos falaces” que provenían justamente de Pinedo. En solo dos días, y a través de medios de comunicación, la “verdad” era motivo de disputa entre protagonistas del espacio político que la había hecho emblema.
Para la política, la verdad no actúa como un fin en sí mismo o como el punto de partida sobre el cual se continúa el diálogo. Puede accionar en política, llevar adelante decisiones y hacer que su burocracia y funcionarios actúen bajo su necesidad. El poder no necesita de la verdad, solo de su propia creencia en la orden. El logro inmenso del movimiento feminista está sostenido en la modificación de las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, y por eso es también político. Las evidencias científicas juegan su rol en la discusión en torno al aborto, pero existen desde hace tiempo y han estado a disposición de los legisladores desde hace años. Sin el cambio político, la verdad y la evidencia no son nada más que publicaciones científicas.
A Cambiemos lo desborda por estos días justamente la verdad. El dólar furioso que se expresa incontenible casi en 30 pesos, el aumento del 2% del desempleo respecto del cierre del año anterior y una inflación cuyo número para diciembre logra representar lo que mucha gente está sintiendo: que todas estas verdades de a poco representan una especie de decadencia en el poder político del Gobierno. La economía finalmente ha dejado de ser comunicación y ha pasado a ser vida cotidiana; verdad ha sido siempre, el problema es el cambio de referencia de tiempo.
Números. La oposición hoy saborea la verdad. Los números en forma de desgracia verdadera permiten imaginar recorridos electorales alternativos a la derrota y por lo tanto, al igual que Cambiemos en 2015, la verdad pasa a ser un amigo maravilloso. Aquí queda en evidencia el juego que la verdad permite en la política, adaptándose a la batalla de gobierno versus oposición. Nunca es la verdad algo en sí mismo dentro del sistema político, sino el poder y el lado de la forma en que se esté. La verdad puede ser utilizada, en política, para hablar a favor o en contra del Gobierno. Con un ejercicio virtuoso de poder en los primeros dos años, las verdades jugaban a favor de Macri; hoy juegan todas en aumento en su contra.
El proceso que las complicaciones económicas han iniciado es particularmente discursivo. Si bien existe la necesidad de la contención del dólar y la inflación, la experiencia Cambiemos gasta energía estos días en construir explicaciones nuevas a las dificultades que sus propias verdades generan. Con las elecciones presidenciales como norte y un escenario que se muestra cada vez más abierto, la verdad se expresa como el enemigo número uno. Macri habla poco en público, sus ministros hablan poco, todos hablan cada vez menos y además van rotando en cambios de gabinete de a partes. A todos les pesa su antiguo amigo, la compleja realidad.
Con todo esto, Cambiemos y Macri pueden empezar a hacer política, la que decían rechazar, en ese espacio del mundo donde la verdad y la mentira son intercambiables. n
*Sociólogo.