Eran las 8 de la mañana del 14 de junio de 2018. El debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Cámara de Diputados llevaba casi 20 horas. En el recinto, todos contaban votos y la tendencia al rechazo parecía irreversible. En las calles, la marea verde se aglutinaba frente a las estructuras metálicas que rodean a la vieja confitería Del Molino.
A las 8:11 apareció un tuit de Sergio Ziliotto: “Junto a Melina Delú y Ariel Rauschenberger, los tres diputados nacionales peronistas por La Pampa votaremos a favor de la despenalización del aborto”. El mensaje se viralizó y el conteo, era favorable al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo.
Once meses después, Sergio Ziliotto se convirtió en gobernador de La Pampa con casi el 50% de los votos y 20 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor: Daniel Kronenberger. Su claro pronunciamiento y su rol decisivo sobre el final de aquella histórica jornada no le impidieron ganar con comodidad la elección en su provincia, un temor repetido entre varios legisladores.
Hoy nos enfrentamos a la elección más importante, la presidencial y con la mayoría de los candidatos definidos, las posiciones sobre el aborto comienzan a ser indagadas por la sociedad. Pero a medida que las candidaturas se confirman y la posibilidad de acceder al poder es mayor, las definiciones se van diluyendo en la ambigüedad y las medias tintas en lo que podría leerse como una reformulación del Teorema de Baglini.
Las posiciones sobre el aborto de los principales precandidatos son tibias con la sola excepción de los partidos de izquierda. Pero en un escenario que parece hiperpolarizarse, ambos extremos apuntan a conquistar el centro volátil, ese que, sin posiciones firmes, puede ser verde, celeste o nada.
El candidato del poskirchnerismo, Alberto Fernández, había manifestado con claridad en 2018 su posición: está a favor de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Tras la confirmación de su candidatura propuso avanzar primero con la despenalización, pero consideró que no era el momento: “No tenemos que darlo en este momento porque acabamos de darlo y está claro que en el Congreso tampoco tenemos todos los votos”, le dijo a Infobae. Macri, en cambio, se ha manifestado “a favor de la vida” aunque dio un paso positivo: habilitó el debate que se dio en 2018. Aquel gesto se diluye con la presentación del nuevo Código Penal que hizo el Poder Ejecutivo. Dicho proyecto enviado al Congreso de la Nación aumenta las penas para determinados delitos y crea figuras nuevas como la de lesiones a la persona por nacer y el aborto culposo. Así, la regresión sería a los años previos a 1921.
Las fórmulas tendrán vicepresidentes de peso: Cristina Fernández de Kirchner y Miguel Angel Pichetto acompañarán a Alberto Fernández y Mauricio Macri; Juan Manuel Urtubey hará lo propio con Roberto Lavagna. En 2018 en la Cámara Alta, tanto la ex presidenta como el senador votaron a favor de la IVE. Por su parte, Juan Manuel Urtubey consideró que hay que avanzar con la despenalización, pero sugirió una consulta popular.
Lavagna se manifestó en contra de la interrupción voluntaria del embarazo en términos personales, pero pidió que se aplique el fallo F.A.L. a nivel nacional. También restan definiciones claras de Sergio Massa. Las vaguedades que buscan un término medio están orientadas a objetivos electorales y no a resolver cuestiones de salud pública que apremian a las mujeres y por las cuales llevamos años luchando.
Cada año en Argentina cientos de miles de mujeres ponen su vida en riesgo al practicarse abortos clandestinos. Necesitamos respuestas, propuestas y políticas públicas sin los atenuantes de la estrategia electoral. La experiencia de Sergio Ziliotto en La Pampa echa por tierra los miedos infundados: la ciudadanía premia con votos las posturas claras frente a problemas que hay que resolver más temprano que tarde.
*Directora ejecutiva Amnistía Internacional Argentina.