COLUMNISTAS

Chau, Néstor

Esta es la última edición de PERFIL con usted como Presidente. Es el momento oportuno para decirle que le estoy agradecido por sus cuatro años y medio de trabajo

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ESCRITORIO PRESIDENCIAL. La foto que acompañó a Kirchner durante su gestión.

Esta es la última edición de PERFIL con usted como Presidente. Es el momento oportuno para decirle que le estoy agradecido por sus cuatro años y medio de trabajo. No creo que pueda leer estas líneas en su ajetreado último día, pero si alguna vez lo hiciera en el futuro (la ventaja de la palabra escrita es que queda), le sorprenderá recibir el agradecimiento casualmente de quien usted dijo: “No tengo nada personal contra nadie, ni siquiera contra los periodistas más críticos, pero sí tengo una cuestión personal contra un solo periodista”. Bueno, ese periodista le viene a decir, hoy, gracias.
Usted está lleno de defectos –¿quién no lo está?– y cometió muchos errores (todos los cometemos), pero el balance de sus cuatro años y medio de trabajo es positivo. Tuvo suerte: le tocaron los mejores años de todo un siglo para los países productores de materias primas. Pero la suerte puede ser aprovechada cuando la preparación se encuentra con la oportunidad, y usted estaba allí, poniendo el cuerpo cuando la mayoría de los políticos de su partido, el único que podía gobernar tras el fracaso de la Alianza, huían. O nos dejaban en brazos de una caricatura: Menem. ¿Recuerda aquella frase de Karl Marx sobre que la historia se repite, “primero como tragedia y después como farsa”?
Si alguna vez lee estas líneas, por favor no se confunda. No vaya a creer que este agradecimiento implica que dejaremos de criticarlo, a usted o a su sucesora. Y al sucesor de su sucesora, y a quien continúe a éste, mientras estemos. Para nada. Es más, quienes hacemos periodismo crítico creemos que ayudamos a los políticos a que cometan menos errores. ¿Se acuerda de la frase de Perón: “La gente es buena, pero controlada es mejor”? ¿O la de Nietzsche: “Lo que me hiere y no me mata, me hace más fuerte”?
Nosotros creemos que lo ayudamos. Yo sé que usted no lo entiende, y que pasó casi toda su vida en un lugar donde la prensa independiente es una rareza tan extraordinaria como el glaciar Perito Moreno. Pero, por su bien, ¡qué bueno sería que comprendiera que los periodistas que lo critican no tienen nada personal contra usted! Es hora, ¿no?, después de cuatro años y medio.
Mañana volverá a la misma casa que habita desde que es Presidente, pero ya no lo será usted. Su carácter crispado será el mismo de siempre, pero ojalá una cuota menor de estrés le permita ver aspectos de la vida que no pudo apreciar durante tantos años al frente de poderes ejecutivos, primero provincial y luego nacional. Que pueda comprender que una de las funciones del periodismo es criticar a los gobiernos, y que quienes así entienden su trabajo no tienen imposibilitado el sentimiento de simpatía y aprobación por los rasgos positivos del sujeto criticado. Usted era el Presidente, y nosotros, periodistas. No hubo nada personal.
Y si no lo entiende ahora, que deja de ser Presidente pero continúa en el poder a través de su esposa, seguramente lo entenderá cuando le toque ser oposición, algo que más tarde o más temprano le va a suceder, créame.
Le refresco la memoria: ¿pensaba igual del diario PERFIL de 1998, o de la revista Noticias, cuando gobernaba Menem y –como lector– gozaba usted de las críticas que le hacíamos al entonces Presidente? Sé la respuesta. Es “no”. Mire lo que es la vida: ahora Menem goza de las críticas que estos mismos medios realizan sobre su mandato.
Le pongo otro ejemplo: ¿recuerda el portarretrato de marco dorado que lo acompañó desde su escritorio en la Casa Rosada, todos los días durante los últimos cuatro años y medio? Sí, esa foto en la que está usted, con su esposa y sus dos hijos, sonrientes y felices durante unos días de vacaciones en Pinamar en enero de 1996. ¡Qué jóvenes y relajados estaban todos! No parece que haya sido hace sólo poco más de diez años. Parece que fuera hace un siglo. Claro, Menem recién había sido reelecto y su poder parecía eterno, mientras que el suyo resultaba inimaginable, pero podía disfrutar de las cosas más simples de la vida: familia, vacaciones, playa y sol.
Esa foto que usted miraba todos los días como fuente de energía, y que le resultaba aún más balsámica cada vez que los infinitos problemas que tuvo que superar al frente de la presidencia lo agobiaban, bueno, esa foto fue tomada por un fotógrafo de Editorial Perfil (Carlos Navas, compañero de José Luis Cabezas en los operativos verano en Pinamar y coautor de la primera foto de Yabrán) para una nota publicada en su ahora malquerida revista Noticias. ¿Sabe que Macri llama a Noticias “malicias”?
Claro, las cosas se ven diferentes cuando uno está en el poder que cuando no lo está. Toda la vida es otra cosa. Por eso el periodismo crítico ayuda. Por lo menos, a no “creérsela” tanto.
Precisamente, ahora que deja la presidencia, es buen momento para traerle este recuerdo. Vuelva a pensar: si les sonreía tanto a los lectores de las publicaciones de Perfil en aquel entonces, ¿por qué ahora, cada vez que aparece un periodista de la misma editorial, sólo aprieta los dientes, si somos los mismos, si hacemos lo mismo?
Y seguiremos haciendo lo mismo, sin la esperanza de ser comprendidos por cada uno que le toque ocupar el sillón que usted deja ahora. Quizá desde ese sillón nadie podría comprendernos. Esto no quita que nosotros sí podamos comprender lo difícil que es ser Presidente, más aún de una nación como la Argentina, y aún más de la Argentina postcrisis 2002. Por eso, gracias. A pesar de todo lo que específicamente nos hizo padecer a nosotros, usted le fue útil al país.