El Grupo Clarín ya no existirá en la forma que tuvo en las últimas décadas y mutará en una red de redes empresariales. El plan de adecuación presentado tras la declaración de constitucionalidad de la ley audiovisual por parte de la Corte Suprema de Justicia desborda las exigencias de la norma votada por el Congreso en 2009 y proyecta cambios radicales en la estructura corporativa del multimedios. El plan se halla en proceso de evaluación por parte de un renovado directorio de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca). Si el plan es ejecutado, el Grupo perderá rentabilidad, pero podría ganar flexibilidad y adaptación a la convergencia y digitalización del ecosistema de medios, dotando de mayor autonomía –y alivio– a su producción periodística. Sería la antítesis de lo que sostuvo el Grupo en la audiencia realizada por la Corte en agosto, que asociaba rentabilidad con vitalidad informativa.
La desagregación de las licencias actuales del Grupo en seis unidades que no podrán tener vínculos societarios entre sí tiende a la especialización de actividades por parte de un multimedios cuya esencia expansiva fue, hasta el momento, conglomeral, es decir, opuesta a la especialización. Además de las unidades incluidas en el plan, el Grupo Clarín posee otros medios que no son regulados por la norma audiovisual, como diarios (Clarín, Olé, Muy), revistas, una agencia noticiosa, portales, productoras. Su reorganización en unidades especializadas será consistente con la estrategia diseñada en el plan de adecuación, y ya comenzó. Además, su separación formal del rubro audiovisual tendría para el resto de las actividades un valor defensivo ante eventuales cambios regulatorios que pudieran cuestionar la concentración de medios gráficos y audiovisuales en una misma empresa.
Esta desconcentración es inédita en la región y enfoca la convergencia tecnológica a partir de una obligación regulatoria. En otro contexto, en Estados Unidos, Viacom y CBS escindieron las actividades de producción de contenidos audiovisuales tradicionales por un lado, y las de gestión de redes convergentes (internet y cable) por el otro. Con una lógica parecida, el Grupo Clarín propone reagruparse centralmente en dos unidades (identificadas como Unidad 1 y Unidad 2 en el plan). La primera heredará el núcleo de Artear (Canal 13, TN), Radio Mitre y otras emisoras, y con varias licencias de cable; la segunda se creará con la médula de Cablevisión y Fibertel. Si la Unidad 1 se compone de medios tradicionales, la Unidad 2 es un anfibio con vocación de avanzar en el campo de las telecomunicaciones, que es donde migra el socio minoritario en Cablevisión, David Martínez, tras la compra de Telecom Argentina. Aunque el plan no lo señala, es posible que el Grupo busque derivar la propiedad de sus redes a la segunda unidad e intente fundar un modelo de negocios que consista en alquilar esa red a cableros y proveedores de acceso a internet.
La evaluación del plan deberá tramitar la controversia por la anulación de la fusión entre Cablevisión y Multicanal decretada por el Gobierno en 2009 (tras haberla autorizado en diciembre de 2007) y negociar por la extensión de licencias de cable que Clarín propone en sintonía con las condiciones con las que opera su competencia en el mercado (Telecentro, por caso). Además, por supuesto, el Grupo deberá develar con cuál de las unidades empresariales se queda y a quiénes propone transferir el resto, en lo que conformará una división accionaria de parte de su núcleo corporativo actual.
Comparado con otras presentaciones, el plan del Grupo Clarín es respetuoso de la ley audiovisual. Pero, en un intento de hacer de la necesidad una virtud, el plan traza una estrategia que, por primera vez desde que el multimedios rompió relaciones con el kirchnerismo en 2008, mira al largo plazo.
*Especialista en medios. En Twitter @aracalacana