Eli Pariser, autor del libro La burbuja del filtro, acerca de cómo la búsqueda personalizada estrecha nuestra visión del mundo, dio una conferencia en TED explicando que “en la medida en que las empresas de internet se esfuerzan por adaptar sus servicios (incluyendo noticias y resultados de búsqueda) a nuestros gustos personales, hay una consecuencia no deseada peligrosa: terminamos atrapados en una ‘burbuja de filtro’ que nos impide quedar expuestos a la información que podría desafiar o ampliar nuestra visión del mundo, lo que es malo para nosotros y malo para la democracia.” Vale la pena ver los nueve minutos que dura el video.
Hace tres semanas, el diario The Wall Street Journal denunció que, durante los últimos dos años, Facebook mintió con los números de sus audiencias inflándolos hasta en el 80% en el caso de los videos.
Y al finalizar la semana próxima, la Comisión de la Competencia de la Unión Europea le impondría a Google una multa cercana a 3.000 millones de euros por abuso de posición dominante y desde hace varios años distintos gobiernos de países europeos obligaron a Google a pagar a los diarios de sus países compensaciones por el uso de sus contenidos. Se la llama la “tasa Google” pero fuerza a todos los agregadores de internet a compensar a los editores por el uso de sus contenidos y fue impuesto por ley en 2013 en Alemania. En Francia los medios llegaron a un acuerdo con Google, que paga 60 millones de euros. En Italia, una medida similar está en el Congreso y en España, en 2015, entró en vigencia la ley que le impone el pago de un canon de propiedad intelectual a los medios.
Mientras el Gobierno repudia a Uber, les paga publicidad a Google y a Facebook, que no pagan por los contenidos
Aislado del mundo en este aspecto, el gobierno argentino se ufana (con métricas de la propia Facebook) del eficaz uso con que realiza la comunicación oficial a través de redes sociales, por ejemplo con videos en Facebook que sustituyen las cadenas nacionales.
Hoy PERFIL publica uno de sus largos reportajes al ideólogo y conductor del sistema de comunicación gubernamental, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y una parte de la entrevista se dedicó a debatir el uso de redes sociales y la forma de comunicar de Cambiemos.
Uno de los sitios preferidos del equipo de redes sociales del Gobierno es Buzzfeed, al que Macri le concedió el reportaje donde dijo no tener ni idea de la cantidad de desaparecidos. En sus entrevistas, Buzzfeed se caracteriza por que una parte de las preguntas las realiza su propia audiencia. No sin ironía, se le pidió a Marcos Peña que, al revés, respondiera adicionalmente preguntas hechas por políticos opositores, las que fueron formuladas por Sergio Massa, Daniel Scioli y Margarita Stolbizer.
En este contexto, es simbólica la foto que acompaña esta columna, del jefe de Gabinete sentado en una máquina de linotipo que, junto con el Muro de Berlín, son dos piezas de museo que simbolizan lo que fueron en el siglo XX la comunicación y la censura, y se encuentran en distintas recepciones del edificio de Editorial Perfil. La palabra “prensa” resulta sinónimo de periodismo por el sistema de impresión vigente durante cuatro siglos, en el cual letras, primero de madera y a partir del invento de la linotipo de plomo refundible, tenían un relieve que al colocarle tinta por presión estampaban el papel.
Las linotipos permitieron que los diarios pasaran de tener dos páginas a cien, porque antes de ellas se seleccionaban las letras con relieve una por una a mano mientras que la linotipo, una especie de máquina de escribir sobre plomo fundido, sacaba líneas sólidas ya con relieve, lo que permitió el crecimiento exponencial del periodismo, que ya en la segunda mitad del siglo XX continuaron la radio y la televisión, medios que tampoco se salvan de la canibalización de sus audiencias y sus contenidos por agregadores de internet que se quedan con la publicidad sin pagar los costos de generar esos contenidos.
En Europa, la mayoría de los países obliga a los agregados web a pagar a los medios por usarles sus contenidos
El 70% de la publicidad mundial en internet lo concentran Google y Facebook. Así como hace una década la discriminación con la publicidad oficial puso en riesgo el normal funcionamiento del periodismo, y como consecuencia de la propia democracia, hoy su equivalente lo es la apropiación de la publicidad que realizan los agregadores de internet, parasitando los contenidos de los medios.
Además de la publicidad que el Gobierno le compra a Google y a Facebook, el otro efecto secundario no deseado del uso de agregadores y redes sociales para la comunicación de Cambiemos es lo que Umberto Eco, en su libro póstumo que acaba de publicarse, llamaba el cogitus interruptus, por la brevedad y carencia de ilación de los mensajes que mayoritariamente se emiten en este tipo de plataformas.
En síntesis: internet es maravillosa, las redes sociales también lo son, como cada medio de comunicación que fue creando la humanidad para engrandecer sus posibilidades de interacción. La historia demuestra que ninguno es excluyente porque cada uno tiene sus ventajas específicas para cierto tipo de mensajes: la foto es mejor que el video para moda y decoración, donde la imagen detenida con calidad permite ver mejor el detalle, los libros tradicionales les están ganando la batalla a los e-books porque para textos largos el papel resulta más placentero, y lo mismo vale para las ventajas irreemplazables del teatro, el cine, la televisión o la radio, cuyas muertes se pronosticaron equivocadamente ante la aparición de cada nueva plataforma. El mejor ejemplo es la radio, el más antiguo de los medios electrónicos: hoy aumenta la cantidad de minutos diarios en que se la consume porque el tránsito en las ciudades hizo que las personas pasen más tiempo de viaje, y la radio es el vehículo más adecuado para esa situación.