Existe un espacio difícil, y ese espacio es el de las explicaciones exitosas. No es tan novedoso el problema, porque si algo repleta el tiempo de la modernidad, es la falta de sentido, expuesto por Max Weber todas las veces que pudo. Ocurre que por momentos los casos nos exponen a volver a recordarlo y todos seguimos al segundo eterno de los conflictos públicos para ver, no quién tiene razón, sino quién logra construir argumentos más exitosos para el entretenimiento general. El caso Chocobar, la fortuna de Moyano y la difícil muerte de Débora Pérez Volpin surgen como asuntos de debate público sobre los cuales, más que la verdad, lo que se apasiona en su seguimiento son los debates y puntos de vista. Los medios de comunicación masivos son los encargados de vehiculizar este tipo de tratamiento, y allí el combate por el sentido se hace feroz.
El conflicto no persigue en realidad su solución de realidad. Algunos de los actores que se involucran en los cruces de acusaciones y opiniones comprenden perfectamente que esto no es un espacio para un ganador sobre mentiras o verdades, sino sobre confirmaciones encima de públicos preexistentes. El equipo público del gobierno nacional, es decir, aquellos que pueden hacer declaraciones a la prensa, lleva adelante una cruzada fulminante por el sentido en una variedad temática coherente e insistente. Desde el rol de las fuerzas de seguridad y su posición al defenderlas, hasta el discurso sobre la protesta social y los sindicatos, representan ideas sobre el mundo que no se dispensan a la población para hacerlas totales, sino para consolidar las propias. La defensa de Chocobar o de Gendarmería, incluso de los próximos gatillos fáciles que surjan, posee la misión de segmentar. El kirchnerismo, en cambio, quiso ser total, y eso lo pagará toda la vida. Sin embargo, hay algo más que no se deja en general claro o marcado.
Las discusiones alrededor del accionar de Chocobar exponen, en el mismo relato de defensa, un conflicto argumental. Esas contradicciones están siendo pasadas por alto y su tratamiento en la defensa del efectivo policial muestra que aquí se sobrepasa de manera ya exponencial la línea argumental para pasar a ser solo conflicto público. El gobierno nacional utiliza al mismo tiempo, intercambiándolos de acuerdo con el sujeto en cuestión, argumentos sociales e individuales. Mientras el delincuente es abstraído de todas sus condiciones de surgimiento, es decir que no se trata en ningún caso su biografía como causal de delincuencia, Chocobar es sumergido en una situación compleja de peligro que absorbería su individualidad y donde su accionar estaría dado por las condiciones del enfrentamiento. El delincuente es un individuo racional libre y tomador de decisiones; Chocobar es una víctima de las circunstancias.
El conflicto conceptual entre individuo y sociedad tiene una trayectoria particularmente importante en las tradiciones de las ciencias sociales y particularmente marcada en la sociología desde su origen. Sobre esa división de perspectivas se suman ideas económicas, legales, artísticas y políticas, siendo los partidos políticos aquellos que tienden a colocar, de acuerdo con el binomio progresismo o conservadurismo, el punto de interés en el sujeto suelto o condicionado por las circunstancias. Ahora bien, utilizar ambos al mismo tiempo podría estar exponiendo algún conflicto de profundidad y mostrando que donde debería haber doctrina, habría más que nada charla con un público amigo.
Para el público actual, la indefinición podría no ser motivo de huida de voto. Ningún partido genera audiencias masivas siendo profundo o específico. Aquí se pone mucho más el foco en la construcción de instituciones que en el acompañamiento de los electorados. Unos y otros son públicos diferentes para el sistema político, y para el gobierno de Macri y para la ministra Bullrich es evidente que se considera clave el acompañamiento de la institución policial y otras de seguridad. Ocurre para el caso que, como beneficio adicional, lo que parte de su electorado opina sobre la inseguridad es funcional a la visión sobre el acompañamiento de las fuerzas de seguridad.
El macrismo descubrió hace tiempo que el combate por el sentido se lleva adelante no solo para ganar territorios, sino también para defender los propios y sobre todo para justificarlos.
*Sociólogo. Director de Quiddity.