En el marco de los nuevos cambios sociales, económicos, culturales, ytecnológicos en el nivel internacional, regional y local, la formación docente asume nuevas exigencias que requieren un modelo formativo diferente y adecuado a las demandas actuales. Se sigue, sin embargo, formando docentes con una lógica obsoleta que no supera las dificultades del sistema, que continúa generando exclusión y segmentación en gran parte de la población escolar, y que no genera aprendizajes significativos en los alumnos.
La formación docente en la Argentina de hoy, perdura priorizando la transmisión acrítica de contenidos conceptuales escindida de habilidades prácticas, fomentando una enseñanza enciclopédica con una bajísima exposición a la práctica docente y al uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Las tendencias mundiales y regionales en materia de cambio educativo evidencian que la formación de docentes para el nivel inicial y primario de los sistemas educativos requiere un trabajo sumamente profesional vinculado también a la investigación, al menos, aplicada.
Nueva identidad. Por otra parte, la política educativa argentina a través de la Ley de Educación Nacional N° 26.206/06 y la normativa emanada desde el INFD (Instituto Nacional de Formación Docente), exige criterios y lineamientos comunes para los diseños curriculares de formación docente, que contemplan la acreditación de saberes y el desarrollo de competencias, aptitudes y procedimientos, lo que torna imprescindible un serio replanteo de los formatos de enseñanza actuales.
Es por ello que es necesario repensar la formación docente, dimensión clave para una transformación educativa superadora. Es prioritario redefinir el modelo pedagógico-didáctico vigente, para orientarlo a la formación de profesionales en educación que estén capacitados para enfrentar la enseñanza en contextos de alta complejidad y de permanente cambio. Es imperiosa una nueva identidad docente para el siglo XXI, que avance hacia la enseñanza para el aprendizaje inclusivo y efectivo de todas las poblaciones infantiles, jóvenes y adultas.
Existe en la actualidad un consenso consolidado, tanto en los ámbitos de las políticas educativas y de la gestión institucional como en el campo académico, sobre la importancia de una renovación y una recuperación de pedagogías bien definidas y operativas. Esto conlleva una nueva mirada desde un humanismo sobre la educación que permita incluir a todos, promoviendo un Aprendizaje Inclusivo y Efectivo (AIE), de calidad, igualitario, plural, libre y en diálogo con distintos contextos y culturas.
Buen docente. Es necesario redefinir la identidad y rol docente, pensar en renovados objetivos y desafíos, desarrollar nuevas aptitudes que permitan adecuarse a las nuevas necesidades y demandas formativas de la población escolar. El docente, es quien tiene un rol central y para ello es necesario desde el Estado y la sociedad brindarle un espacio, un reconocimiento, los valores y las herramientas necesarias para su labor como profesionales de la educación.
Ser un buen docente no es sencillo: debe tener un dominio experto del saber legitimado, capacidad de diagnóstico de problemáticas emergentes y capacidad de búsqueda rápida de soluciones, autonomía y responsabilidad individual sobre su tarea, responsabilidad colectiva sobre el rendimiento de cada uno de sus alumnos, de la escuela y del sistema educativo.
Además, tienen la enorme responsabilidad de formar ciudadanos en valores democráticos de respeto y tolerancia, compromiso con el otro y con el medio ambiente.
El sistema educativo actual es altamente demandante para el docente, que necesita de cada vez más aptitudes y herramientas para la solución de emergencias y para la educación de las nuevas generaciones. Sin embargo, la formación docente sigue manteniendo un paradigma obsoleto, brinda pocas herramientas para resolver los grandes y diversos problemas con los que se enfrentan los docentes cotidianamente en las aulas.
Bajo esta lógica, varios han sido los esfuerzos de reforma, tanto a nivel mundial, como local. Lamentablemente todas las acciones terminan siendo un aggiornamiento al modelo preexistente, modernizándolo con temáticas actuales, materiales didácticos o incluyendo recursos tecnológicos, pero que no logran el cambio educativo profundo, real y radical que se necesitan.
Muchas veces, también se pretende resolver todos los problemas del sistema educativo a través de la aplicación externa y universal de estándares y evaluaciones periódicas, recayendo en un nuevo positivismo, que deja de lado valores como la inclusión, el respeto a la legítima diversidad de culturas y procesos de aprendizaje y, en definitiva, una visión integral de la educación.
Es momento, entonces, de comprometerse a superar la visión clásica de la formación docente, redefinir su lugar en la transmisión de la cultura, redefinir su identidad profesional, sin perder de vista su lugar esencial en el proceso de enseñanza.
*Directora del Departamento de Educación de la UCA.