Brasil tuvo y tiene, históricamente, los mejores jugadores del globo. Casi siempre. Cuando jugaba Maradona, el mejor era él, pero ellos siempre insistieron con que seguía siendo Pelé. Maradona fue protagonista de una época más exigente que la que le tocó al brasileño.
Voy a meterme en un lío histórico. El Mundial de 1986, el que tuvo a Diego en el pináculo de la gloria, fue un muy buen torneo. Maradona se destacó en un fútbol harto exigente. Pelé tuvo su aparición espectacular en el Mundial de Suecia, en 1958. Tenía 17 años y poca responsabilidad. El peso del ataque de ese fantástico equipo recaía sobre Garrincha, Didí, Vavá y Zagalo. O Rei se consagró campeón y con 21 años jugó el Mundial de Chile, en 1962. Iba a ser “su” torneo, pero fue el de Garrincha. Pelé se desgarró y su puesto fue cubierto, y muy bien, por Amarildo. En una Copa opaca, Brasil se llevó el título de manera merecida. Pero Pelé no lo jugó. Tampoco protagonizó el de 1966 en Inglaterra, porque entre los húngaros y los portugueses lo molieron a patadas. Suficiente para que Brasil se despidiera en primera ronda.
Cuando llegó México 1970, Brasil armó un equipo raro, con un entrenador –Mario Lobo Zagalo– que había asumido poco antes del Mundial y con problemas internos que, al igual que en el 86, desembocaron en un equipo que hizo historia. Zagalo recurrió a cinco “números diez”: Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino. El “diez diez” del equipo verdeamarelho era Pelé y la rompió. El tema es que el torneo no fue bueno. Obviamente, esto es subjetivo. Pero basta con repasar el rendimiento irregular del resto de los seleccionados para determinar que no hubo buen nivel, sin que eso signifique quitarle ni un solo mérito a Brasil. Hasta 1974, el fútbol se jugaba de una manera. Había espacios y una velocidad que permitía cierta exhibición técnica. Los jugadores con enorme capacidad –como lo eran los cinco monstruos brasileños– se regodeaban ante la pesadez y la falta de recursos de quienes los marcaban. Ahí hizo la diferencia Brasil. Es más, no tenía un buen arquero (Félix era muy flojo) ni una defensa que diera garantías. Sin embargo, ganó ese torneo caminando. Ningún equipo logró vulnerarlo, pese a ciertas ventajas que dio.
A partir de Holanda 74, las cosas se modificaron para siempre. El fútbol ganó en velocidad, táctica, estrategia y riqueza intelectual en jugadores y entrenadores. Justamente, Pelé se retiró en el 74 y Diego apareció en 1976. En estos años, el “Efecto Holanda” hizo que los periodistas hablaran de pressing, “rotación”, “todo el frente de ataque”, “relevos”. Holanda vino al Mundial 78, pero sin Cruyff. Y no fue la misma. Argentina fue campeón del mundo sin Maradona. Tampoco era lo mismo. Aquel Diego le hubiese dado brillo y momentos de gran fútbol que el equipo de Menotti no tuvo. Ganó el torneo porque tenía grandes jugadores y porque la pasividad sospechosa de Perú permitió una goleada de escándalo. Con Maradona, ese equipo hubiese sido impresionante. Es incomprobable, claro. Pero estoy seguro de eso. Argentina 78 se dio el lujo de prescindir de Diego y demás está decir que él, junto a Diego, el Bocha y el Beto Alonso eran los mejores en su puesto en ese momento. Pero se ganó la Copa, la dictadura no permitía disenso y todo el mundo a festejar al Obelisco.
Maradona debió esperar mucho para que quedara claro que era el mejor. A los campeones del 78 no les gustaba mucho la idea de que “el capitán del juvenil” fuera la gran estrella del equipo. Por eso y porque creyeron que se iban a comer a los chicos crudos, perdimos el Mundial 82. Cuando le dijeron a Maradona “vas a ser el capitán, este va a ser tu equipo”, Diego fue el mejor de todos. Y lo demostró en el Mundial del 86 apretado, difícil, con equipos bien armados (Dinamarca con Michael Laudrup, España con Butragueño, Bélgica, Alemania Occidental. URSS, Brasil con Zico, Francia con Platini) y jugado a las 12 del mediodía y con altura. No tuvo la influencia que tuvo Holanda en el Mundial 74 en cuanto a revolución táctica, pero Argentina 86 fue el primer equipo post Holanda 74 que defendió con tres, usó a los laterales como volantes y puso dos puntas. Por un tiempo, algunos cuadros importantes del mundo usaron el 3-5-2 de Argentina 86.
Como Cruyff en el 74, sin Diego nada hubiese sido posible. Los grandes jugadores –y sobre todo, los superdotados como Pelé, Diego o Cruyff– son decisivos. Ningún esquema puede hacerse fuerte ni ser exitoso y revolucionario sin uno de estos futbolistas. Brasil tuvo a Pelé en el 70, Holanda tuvo a Cruyff en el 74 y Argentina tuvo a Diego en el 86. Tuvo al mejor Diego.
Ahí es donde me inclino por Diego. Maradona participó y fue sublime en un fútbol más desarrollado. Los rivales de Maradona conocían todo de Diego, lo veían por TV en el Nápoli. En Argentina se habla mucho del Santos de Pelé, pero son pocos los que lo vieron; y así como pasaba eso, tampoco lo hacían los técnicos –salvo que viajaran– que no tenían demasiada información. Tener data sobre alguien ayuda mucho.
Maradona evolucionó con el fútbol y siguió los lineamientos que tenía que seguir para superar a rivales cada vez mejor preparados. Pelé no tuvo estas dificultades.
Hay que ganar esta noche en Rosario para ir al Mundial 2010. Maradona y Pelé ya no están dentro de la cancha.
Pero es como si estuvieran, ¿no?