El peronismo tiene buena parte de su origen en la organización de la clase trabajadora.
El General, que no dejaba temas librados al azar, lo ubicaba como la columna vertebral del movimiento y nunca dejó en sus manos su conducción. El kirchnerismo, si es que realmente existe algo así, ha sido caracterizado como autoritario, déspota, violento, intolerante, antidemocrático y todo lo que a esto se parezca. Dentro de ese esquema, se suele imaginar a sus seguidores de la misma supuesta estirpe: autoritarios, déspotas, violentos, intolerantes, antidemocráticos y sus variantes cercanas.
El cierre de la vida de Néstor Kirchner y los debates sobre el futuro de su experiencia política invitan a entender y analizar el escenario que deja de ahora en más. Dentro de esas posibilidades, podría estar el de una escalada de violencia, en el que dos bandos enfrentados (kirchneristas versus sus enemigos, que nunca termino de entender cuántos son y quiénes) lleven la tranquilidad institucional hacia el desequilibrio incontrolable. Y algo de esto podría ser imaginado por lo que la “televisión pública” transmite a través de sus voceros constantes y los invitados aglutinados por la lógica consternación. De cualquier manera, éstos no dejan de ser fenómenos mediáticos, de modo que no debemos pensar que esto es la sociedad toda, ni que el kirchnerista modelo es el que se muestra en el programa de televisión de números sucesivos. ¿Qué dice la opinión pública?
Kirchner concluye su vida con un escenario de opinión pública alentador y realmente superior al del cierre del año anterior. En total, si consideramos desde diciembre de 2009 hasta agosto de este año, el crecimiento en imagen positiva fue del 28% hasta el 49%. Una escalada de esas características es realmente notable.
En nuestra última medición, entonces, nos encontramos con un escenario dividido. Ahora bien, aquella polarización entre apoyo y rechazo, ¿implicaba que se trataba de opuestos absolutos? Lo que los datos muestran es que la composición de los apoyos y rechazos no son opuestos en espejo. Por ejemplo, ante la pregunta de cuáles considera la población que son los principales problemas del país, tantos los que tienen una buena imagen de Kirchner como los que tienen una mala imagen señalan los mismos asuntos. Es decir, los que tienen una buena imagen de Kirchner no ven otros problemas que el resto, ven los mismos. Interesantísimo.
Algo más interesante muestra la evaluación de las áreas de gestión que la gente también realiza. Aquí lo llamativo ya no se trata de sin son iguales u opuestos, sino de la capacidad para evaluar en el sentido completo del término de uno y otro sector de la sociedad. En el cuadro se puede observar que aquellos que apoyan y aprueban la gestión del Gobierno nacional hacen una buena evaluación de la política en obras públicas, en temas de deuda externa, en política educativa y en lucha contra la pobreza. Sin embargo, la estimación en temas como desocupación, vínculo con la oposición, inflación y seguridad no es para nada buena, sobre todo en los últimos dos mencionados.
*Sociólogo. Director de Cuentas de Ipsos Mora y Araujo.