Hemos finalmente llegado a puerto y el tipo de cambio llegó a un nuevo récord en torno a los $ 40 , valor que el ministro (?) Dujovne consideró “excesivo”. ¡Mamita!
Para llegar al “exceso” dujovniano el (¿gobierno?) nacional tomó tres medidas claves que la economista Silvina Batakis denominó “combo explosivo” y enumeró:
Liberó la cuenta capital para el ingreso de divisas para especular. Genera volatilidad y extracción de riqueza
Desreguló el comercio internacional, máxime en un mundo de guerras comerciales. Déficit comercial imparable. No generamos dólares genuinos.
Permitió que los exportadores no liquiden las divisas en plazos administrados por el gobierno central.
Se agregan a estas tres medidas puntuales un comportamiento estructural que en estos últimos dos años y medio se exacerbó de manera inédita: la fuga de capitales o en lenguaje chic “la formación de activos externos, gordi”.
En efecto, y especialmente a los cultores de la “restricción externa” como causa de todos los males socioeconómicos les preguntamos si realmente creen que en Argentina faltan dólares. Preguntamos porque tenemos entendido que, por caso, en el lapso del desolador macriato ya se fugaron (al menos) 52.000 millones. ¿Entonces, faltan o se fugan los dólares?
Y en la base de esta megafuga hay que buscar la falta de inversión que es, a su vez, la causa de la brevedad de los ciclos de crecimiento.
En este sentido, el economista chileno Gabriel Palma llama a nuestras burguesías fugadoras “dos tercios un tercio”. Fugan 2/3 y reinvierten apenas 1/3 de sus utilidades, mientras por caso las burguesías asiáticas, reinvierten localmente –al menos– 2/3 de sus ganancias.
Surge entonces una nueva pregunta: ¿Qué economía resiste este nivel de fuga de capitales equivalente al 10% del PBI del tercer trimestre de 2017, en apenas 36 meses? Creemos que ninguna y por eso finalmente nuestras economías colapsan más allá de la mayor o menor duración del ciclo de crecimiento.
La conclusión de Gabriel Palma sobre este anunciado final es notable: la causa principal del bajo y corto crecimiento de las economías latinoamericanas respecto de las asiáticas no es económica sino fundamentalmente política y específicamente típica de la modalidad de funcionamiento del aparato estatal.
Las burguesías en Latinoamérica fugan y no reinvierten sus utilidades porque básicamente no existe sanción estatal a este comportamiento. En Asia si así lo hicieran se retira el apoyo estatal, créditos subsidiados, facilidades de exportación hasta que se cesan en su actitud o se funden.
No solo acá no hay sanción para la fuga, sino que durante el gobierno de Cambiemos se la estimuló con desregulación salvaje, como señalara Batakis.
No es extraño entonces que el escenario de aparente descontrol financiero domine el panorama y circulen todo tipo de interpretaciones. Sin embargo, lejos de toda aleatoriedad, la construcción del caos es política: es el Estado desregulador y pasivo ante la fuga el que promueve este escenario sobre el que corrían antes “ríos de tinta”, luego “horas de radio y tele” y hoy “toneladas de megas”. Pero no hay tal caos, no al menos en lo que verdaderamente importa a los sectores de poder económico. En medio del ruido de medios, los objetivos estructurales se van cumpliendo.
Por ejemplo, el cuadro elaborado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), muestra que Argentina ya descendió de la primera a la octava posición en el ranking regional de salarios mínimos en dólares (y el salario medio sigue este derrotero de manera estricta), tras la megadevaluación de esta semana, un golpe directo al bolsillo de los trabajadores.
En noviembre de 2015 –sobre el cierre del mandato de Cristina Kirchner– el salario mínimo en dólares era 589, ocupando el primer lugar en la región.
Se trata de una merma de 339 dólares en el salario mínimo vital y móvil medido en moneda dura, en solo dos años y medio, ¿no es emocionante ver lo que estamos logrando juntos, estimados lectores de PERFIL?
Y entre nosotros, el lunes llega a 45, ¿no? ¡Cambiemos!, digo ¡Compremos!
*Director de Consultora Equis.