La elección del Día de los Santos Inocentes para explorar un acuerdo que permita aislar a Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora tras los disturbios del 14 y 18 de diciembre ilustra el principal escollo del Gobierno y el PJ para alcanzarlo: la mutua desconfianza. Es lo que traba la unidad del peronismo. Particularmente del bonaerense, en la que trabaja Gustavo Menéndez, para formalizar la reincorporación de Sergio Massa y Florencio Randazzo.
Impide también avanzar en la mayor coincidencia de quienes habilitaron las conversaciones. La necesidad de interrumpir la dinámica política entre la ex presidenta y el municipio de La Matanza. Del total de votos en las legislativas, Cristina obtuvo el 42,7% en la Tercera Sección. Un tercio de ellos salió del padrón más importante de la Provincia con 1.100.000 electores.
La metodología del plan promueve controversia. Para intervenir, el PJ reclama recursos. Pero en Cambiemos hay dudas de efectuar una erogación sin garantías ciertas de que la gestión finalice con éxito. Es el resultado de la zozobra vivida para sancionar reformas previsionales en el Congreso y la Legislatura.
Solicitada a Rogelio Frigerio por Diego Bossio, la reunión del 28 de diciembre intentó vencer ese resquemor y demostrar vocación de armonía política entre el bloque Argentina Federal del diputado nacional y los intendentes GBA que controlan el PJ. Al ministro del Interior y su vice, Sebastián García De Luca, les interesó la propuesta de convertir la Federación Argentina de Municipios (FAM) en una entidad para interactuar en programas de gobierno.
Son más escépticos con la capacidad de los alcaldes para desplazar a Verónica Magario de su presidencia. La de La Matanza llegó al cargo con el respaldo de los del Interior aportado por gobernadores peronistas. El de Merlo tiene pactado encuentros la semana que viene con Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Uñac (San Juan) y Juan Manuel Urtubey (Salta).
No parece que la falta de actividad en las FAM con Magario vaya a conmoverlos si no lo hizo el reparto de obra pública. Es la idea que predomina en el Gobierno, poco interesado en un triunvirato para conducir la FAM ante la evidencia de signos de recuperación en la UCR. Solo en Buenos Aires tiene 41 intendentes sobre 19 del PRO. Al PJ le gustaría Hugo Corvatta (Saavedra) o Juan Pablo de Jesús (Partido de la Costa) en un trío compuesto con representantes radicales y macristas.
Visita. Massa juega un papel importante en ese tema. Menéndez lo visitó el 2 de enero en Pinamar. El peronismo lo compara con el pez limón. De aguas frías y profundas, su captura requiere gran pericia y paciencia. El anfitrión honró la supuesta fama. Dedicó cuatro horas a repetir críticas al Gobierno por la reforma laboral y previsional.
Tal vez por delicadeza, omitió mencionar la doble traición que atribuye a Martín Insaurralde, socio de Menéndez en el PJ. No pasarse a sus filas, como había anunciado el intendente de Lomas de Zamora, y promover la salida de 1PAIS de la vicepresidencia de Diputados para que la ocupe Marisol Merkel, ligada a Corvatta y De Jesús.
Tampoco habló del servicio prestado a Magario. Los ediles de 1País votaron con el oficialismo un aumento de tasas del 30% promedio a excepción de San Justo y Ramos Mejía, gravadas con el 40%. Es donde Cambiemos derrotó a Unidad Ciudadana. Magario justificó la inequidad del Estado en las cargas por la mayor capacidad contributiva de esas localidades. Servirá para financiar el bono extra de 5 mil pesos otorgado a los empleados municipales como regalo de Navidad: una de las tantas versiones peronistas de Papá Noel.
Massa no le contó todos sus planes. Entre ellos, la recomposición con lo que rotula el macrismo para recrear la ancha avenida del medio y vengarse de los intendentes del PJ. Precisa para eso recuperar el casi millón de votos perdidos entre 2015 y 2017. Una proeza mayor a la designación de Matías Tombolini como titular del Consejo Económico y Social porteño.
Especialmente por la presencia de Elisa Carrió como aliada de su viejo amigo Horacio Rodríguez Larreta. Para reelegir como jefe de Gobierno, es seguro que deba enfrentar en PASO a Martín Lousteau, apadrinado por Enrique Nosiglia. Coti es titular de la Comisión de Acción Política del Comité Nacional: parte de los acuerdos para unificar el radicalismo porteño en los que intervino Daniel Angelici. Parece un proceso complejo para el jefe del Gobierno sin el auxilio de Carrió, enemiga de Nosiglia y Angelici, pero también de Massa.
Algo de la impronta siciliana de Massa quedó al desnudo. Recibió a la visita en la cocina, solo con café y gaseosa. El asado prometido lo sirvió al otro día para su familia y se encargó de hacer circular esa foto. Tal vez Menéndez tenga más suerte la semana que viene si se concreta otro encuentro.
Menos complicada luce la reincorporación de Randazzo: con el 5,21% de votos en las legislativas, aguarda turno en Valeria del Mar. El ex ministro de Cristina ya conversó con Massa. Los traspiés de la política monetaria de Cambiemos como los de la última semana suelen retemplarles el ánimo.
Estado emocional compartido por una amplia mayoría peronista. Creen que un desgraciamiento del gobierno de Macri perjudicaría al de María Eugenia Vidal y los libraría de una sombra amenazante en el horizonte electoral de 2019. Sondeos oficiales de la última semana del año no abonan ese presagio. Aunque perdió 8 puntos, el Presidente conserva 50% de imagen positiva y la gobernadora, 62%.
Tal vez la mala noticia para los promotores de la unidad es que CFK conserva el 35%. Podría haber otra peor. Una investigación encargada por el oficialismo pretende determinar la validez de una hipótesis inquietante. Si la percepción del Gobierno mejora cuanto más distante es la relación con opositores en el GBA.
Incertidumbre en apariencias resuelta por un razonamiento de Insaurralde: “No es improbable que a Cambiemos le pueda ir mal. Otra cosa es que vengan a buscarnos a nosotros”. El intendente de Lomas de Zamora no espera semejante presente de los Reyes Magos.