A más de un año de la destitución del entonces presidente del Banco Central se alcanzó la tercera etapa del financiamiento del Tesoro Nacional y la netamente inflacionaria.
La primera de ellas fue la suba de impuestos, nada inflacionaria, tal como el aumento de las retenciones en noviembre de 2007. La segunda consistió en la apropiación de los fondos de las ex AFJP (septiembre de 2008), que no tenía por qué ser inflacionaria si no se monetizaban las ganancias sobre el stock, hecho que no aconteció. La tercera, con la creación del Fondo de Desendeudamiento (enero 2010) para la atención del servicio de la deuda en moneda extranjera, que si bien no tenía efecto monetario en ese momento sí lo había tenido en el pasado, cuando el BCRA compró las reservas con pesos. Ese Fondo fue acompañado adicionalmente por financiamiento en pesos del BCRA para atender los gastos del fisco, los cuales sí tienen un efecto inflacionario directo.
Eso se vio claramente en diciembre pasado, cuando el BCRA transfirió al Tesoro $ 13 mil millones, que más o menos en partes iguales se corresponden con adelantos transitorios y transferencia de utilidades. Esa cifra multimillonaria le permitió al Tesoro pagar deudas y quedarse con un remanente para evitar mostrar déficit fiscal en el último mes de 2010.
Si bien es cierto que el Gobierno cerrará 2010 con superávit primario de al menos $ 26 mil millones, debe tenerse en cuenta que el mismo resulta menor a todas las transferencias recibidas desde el BCRA. El Tesoro recibió financiamiento en dólares y pesos por más de $ 50 mil millones el año pasado, una cifra equivalente al 4,2% del PBI. Tres años atrás ese financiamiento no era más que 0,6% del PBI. No es casualidad que la tasa de inflación de 2010 resultara muy superior a la de 2007.
Es cierto que la inflación venía acelerándose desde 2007 sin el BCRA financiando al fisco. Ello era producto de la política cambiaria implementada desde 2006 (mantener el tipo de cambio nominal), que provocaba una expansión monetaria que se trasladaba a precios. Ahora en 2010 se produjo el gran cambio: financiamiento directo del BCRA al fisco, la tercera etapa, la etapa inflacionaria.
¿Qué tiene esto que ver con el título de la nota? La película estadounidense Cuando Harry conoció a Sally (1989), protagonizada por Billy Crystal y Meg Ryan, muestra cómo esos conocidos se embarcan en una relación que los llevará por diferentes etapas a través de los años, en temas como la amistad, la guerra de sexos y la vida misma. Hay una simbiosis entre Harry y Sally, que puede ser traducida como una simbiosis entre el Gobierno y el BCRA.
Llegó el turno al BCRA, con un importante riesgo: que la política fiscal comience a determinar la política monetaria. La pobre performance fiscal, producto de un crecimiento desmedido del gasto, hace que la política monetaria tenga, además de la dominancia cambiaria, dominancia fiscal. Ello es muchísimo más peligroso, pues nunca termina bien. En ello tenemos mucha experiencia, sólo basta ver la historia fiscal de fines de los 70 y de los 80.
Sin embargo, el Gobierno está empecinado en que ello no es así, al menos para la presidenta del BCRA, que días atrás defendió el uso de reservas para pagar deuda y negó que esa política aliente la inflación.
En sus palabras: “Los que dicen que comprando los dólares que sobran en el mercado estamos generando inflación atentan directamente contra la política de tipo de cambio real y, a través de ella, contra el desarrollo de la industria, el despliegue del mercado interno y el aumento del empleo”, declaraciones más afines a un secretario de Industria que a un presidente del Banco Central.
La función principal de un presidente del Banco Central está bien clara en el artículo 3º de la Carta Orgánica, donde dice que la función fundamental del BCRA es preservar el valor de la moneda. De no ser así, se estaría estafando a los tenedores de pesos y, peor aún, a los pobres. ¿Por qué a ellos? Porque los “modelos de inclusión social” son incompatibles con elevada tasa de inflación.
Nuevamente el BCRA vuelve a dar señales de indiferencia frente a la aceleración de la inflación de 2010. Sin una estrategia antiinflacionaria en 2011, la cuestión pasa para 2012, sea para las actuales autoridades si renuevan mandato o para las que surjan de los comicios de octubre de 2011.
La tercera etapa está en marcha. Cuando la política fiscal es la dominante, da lugar a una tasa de inflación más alta. Harry encontró a Sally, y la famosa escena del orgasmo fingido de Sally en el bar no es ni más ni menos que una mayor tasa de inflación.