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La realidad que golpea, las internas palaciegas, los anuncios

¡Cuánta pequeñez!

La realidad viene golpeando fuerte a la sociedad argentina. El nivel de la actividad económica viene cayendo en forma paulatina y progresiva. En las calles hay menos autos circulando. En los negocios se ve menos gente. Las ventas han disminuido.

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Frases de la semana

“Por suerte se cortó la luz. Esto hizo que no hubiera energía para subir el agua a los tanques y que el consumo disminuyera. De no haber sucedido eso, la endeblez del sistema habría conducido al colapso”. De funcionarios de Aguas y Saneamientos Sociedad Anónima (AySA) de lo sucedido durante los días en que los cortes de luz castigaron a miles de habitantes de la Capital Federal.

“En los medios hay que decir cualquier cosa pero nunca la verdad de la precariedad del sistema eléctrico”. De directivos de una de las empresas de energía eléctrica que viven el verano como la antítesis del edén.

“Cada vez nos cuesta más ir a los actos oficiales de la Presidenta y poner cara de contentos”. De uno de los empresarios que asistieron al acto en el cual la Dra. Cristina Fernández de Kirchner anunció el plan C de medidas económicas.

El día en que el mundo nos inundó

La realidad viene golpeando fuerte a la sociedad argentina. El nivel de la actividad económica viene cayendo en forma paulatina y progresiva. En las calles hay menos autos circulando. En los negocios se ve menos gente. Las ventas han disminuido.

En el resto del mundo los gobiernos han salido, sin dudarlo, a sostener la actividad económica. Todos entienden que permanecer inactivos ante el colapso plantea el horizonte de un desequilibrio social cuyas consecuencias serían muchísimo más onerosas que el costo de cualquiera de las medidas correctivas que se verifican a diario.

Sin embargo, al Gobierno le ha llevado dos meses darse cuenta de que la Argentina no tenía forma de escapar de la monumental crisis económica que golpea al mundo entero. Se perdió un tiempo precioso haciendo alarde de una indemnidad inexistente. ¡Cuánto más útil hubiera sido dedicar ese mismo tiempo a discutir y analizar medidas tendientes a atenuar los efectos de este tsunami que arrasa con empresas y puestos de trabajo!

Está claro que eso no está en el manual de procedimientos de los Kirchner. Así apareció el plan B –la nacionalización de las AFJP– y ahora el plan C constituido por los anuncios hechos por las Presidenta en su largo y poco claro discurso del jueves pasado en la Quinta de Olivos. Los motivos reales del plan C hay que buscarlos en la alarmante caída de la recaudación fiscal. Falta aún el plan D que será el de la obra pública a cargo del titular del Ministerio de Infraestructura Deficitaria y Planificación Fallida y Poco Transparente, Julio De Vido. En el medio está –a no olvidarlo– el proyecto de ley que habrá de consagrar uno de los blanqueos de capitales más escandalosos de la historia del país.

“No hay que confundirse. En realidad el único plan económico de peso que aquí se viene tomando es el de la devaluación que era un reclamo a gritos de muchos sectores empresariales vinculados con las exportaciones”, reconocía uno de los industriales que tuvo que poner cara con sonrisa en el acto de la Presidenta.

La trastienda de los anuncios tuvo, como siempre, mucho de turbulento y misterioso. El rol principal estuvo, por supuesto, a cargo del ministro de Economía real del Gobierno, Néstor Kichner. Fue el ex presidente en funciones quien estuvo en el centro de las discusiones con los diferentes ministros y secretarios del área económica y de la Jefatura de Gabinete que, en tales circunstancias, juegan un papel de meros asesores. Allí el único funcionario que tiene peso específico es Guillermo Moreno. El era el de la idea del auto económico que finalmente la Presidenta, con buen tino, objetó. Ese auto hubiera generado más puestos de trabajo en el Brasil que en la Argentina.

La que quedó en claro “off-side” con este ida y vuelta fue la flamante ministra de la Producción, Débora Giorgi, quien, a horas de haber iniciado su gestión, se había despachado con un categórico “no” a cualquier posibilidad de rebaja de las retenciones. El anuncio de la reducción de las retenciones a las exportaciones del maíz y del trigo la expuso al escarnio. “Eso le pasó por querer ser más papista que el Papa”, sentenciaba en estas horas un ex hombre del kirchnerismo al que lo agobia el desencanto.

Para el campo, no obstante, las cosas continúan complicadas. La situación del pequeño y mediano productor sigue siendo difícil. “Si no hay algún cambio y no aparece desde la Presidencia una real voluntad política para analizar y discutir medidas negociadas con el sector, todo será cada vez más complicado. Chepi quiere y reconoce que debe ser así pero está totalmente neutralizado”, confesaban desde las cercanías del diezmado secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca.

El anuncio de la disminución del 5% a las retenciones de las exportaciones de trigo y maíz no fueron producto de ninguna voluntad por parte del Gobierno de buscar una mejor relación con el campo. Lo que ocurrió fue que, como viene sucediendo desde el 11 de marzo pasado, los productores estaban limitando al máximo sus ventas para reducirlas a un mínimo indispensable que les permita mantener sus actividades. La consecuencia de esto fue una falta de liquidación de dólares de los cuales, entre otras cosas, se alimentan las arcas fiscales. A estar por las reacciones que se han operado en el sector, es poco probable que esta tendencia cambie sustantivamente. La Federación Agraria ha expresado una posición duramente crítica hacia la medida gubernamental; la Sociedad Rural, también. En Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) predomina la misma postura aun cuando hay una decisión de no salir a expresarla públicamente. Sólo Coninagro se ha desmarcado de esta línea. “En el Gobierno, son varios los funcionarios del área económica que se lamentan del platal que perdieron las arcas fiscales a causa del conflicto con el campo por el que se desaprovechó el pico que alcanzó el precio de la soja”, reconocen varias voces que deambulan a diario por los pasillos del poder, las que agregan que “a Cobos, el Gobierno le debería estar agradecido ya que, de estar vigente la Resolución 125, la caída de los ingresos fiscales por las exportaciones de soja serían aún mayores”.

En los sectores industriales se observó una doble conducta que ya es casi tradición. En lo público, todos aplaudían a pesar de que, a estar por lo que mostraban las cámaras en Olivos, se veía que lo hacían con esforzado entusiasmo. En las reuniones que hubo entre el jueves por la noche y el viernes, lo que afloraba, en realidad, era la duda. Falta todavía la letra chica de muchos de esos anuncios. Lo único en lo que se avanzó fue en el tema de la compra de automóviles. En el resto se está a la espera de la instrumentación. En este sentido hay inquietud debido a que, en esta semana, el matrimonio presidencial viaja a Rusia y, por lo tanto, es poco probable que esa minuta aparezca antes de su regreso.

Noticias del “nido de víboras”

Atención: el número de funcionarios que se refieren así al Gobierno crece día a día.

La semana política tuvo, para la interna del Gobierno, dos episodios relevantes. Uno fue la salida de la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti. El otro, las operaciones que se produjeron en torno de la figura de Graciela Ocaña. Vayamos por parte.

La situación de Romina Picolotti siempre fue difícil. Llegó allí, llevada por Néstor Kirchner a sugerencia del hoy caído en desgracia ex jefe de Gabinete de Ministros, Alberto Fernández. Esto fue el resultado de la falta de estrategia para enfrentar el problema originado por la instalación de Botnia, la fábrica de producción de pasta para celulosa, en la localidad uruguaya de Fray Bentos. La Asamblea de Gualeguaychú había apoyado –aún hoy lo sigue haciendo– la labor que en la defensa de su justa causa había hecho la Dra. Picolotti. Entonces, el hoy ex presidente en funciones decidió nombrarla para congraciarse con la gente de Gualeguaychú. Fue el tiempo de aquel acto de triste recuerdo en el corsódromo de esa ciudad, en donde el Dr. Kirchner anunció que el tema medioambiental sería una cuestión de Estado. Esa promesa, hasta aquí, no se ha cumplido.

Lo cierto y preocupante es que Romina Picolotti no ha sido expulsada por lo mucho que no hizo y por las denuncias que llovieron sobre su gestión. Tampoco por las denuncias de contaminación de la planta de Papel Prensa. De Picolotti se quejaban muchos intendentes de localidades del Conurbano bonaerense lindantes con el Riachuelo. También se quejó en estos días la Presidenta por la crítica que la ex funcionaria hizo al increíble veto a la ley que protege a los glaciares de la explotación minera. Hay que buscar en esas quejas buena parte de las razones que hicieron que la Dra. Picolotti saliera eyectada del poder. Las otras razones tienen que ver con que Alberto Fernández ha dejado de estar –al menos por ahora– en el mundo de los afectos del matrimonio presidencial.

Nota al pie: El primer reemplazante que se pensó para Picolotti fue Santiago Montoya, el titular de ARBA, quien respondió con un rotundo “no”. Ahí apareció de apuro el nombre de Homero Bibiloni cuya designación ha encendido luces anaranjadas entre muchos especialistas en temas ambientales.

En cuanto a Graciela Ocaña, las declaraciones que hizo a La Nación enfurecieron a Néstor Kirchner quien, desconfiado hasta de su propia sombra como lo es, creyó ver allí una operación de la ministra de Salud. Las palabras de Ocaña sonaron demasiado parecidas a las expresadas en el mismo diario, al que el ex presidente en funciones detesta, por Alberto Fernández.

La verdad es que Ocaña está en el centro de varias operaciones. Unas se atribuyen a las cercanías del ex superintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli. Otras vienen desde laboratorios que han visto cercenadas algunas de las oscuras operaciones de venta de medicamentos a obras sociales sindicales. Algunas más, desde los mismos sindicatos que han visto cortado un mecanismo de corrupción que enriquece a muchos de sus dirigentes. Y, finalmente, hay movidas que parten desde el mismo Gobierno. Los que no querían a Alberto Fernández tampoco la quieren a Graciela Ocaña.

Por todo esto, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, debió salir dos veces, en esta semana que pasó, a respaldar a la ministra. ¡Inquietante!

Final

En este fin de semana se recordaron los 30 años del anuncio de la mediación papal que, en aquellos oscuros días de diciembre de 1978, evitó la locura de una guerra fratricida entre la Argentina y Chile. Hubo mucha emoción en los actos desarrollados en Punta Arenas a los que asistieron las presidentas de los dos países. Fue una conmemoración importante y absolutamente justa no sólo hacia el gesto de Juan Pablo II sino también a la monumental tarea del cardenal Antonio Samoré que con habilidad, astucia, serenidad, sabiduría y paciencia infinita logró acallar los ruidos de la guerra que se escuchaban a ambos lados de la cordillera de Los Andes. Conscientes del significado histórico del hecho y de la recordación, la presidenta Michelle Bachelet viajó acompañada de una delegación de la cual formaban parte miembros de la oposición a su gobierno.

Cristina Fernández de Kircner, en cambio, no invitó a ser parte de su comitiva a ningún opositor. ¡Cuánta pequeñez!


Producción periodística: Guido Baistrocchi