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Cuatro minutos que cambiaron la historia

Armani le atajó un penal a Uvita Fernández a los 32 de la primera parte. a los 36, Paulo Díaz puso el 1-0 y quebró el partido. Desde ahí, River se consolidó y San Lorenzo se desesperó.

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Ley del ex. Todos abrazan a Paulo Díaz, ex San Lorenzo, que cabeceó sin saltar y marcó el único gol de la tarde. | fotobaires

Siempre, en cada partido, existe un punto de inflexión. La jugada que cambia el destino, el momento exacto en el que todo se rompe o todo se arma. A veces es flagrante, otras veces es etéreo. Ayer por la tarde, en el Gasómetro, quedó a la vista de cualquiera. Fue a los 32 minutos del primer tiempo, luego de que River dominara el desarrollo, pero sin demasiadas jugadas de peligro. Gonzalez Pirez tocó la pelota con su brazo y el árbitro Espinoza consideró que había ampliado su radio de acción.

Ahí, en ese instante, mientras los hinchas de San Lorenzo se ilusionaban con el gol y con que el fútbol, otra vez, escapara a toda lógica, Nicolás “Uvita” Fernández y Ricardo Centurión discutieron para ver quién pateaba el penal. Será, probablemente, un tema de discusión y gritos en el panelismo televisivo de la semana. ¿Centurión habrá querido patear porque el rival era River? ¿Quién era el designado por el entrenador Pedro Troglio? ¿Por qué discutieron sin discreción? ¿Afectó emocionalmente al pateador y envalentonó al arquero? 

El que pateó finalmente fue Fernández: lo hizo al medio del arco, y Armani se lo atajó con los pies. Iban 32 minutos, la posibilidad de ponerse en ventaja se desvaneció y, aunque es difícil asegurarlo, desde ahí campeó en el estadio la sensación de que un gol de River era inminente. Armani lo puso en palabras una hora después, cuando el partido ya había terminado y el Gasómetro se dirimía entre los insultos y la resignación: “A lo mejor si ellos convertían el penal podía haber cambiado el partido”. Y sí: el partido cambió. 

Es también lo que genera el equipo de Gallardo, esa idea de que si no aprovechás tus oportunidades, estás listo: no hay manera de no salir herido. Apenas cuatro minutos después del penal atajado por Armani, un córner lanzado por Ezequiel Barco encontró la cabeza de Paulo Díaz. El defensor chileno, ex San Lorenzo, cabeceó sin saltar (lo que desnuda la falta de marca rival) y lo gritó pidiendo perdón. 

Lo que vino después estaba cantado. River no amplió la diferencia por Torrico y porque no estuvo fino en la definición. En San Lorenzo ya reinaba la desesperación: el equipo estaba limitado por su capacidad y porque el clima no ayuda (hubo insultos a Lammens, a Tinelli y resignación por lo que transcurría en el campo). Quizás todo hubiese cambiado por ese penal. Como siempre, el fútbol se define en pequeños instantes.

 

Gallardo, lleno de elogios

El técnico de River, Marcelo Gallardo, destacó ayer a varios de sus jugadores, y valoró cómo entraron algunos jugadores que no venían siendo titulares en los últimos encuentros. “El equipo todavía tiene mucho para dar. Pese a las ausencias, vamos sumando puntos. Y eso es importante”, dijo. Gallardo elogió a Barco (“jugó un buen partido”), a Suárez (“que haya vuelto es una alegría para todos”), a Enzo Fernández (“me gusta que se destaque”), a Zuculini (“ha evolucionado”) y explicó por qué no jugó Julián Álvarez: “Sintió un malestar y después, en la entrada en calor, tuvo dolores de cabeza”. Por último, sostuvo que River debería haber ganado al menos por un gol más en el Gasómetro.