La Selección argentina, esa a los que los medios oficiales siempre ven jugar bien, tuvo sus mejores momentos en la goleada a México en la madrugada del jueves 5 y, aunque no parezca, en la primera mitad del empate 0-0 contra los Estados Unidos. La fórmula Messi-Agüero- Grandote (en este caso, Cruz) le dio al equipo de Basile un ritmo inédito en “equipos de Basile”. Algunos dicen que tuvo aceleración y precisión en velocidad porque faltó Riquelme. Es incomprobable. La realidad es que, sin Román, el equipo tuvo lo que siempre le falta: cambio de ritmo, situaciones de gol, presencia constante en el campo contrario y un reparto más equitativo en el manejo de la pelota. Si Basile se animara a jugar sin Riquelme, si no sucumbiera ante la presión del pueblo boquense, mañana ante Ecuador y de local, aquella actuación brillante frente a México podría repetirse.
Lamentablemente, dudo de que Basile goce de la libertad de la que debería gozar un entrenador nacional como para que el 10 de Boca quede afuera, pero sería estupendo romper los esquemas y meter a Messi-Agüero-Cruz desde el arranque. Esto le permitiría al técnico jugar con tres atrás y cuatro en el medio o con cuatro en el fondo y cuatro en el medio,sss y disfrutar del Kun Agüero y Messi a pleno, algo que no había podido llevar a la práctica hasta ahora. Ellos dos, más Carlos Tevez, nos van a dar chances de ganar el Mundial de Sudáfrica. Ellos deben estar, después vemos quiénes son los otros ocho.
Los problemas son varios. El de la dependencia de Riquelme es uno. El otro, es la avanzada edad que tendrán muchos de nuestros soldados en 2010. Javier Zanetti, por ejemplo, tiene 35 años. El Pato Abbondanzieri cumple 36 el 12 de agosto. La Brujita Verón (al igual que para Hugo Asch, es MI jugador) llega a 33, Crespo está a las puertas de los 34, Cruz ya llegó y Riquelme tiene 30, igual que Heinze. ¿Llegan al Mundial? ¿O simplemente son citaciones coyunturales para ganar las Eliminatorias y cuando llegue el Mundial vemos? Si esta última hipótesis es, en realidad, una tesis, entonces nos tranquilizamos. Zabaleta, Juan Pablo Carrizo, Gago, Mascherano y los tres de arriba serán la base y jugaremos con ellos un fútbol estupendo, de precisión y velocidad, como nos gusta a todos. Esto ni nada garantiza el éxito total, pero tendremos mayores posibilidades de obtenerlo.
Ahora, si la formación surge de la discusión de los lunes a la noche entre Basile y sus amigos, estamos perdidos: nos costará un Perú seguir adelante. Porque allí se nos dirá que el fútbol se inventó en Barracas, que todos los demás son estúpidos y nosotros, unos piolas bárbaros. Nos tratarán de convencer de que “Román, en una gamba, es más que ‘ese’ Cristiano Ronaldo” y sandeces por el estilo. Los veintipico de años que llevamos sin ganar un título mundial deberían habernos dado un baño de humildad. Esperemos seguir por el mismo rumbo que pareció haberse encontrado en esta gira previa a los dos choques de esta semana. Es más, jugando como contra México, se le puede ganar a Brasil. Porque son dos selecciones diferentes y nos presentarán distintos obstáculos, pero una Argentina veloz puede ganarle a cualquiera. Esa velocidad se la darán los chicos nuevos. Zanetti, Abbondanzieri, Verón, Cruz y hasta Riquelme podrán apuntalarlos. Pero si tenemos alguna chance en el próximo Mundial será por Messi, Tevez, Agüero, Demichelis, Gago, Mascherano, Carrizo, Gaby Milito. En las Eliminatorias ya estamos clasificados, seamos honestos. Hay que ir armando el equipo para Sudáfrica y es ahí dónde la lentitud y el alto promedio de edad no cierran. Alfio Basile demostró que no es el 4-3-1-2 el único esquema que conoce. En Estados Unidos, jugó de modos distintos, en los que hasta presentó tres defensores, un sacrilegio para algunos conservadores que rodean al entrenador nacional. Sumó gente a la mitad de la cancha y fue cambiando de acuerdo con la progresión del resultado. Es una faceta que no había exhibido hasta ahora. Es para preguntarse si la ausencia de Riquelme lo liberó como para intentar dibujos tácticos flexibles, con jugadores más jóvenes (entre los que están, por supuesto, Messi y Agüero) acostumbrados a adaptarse a diferentes circunstancias.
Lamentablemente mañana, en la cancha de River, volveremos al equipo “de antes”. Como seguramente ganará porque así lo exige la historia y porque es mucho más que Ecuador, nos harán creer –otra vez– que ése es “el fútbol que le gusta a la gente”. El que sigue en la lista de rivales es Brasil, el que en serio le gusta a la gente. Allí habrá que jugar bien de verdad. Si no nos apartamos de la sanata, recordemos la final de la Copa América 2007. Y recemos.
En Belo Horizonte veremos cómo estamos. Ahí, veremos si la gira por Estados Unidos sentó un precedente o sólo fue un falso guiño a los que integramos el grupo de los “no alineados”.
Estaría bueno ganarle a Brasil de una vez. Y para ganarle hay que jugar mucho mejor que en las Eliminatorias y casi como ante México.
¿Podremos?