Cuando el inverosímil Adolf Hitler de la película alemana Ha vuelto se encuentra en 2014 con un televisor encendido, realiza un único comentario: “Terrible arma de propaganda”. La cumbre entre Mauricio Macri y Marcelo Tinelli de esta semana reactualiza el interminable debate sobre el vínculo entre los medios de comunicación y la política.
La imitación de un Macri en ropa interior y a la luz de las velas en ShowMatch encendió las alarmas en Casa Rosada, que vincularon la escena a la protagonizada por Fernando de la Rúa cuando en aquel 21 de diciembre de 2000 visitara el programa de Tinelli. Aquel día, el ex presidente fue increpado frente a las cámaras por un joven que reclamaba por los presos de La Tablada. Luego, y en un marco de tensión, hablaría de las bondades del blindaje negociado con el FMI, confundiendo de paso el nombre de la esposa del conductor. No es posible pensar que un programa de televisión pueda derrocar a un gobierno, pero en aquel momento fue un elemento confirmatorio para la audiencia de una “idea” que se estaba gestando: “el gobierno estaba perdido”. Aquel suceso, y la actualidad de Tinelli, pero también la influencia de personajes mediáticos como Jorge Lanata, Mirtha Legrand y Susana Giménez en la campaña electoral, lleva inmediatamente a recordar a Bernard Manin cuando habla de “democracia de audiencias”.
Democracia de audiencias. El cambio principal que resalta el politólogo francés es la tendencia a votar personas, más que programas políticos o partidos. Esto lleva a la personalización del poder y a la discrecionalidad en su ejercicio, una reflexión casi obvia para los argentinos. En la democracia de audiencias tres elementos son cruciales: las encuestas de opinión, la televisión y, en forma reciente, las redes sociales mediadas por computadora. Las encuestas marcan como latido cardíaco la imagen de los principales dirigentes y los orientan a organizar sus discursos y alianzas. En la televisión los políticos construyen su imagen conectándose directamente con la audiencia, por eso los espacios de infoentretenimiento como el de Tinelli fueron tan buscados sobre el cierre de la carrera presidencial de 2015. Es un lugar de lucimiento personal, sin las incomodidades de las preguntas sobre las propuestas. Sin embargo, ese mismo espacio se puede volver un veloz destructor de imagen cuando un imitador adquiere el protagonismo.
Atrapados en las redes. Las redes sociales son el tercer elemento. Básicas en las pequeñas comunidades como constructoras de vínculos, se las consideraba casi extinguidas con el crecimiento de las grandes urbes en el siglo XX. No obstante, Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y otras han vuelto a convertir el mundo en un gran pueblo. Lejos de reemplazar a la televisión, las redes se han integrado al sistema de medios. Los políticos y formadores de opinión han hecho de Twitter su herramienta predilecta, y la han convertido en un campo fértil para microbatallas de baja intensidad como la que llevaron adelante Tinelli y el ejército de cibermilitantes, a raíz de la controvertida imitación del Presidente.
En este contexto, Macri hizo una observación sugerente a raíz de la disputa, e indicó que el gobierno de Cambiemos había surgido de las redes sociales. Este comentario cancela las formas políticas del siglo XX, caracterizadas por las grandes movilizaciones y las democracias de masas, y genera una pregunta: ¿pueden ser las redes el soporte de un gobierno? No obstante, Macri y Tinelli firmaron una analógica pipa de la paz, que –como corresponde– fue profusamente registrada en las redes con un inusual intercambio de rostros de la red Snapchat, acción que buscó impactar en los más jóvenes.
Realidad offline. Ajena a las disputas mediáticas, la economía comienza a entregar reportes que muestran una caída de la actividad económica y una inflación que no cede y que encuentra nuevo combustible en la suba de las tarifas. Es promisorio que el Indec comience a entregar informes regulares sobre la situación del país, pero la caída interanual del 6,4% de la industria genera preocupación y debates en el interior del Gobierno sobre las responsabilidades en la política económica luego de la disolución del área en diferentes ministerios que gestionan acciones en paralelo. Ahora buena parte de las fichas están puestas en la exteriorización de los capitales, y la expectativa de que parte de estos fondos se transforme en inversiones productivas. De todos modos, puede darse por sentado que las mejoras en los ingresos de los jubilados impactarán favorablemente en el consumo de estos sectores.
Encuentro en Filadelfia. La foto del encuentro entre Massa y Lousteau en Filadelfia también causó zozobra en los headquarters macristas. La presencia de ambos en la Convención Demócrata advirtió sobre la posibilidad de que el tigrense busque vertebrar un amplio frente político para 2017, cuando las perspectivas electorales del oficialismo son modestas, pero con posibilidades de triunfo si se genera una fragmentación del espacio opositor en tres o cuatro listas que compitan entre sí en una “gran PASO” peronista en preparativos para las elecciones presidenciales.
Finalmente, y en torno a las elecciones de Estados Unidos del 8 de noviembre, muchos concurrentes a la Convención Demócrata deben haber pensado si la mejor candidata para competir con Donald Trump no era Michelle Obama. La primera dama dio uno de los mejores discursos y conectó emocionalmente con buena parte de la audiencia, cosa que no consigue Hillary Clinton. Mientras que Trump plantea extrañas pero tangibles propuestas, como la construcción de un muro fronterizo con México, expulsar a los inmigrantes y disolver los tratados de libre comercio, las propuestas de la ex secretaria de Estado son generalistas, con la responsabilidad de quien se presume vencedor. Sin embargo, el sitio www.realclearpolitics.com, que promedia encuestas, le otorgaba hasta el miércoles 27 (antes de la nominación de Clinton) 0,9 puntos arriba al magnate de la construcción, lo que presagia que el mundo contendrá la respiración a la espera del resultado electoral en la primera potencia mundial.
Sociólogo, analista político
(@cfdeangelis).