Nuestra última encuesta revela algo similar a lo que venimos constatando en los últimos meses: Sergio Massa sigue primero con 29,3%, seguido por Daniel Scioli con 24,7% y Mauricio Macri con 22,6%. Ciertamente, el escenario electoral parece anclado en un patrón de paridad entre tres candidatos que no terminan de sacarse claras ventajas.
Suele decirse que en la política argentina los tiempos vuelan. Sin embargo, cuando se analiza el contexto electoral, ocurre lo contrario: allí parece que nunca termina de ocurrir demasiado, como si el tiempo insistiera en congelarse.
Cuando, luego de su triunfo en las legislativas de 2013, Sergio Massa irrumpió como la promesa de un nuevo liderazgo político, parecía que se perfilaría como un presidenciable capaz de ganar en primera vuelta. Pero el tiempo fue desdibujando aquel ímpetu primigenio para situarlo en un primer lugar tan cómodo como módico.
Algo análogo parece ocurrir con el ostensible ascenso de Mauricio Macri, evidenciado hace unos meses. Aunque el jefe de Gobierno porteño consiguió colocarse en el podio de quienes tienen chances ciertas, sigue sin poder ubicarse en un claro segundo lugar que le permita avanzar a un ballottage.
El Frente Amplio UNEN ha tenido una evolución congruente con lo que se viene diciendo. Cuando emergió en abril, parecía que se consolidaría una fuerza no peronista con real vocación de poder. Pero pronto las rencillas entre los personalismos, unidas a la dificultad para conciliar lo irreconciliable, sumergieron al frente en una fuerza que no alcanza a definir su identidad ni su rumbo.
Por su parte, Daniel Scioli continúa allí, imperturbable en ese limbo indefinido que parece ser su hábitat natural.
Hace unos días irrumpió un Mauricio Macri exultante luego de un triunfo en Marcos Juárez, que presentó como indicio de los nuevos tiempos en la política. Simultáneamente, una vecina del Bajo Flores denunciaba que su barrio había sido tomado por los narcos. El jefe de Gobierno no emitió opinión al respecto.
Durante la semana, el gobierno de Daniel Scioli lanzó una reforma en el sistema de evaluación de la escuela primaria que suprime los aplazos. Fundamentalmente recibió críticas. Los detractores de Sergio Massa suelen acusarlo de oportunismo. Pero lo cierto es que tuvo la gran oportunidad de encolumnar a la opinión pública detrás de una candidatura que declama el futuro como valor. No sólo no logró tal adhesión, sino que ni siquiera se dispuso aún a lanzar esa candidatura. El darwinismo es el triunfo de los más aptos basado en la irrupción de mejores capacidades. En cambio, el “darwinismo inverso” sería el proceso en el que se van descartando quienes cometen más errores. Quizás eso explique por qué el escenario electoral está estancado.
*Director de González Valladares Consultores.