En una época en la que la sociedad se ve atravesada por una profunda transformación digital, donde las diversas industrias y la sociedad demandan cada vez más tecnología, la industria del software se convierte en uno de los centros de atención de la opinión pública. Y es que se trata de un sector pujante, con potencial para reconvertir los negocios y las costumbres de las personas, pero que a su vez requiere políticas que le permitan desarrollarse y propiciar un escenario de competitividad para el crecimiento de sus organizaciones.
Hay algunas particularidades que distinguen y caracterizan esta industria, como por ejemplo que está compuesta en un 99% por pymes. Según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, el 75% son micro, 20% son pequeñas y 4% son medianas. El 1% restante corresponde a empresas grandes, siendo las que poseen más de 200 empleados.
En este contexto, es común escuchar la pregunta de si hay un modelo de empresa a crear o propiciar. Así, tenemos aquellos grandes emprendedores argentinos que iniciaron su negocio y que salieron al mundo logrando atraer inversiones y demostrando sus capacidades y talento para convertirse o unirse a una multinacional. Muchos de ellos, incluso, llegaron a crear un “unicornio”, tal como se denominan en economía a las start-up tech, que lograron superar los US$ 1.000 millones en los mercados de inversión privada, sinónimo de que su proyecto y su visión llegaron a tener impacto mundial. Por otro lado, también destacamos aquellos que eligieron centrarse y distinguirse dentro de un segmento en particular, y habiendo formado una pyme tecnológica con un talentoso equipo de profesionales, lograron un tamaño efectivo para el mercado en el que operan. Entonces, ¿cuál es el modelo a propiciar?
No creo que haya una verdad absoluta en este punto, sino que es una elección personal de cada emprendedor al momento de decidir el camino a seguir. Nuestra industria demuestra, a través de los grandes ejemplos que conforman nuestros “rock stars”, los unicornios, que no hay límites para aquel que se anime a transitar el fascinante camino de la creación de valor a través del software. Se puede soñar con lograr un proyecto de las más variadas características, pero no hay muchas industrias como la del software, donde los únicos límites para el sueño de crecer son el equipo y talento para llevarlo adelante y la creatividad para atraer clientes y capitales de trabajo e inversión.
Por otro lado, cualquiera sea la visión del tamaño de la empresa a crear, para cualquier destino proyectado, lo más importante es tener en el país un clima de negocios propenso para el crecimiento y desarrollo de las organizaciones, la atracción de inversiones, el aumento de la competitividad y el sostenimiento de reglas de largo plazo que permitan ejecutar cualquiera de estos sueños de creación de valor. Eso es lo que buscamos desde Cessi: alinear los intereses de nuestros miembros con los de la sociedad, conocer cuáles son los factores que podrían generar mejoras en sus condiciones, y velar por su crecimiento y la creación de empleo.
Es en esta línea, por ejemplo, que celebramos la ley pyme, el proyecto de ley del emprendedor, la ley del software, el Plan 111 mil o la iniciativa Empleartec, y que apoyamos los ecosistemas regionales, y es por eso que seguimos de cerca la inversión en educación, ciencia y tecnología, y variables como la inflación, las medidas tributarias, el comercio exterior y el financiamiento.
En definitiva, se trata de trabajar por el crecimiento de la industria en su totalidad. Sus diversos tamaños de empresas son una de las fortalezas que le permiten abordar la transformación digital de la sociedad y la de sus sectores productivos con adecuada capilaridad.
*Presidente de Cessi, la Cámara de la Industria Argentina del Software.