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Defender el Estado de derecho

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Como es evidente, no tengo ninguna simpatía por el gobierno golpista y ultraliberal de Michel Temer. Entretanto, hay una serie de enigmas sobre lo que sucede desde el miércoles pasado, cuando el país entró en “estado de atención”. Veamos.

Al anochecer del miércoles, un columnista estrella del mayor grupo de comunicación del país divulgó por internet que el dueño del mayor frigorífico del planeta había grabado al jefe de Estado de Brasil negociando la compra del silencio del ex presidente de la Cámara de Diputados, pieza clave en el golpe parlamentario que derribó a Dilma Rousseff. Dada por cierta, la noticia, que inundó todos los noticieros televisivos, provocó un terremoto y una desbandada en el oficialismo.

Así como sucedió en el fatídico 16 de marzo de 2016, cuando la divulgación de una conversación privada entre Dilma y Lula reunió a un grupo frente al Palacio de Planalto para protestar contra el ex presidente por haber sido nombrado como jefe de gabinete, esta vez las protestas anti Temer en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia ganaron proyección en todo el mundo. ¿A quién le interesaba crear un clima de que había una demanda popular por la caída del gobierno?

En las horas siguientes, mientras el actual ocupante del sillón presidencial decidía qué hacer, la presión por su renuncia alcanzaba una alta temperatura. El ex presidente Fernando Henrique Cardoso, cuyo nombre circulaba como posible sucesor por vía indirecta, colocó el jueves un texto en su cuenta de Facebook, en el que habló de la necesidad de “gestos de renuncia”.

Por fin, a mediados de la tarde, Temer hizo un pronunciamiento particularmente firme para su estilo melifluo, en el que repitió dos veces su decisión de no renunciar. Además de afirmar que permanecería en su puesto, el comandante del PMDB exigió que se divulgaran las grabaciones. Cuando eso sucedió, se pudo confirmar que la principal acusación propalada no se confirmaba. ¿A quién interesaba entonces forzar la renuncia?

El diálogo entre Temer y Batista contiene elementos graves, que pueden justificar su caída. Hay indicios de prevaricato y de sobornos. Todo, sin embargo, necesita ser verificado con cuidado y atención a los detalles específicos y probatorios, tal como debe ser hecho en relación con Lula da Silva.

Temer está sintiendo en la piel la misma metodología usada contra Dilma y el PT, pero no será así que volveremos a la normalidad democrática. Fuerzas que se mueven sin mostrar la cara, y cuyos intereses no se explicitan, nunca producen buenos resultados. Los demócratas precisan permanecer de pie en defensa del Estado de Derecho, de la Constitución y de la ley.

*Cientista político. Fue secretario de Prensa del gobierno del presidente Lula da Silva.