COLUMNISTAS
UN PAIS EN SERIO

Degeneración Dorada

Al Gobierno le molesta que hablen de tarifazo pero no de timbrazo. Y al DT de hóckey, que antes llamaban ñoqui, ahora lo idolatran.

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Estoy sentado en mi oficina tratando de leer algunos medios para escribir mi columna política de PERFIL, pero me distraigo mirando imágenes de los Juegos Olímpicos. Más precisamente, de salto con garrocha. Más precisamente, del atleta japonés Hiroki Ogita, que perdió porque tiró la vara al chocarla contra su pene. “No se me ocurre nada, no sé de qué voy a escribir”, pienso mientras paso una y otra vez la imagen de Ogita y me pregunto cómo es que le pudo pasar eso. Y cómo es que pudo haber tenido el pene erecto en semejante momento. “Hay que reconocer que al tipo le excita el deporte que practica”, pienso y vuelvo a mis miedos: el “no se me ocurre nada” retumba en mi cabeza, hasta que suena el timbre de la puerta de calle de la productora.

—¡¿Quién es?! –me levanto de un salto de la silla y corro hacia la puerta, a los gritos.
—Soy yo –dice Carla, mi asesora de imagen, que entra después de que le abran con el portero eléctrico–. Me olvidé la llave. ¿Qué te pasa que estás tan desesperado?
—¡No se me ocurre nada para mi columna! –sigo agitado.
—Ah, lo de siempre –dice Carla, mientras se quita la campera–. Lo que no entiendo es por qué estabas tan pendiente del timbre.
—Es que en una de esas podía ser alguien con alguna información que me sirva. Es más, podría hacer una nota para la tapa del diario.
—¿Vos estás loco? –dice Carla, mientras entramos en mi oficina–. ¿Y quién creés que te puede traer la información? ¿Un Testigo de Jehová? Para eso deberías venir a la productora sábados y domingos bien temprano a la mañana.
—No, un Testigo de Jehová no. Pero podría venir alguien de más peso político.
—¿El pibe del bar?
—No, el Presidente –respondo, muy seguro–. ¿O no sabías que el Gobierno acaba de lanzar un timbreo? Macri y Vidal están yendo puerta por puerta tocando timbres y contando cuáles son sus planes de Gobierno, qué es lo que están haciendo…
—¿Y vos creés que van a venir acá? –pregunta Carla, algo risueña.
—¿Por qué no? Y para mí sería un notón.
—Sí, de eso no tengo dudas –se ríe Carla–. Serías como un Fantino, un Majul o un Lanata, pero con delivery.
—Sí, y además con preguntas mucho más incisivas.
—¿Qué les preguntarías?
—Y, les preguntaría por el origen del dinero que le robaron a Gabriela Michetti, por la golpiza a los jubilados, por los despidos de periodistas opositores en la TV Pública, por la decisión de la Corte de anular el tarifazo…
—…epa, epa, epa –me interrumpe Carla.
—¿Qué pasa? –pregunto–. ¿Te parecen preguntas muy jugadas?
—Y, qué sé yo… lo de “tarifazo” no creo que le guste. Te dirían que por los pagos por la prestación de servicios se entregan facturas con capacidades de haberes diferentes.
—¿Ves? Es lo que yo pienso. Que no se bancarían mis preguntas. Es más, creo que me están evitando, por eso no vienen a tocarme el timbre.
—Bueno, en una de ésas es porque el timbrazo abarca a mucha gente –dice Carla.
—Ellos saben muy bien a quién ir a tocarle el timbre –insisto–. Además, fijate qué paradoja: no tienen problemas en hablar de “timbrazo”. Ahora, les decís “tarifazo” y enseguida se enojan.
—En eso tenés razón –admite Carla–. Pero lo importante es que la política argentina está viviendo una época de grandes cambios.
—¿Lo decís por lo de “Cambiemos”? –pregunto.
—Sí, pero también por la vuelta de la renovación.
—¿Qué renovación?
—¡La renovación peronista, obvio! –exclama Carla.
—¿Vos te referís al Peronismo Renovador, de Massa? –pregunto.
—Me refiero a algo más amplio. Ya lo dijo Bossio: el peronismo necesita una renovación.
—Me parece que lo que necesita Bossio más bien se llama lifting –digo–. O cambio de cara, qué sé yo…
—Hay renovación en la política, hay renovación en el deporte… mirá lo que pasó con la Generación Dorada.
—¡Qué emoción ver a Ginóbili, Scola y compañía! –me entusiasmo.
—¿No te parece que el Ginóbili de San Antonio Spurs no es el mismo que el de la Selección? ¿No te parece que no sabe cantar el Himno? ¿No creés que deberíamos mandar un equipo de básquet con todos jugadores de la liga local?
—No lo había pensado –reconozco–. Pero lo importante es que hay renovación.
—¿Y quiénes serían la renovación en el básquet? –pregunta Carla.
—Y, está Laprovittola…
—Claro, que es el hijo de Margarita Stolbizer –dice Carla–. O sea, sabés que nunca te va a traer una medalla de oro, pero al menos tenés la tranquilidad que va a denunciar a quienes se lleven las medallas de oro.
—También nos fue muy bien en hóckey…
—Con Carlos “Chapa” Retegui como técnico de Los Leones.
—Un fenómeno –digo–. Y otra víctima de la grieta.
—Es que la grieta está en todos lados. Mirá si no, a Horacio Salgán y a Joao Havelange…
—¿Y ellos qué tienen que ver? –pregunto.
—¿Cómo qué tienen que ver? –pregunta Carla–. De un lado tenés a uno de los músicos más geniales de la Argentina. Del otro, a uno de los corruptos más grandes del Universo. ¿Podés pensar en dos personas de cien años más distintas para morirse en una misma semana?
—Hablando de grietas, otra víctima fue Cordera.
—Sí, pero eso es más sencillo –explica Carla–. Porque de un lado de esa grieta está Cordera. Y del otro, el resto de la humanidad.
—Es verdad –asiento–. ¿No te digo? Al final la mayor víctima de la grieta fue el Chapa Retegui.
—Pobre, pensar que lo acusaban de ñoqui –agrega Carla–. Dijeron que cobraba 18 lucas por no hacer nada. Y el tipo ganó la medalla de oro.
—¿Por 18 lucas? –pregunto–. O sea que pasamos de gritarle “ñoqui” a gritar “a este tipo hay que aumentarle el sueldo ya mismo”.
—Tenemos que cuidar a Retegui, porque es un tipo único.
—Sí, por su capacidad, por su trabajo, por su garra… Eh, sí… por eso también –aclara Carla–. Pero yo decía porque debe ser el único amigo de Aníbal Fernández que no tiene ninguna causa penal.
—Hablando de causas penales, siguen sin determinar la procedencia de los  US$ 9 millones que López intentó esconder en el convento.
—Hablando de causas penales y hablando también de Juegos Olímpicos… –agrega Carla.
—¿Por qué de Juegos Olímpicos? –pregunto.
—Porque estos Juegos marcaron el fin de la Generación Dorada.
—¿Y la guita de López? –pregunto.
—Indican claramente que la Degeneración Dorada en este país está muy lejos de llegar a su fin.