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Desacoples

El Gobierno escindió la política de lo político. El pan-Cambiemos y CFK.

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“NADA POR AQUI, NADA POR ALLA” Cristina Fernández | PABLO TEMES
La política y lo político. A primera vista puede parecer que se trata de la misma cosa, simplemente un problema de género. Sin embargo, se trata de dos cuestiones diferentes aunque entrelazadas. Resulta más sencillo definir “lo político”, que es asumir (o “tomar”, en la vieja terminología) posiciones en el Estado, y luego definir, gestionar u omitir decisiones de gobierno. “La política” es, en cambio, el espacio de las correlaciones de fuerza. Un enjambre discursivo compuesto por relatos y construcciones estéticas, una movilización de recursos humanos, materiales y emocionales que apuesta a legitimar o deslegitimar el gobierno.

Toda campaña electoral, como la que se inicia en estos días, está en el terreno de “la política”, y es un espacio con múltiples actores, más allá de los protagonistas. Se encuentran allí expertos en comunicación y en manejo de redes sociales, publicistas, especialistas en coaching y en construcción de imagen, y obviamente los entendidos en encuestas de opinión. Tienen un rol sobresaliente  los periodistas, pero también operadores y expertos en prensa. Mayormente la política es pública, habiendo abandonado a los partidos políticos para instalarse en los medios de comunicación, especialmente la televisión y las redes. En cambio, lo político es un territorio oscuro, la transparencia de los actos de gobierno es siempre declamada pero poco aplicada. Alrededor de los funcionarios del Estado suelen orbitar empresarios, sindicalistas, líderes sociales, ONGs y lobbistas de todo tipo buscando estar cerca de los actos del Estado.

¿Problemas técnicos o políticos? El gobierno de Macri tiene la peculiaridad de haber desacoplado la política de lo político, reclutando a gran parte de su elenco gubernamental en el sector privado, lo que sus críticos han llamado “ceocracia”, para incluso colocar en algunos espacios clave a personas fuera de competencia en sus temas, basados sólo en la confianza personal del Presidente. Un caso paradigmático del desacople es el Banco Central. Las reglas –y los cánones monetaristas– sostienen que esta autoridad regulatoria debe ser independiente del Gobierno, por eso debe tener acuerdo del Senado y “estabilidad” en el cargo. La extraña idea es que la política monetaria (tasas de interés, cantidad de circulante y paridad cambiaria) debe estar por fuera del alcance de “los políticos”. En la actual coyuntura, Federico Sturzenegger, con su política de altas tasas de interés, busca bajar la inflación bajo el axioma de que es un problema monetario, pero en el mediano plazo se comienza a reconfigurar la estructura económica argentina, donde los empresarios prefieren postergar o suspender inversiones frente al canto de sirenas del beneficio financiero, aunque el BCRA busque demostrar que este razonamiento es falaz. Este comportamiento de los hombres de negocios le crea a Mauricio Macri un problema político, cosa que señaló elípticamente en el Tedeum del 25 de Mayo.

La inflación, como demuestra un reciente trabajo de Zack, Montané y Kulfas, es un fenómeno multidimensional, en el que juegan los agregados monetarios, la tasa de interés, el nivel de actividad, los salarios, el tipo de cambio, el precio internacional de las materias primas y, como factor no menor, la inercia o memoria inflacionaria, es decir, la inflación de meses anteriores. Los autores muestran que las expectativas juegan un punto relevante, punto a favor de los que plantean el shock contra el gradualismo. Pero el shock que pregonan las usinas neoliberales introduce el componente social, pues una profunda depresión de la actividad económica, como la que hundió el PBI a partir de 1998, puede desencadenar una crisis rupturista como la de los trágicos días de fines de 2001. Además existe un componente estructural, que es la creciente monopolización de la economía argentina, donde en ciertos rubros importantes sólo una o dos empresas tienen posiciones dominantes.

De regreso a octubre. El 25 de mayo último no fue una fecha más en el calendario de efemérides. Significó el día del lanzamiento de la dupla Massa-Stolbizer y su nuevo sello electoral 1País, también la presentación del “pancambieísmo” de Martín Lousteau, y lo más esperado: la definición de Cristina F. de Kirchner sobre su candidatura. “Si para ganar es necesario que sea candidata, lo soy” fue una de sus frases más reveladoras en la entrevista televisiva realizada en C5N, con lo cual aseguró en forma implícita su participación en la contienda electoral. Fue más Cristina que nunca, poniéndose al frente de una batalla de carácter épico en la que planteó sentirse “con la responsabilidad histórica de convocar al reagrupamiento del campo nacional, popular, democrático, para juntar a las fuerzas que permitan ayudar a que esto no se desmadre”.

Dejó en el aire varias cuestiones; por un lado, plantea encabezar una suerte de bloqueo legislativo de la gestión macrista que calificó de neoliberal, buscando reordenar la bancada del Frente para la Victoria, que “no ha estado a la altura de las circunstancias al votar leyes que perjudicaron al pueblo”. Y mostró otra frase que sin dudas será leída con atención por la corporación financiera internacional: “Hay que revisar la deuda. Se endeudaron en 97 mil millones de dólares en un año y medio, el doble de la deuda que contrajo toda la dictadura”. Luego, en el plano doméstico tiene que resolver una cuestión no menor: su relación con Florencio Randazzo. Si bien CFK colocó bajo un paraguas el tema buscando no criticar a su ex ministro, también estableció que no quiere PASO. Aquí hay tela para cortar: en principio, la primaria debería ser sobre la boleta a diputados contra Daniel Scioli, con lo cual se evitaría la competencia directa. La caída en desgracia del ex candidato a presidente facilitaría un acuerdo, pero de haber primarias, ¿existe la posibilidad de que el antikirchnerismo se movilice a votar a favor de Randazzo y contra Cristina? Las presiones sobre el ex ministro van a ser muchas, incluso para que, de ser necesario, haga rancho aparte y se presente con boleta propia.

*Sociólogo (@cfdeangelis)