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PANORAMA / G20

Desafíos y éxitos

La conclusión de la cumbre de líderes globales permite reflexionar sobre qué aportó al prestigio de la diplomacia argentina y al sistema de gobernanza global.

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Mensaje. No fue una reunión “increíblemente magnífica” como decía Macri, pero estuvo cerca. | cedoc

La Argentina llegaba fortalecida y debilitada a esta cumbre del G20. Fortalecida por la organización impecable de más de setenta reuniones a lo largo del año, por su enfoque inclusivo, y por la reconocida calidad de sus equipos técnicos. Pero debilitada por su crisis cambiaria y su acuerdo –en dos tiempos– con el FMI. Esto último podía afectar la capacidad de Argentina de actuar como un honest broker –mediador honesto–, dada la importante influencia de los EE.UU. en el FMI.
Pero gracias a la alta capacidad de los negociadores argentinos y al esfuerzo del Presidente, el proceso se fue llevando con éxito para culminar en un comunicado conjunto. Aquí debemos destacar la labor del sherpa Pedro Villagra Delgado, que enfrentando la difícil escalada final, tal como un auténtico sherpa nepalés, pudo guiar al grupo que formaban el presidente Macri y sus colegas hacia esta cima declaratoria. Por otro lado a Macri se le presentaba el desafío no delegable de liderar la cumbre, reto que podía ofrecer un gran prestigio si era bien enfrentado. Así, la macridiplomacia apareció en todo su esplendor, brillando en el Teatro Colón y en las reuniones bilaterales, y yendo de menor a mayor en su manejo de las reuniones presidenciales.
Esta cumbre del G20 ha demostrado que este comité informal de líderes no es un comité establecido para defender el orden internacional actual, sino para ir ajustándolo y hacerlo más estable y duradero. Adecuándolo así a las relaciones de poderes que reflejan más el presente y el futuro, que el pasado. Evidentemente esto se manifestó en el é-xito logrado en torno al tema comercial, donde se encontró un equilibrio entre las posiciones norteamericanas y chinas, en torno a hacer más ágil y menos burocrática a la Organización Mundial de Comercio (OMC), y en particular su sistema de resolución de disputas, sin mencionar al proteccionismo. Esto se consiguió a un año de la reunión de la ministerial de la OMC en Buenos Aires, donde los logros fueron mínimos. Por su lado, Francia amenazó con no firmar el documento si no se agregaba el tema climático, lo que llevó a la inclusión de éste, con los firmantes del Acuerdo de París afirmando que era irreversible, y con los EE.UU. reiterando su salida de este acuerdo.
En este contexto, la Argentina logró materializar su rol de rule shaper –que influencia las reglas–, incluyendo los temas de su agenda: el futuro del trabajo, la financiación de infraestructura, y la seguridad alimentaria sustentable. Además, se incluyeron el empode-ramiento de la mujer, la lucha contra la corrupción, y el acceso a los sistemas de salud en el caso del SIDA. A su vez se destacó la importancia de sustentar las finanzas globales, poniendo énfasis en la necesidad de evitar los déficits y el sobreendeudamiento, mensaje un tanto obvio, pero revolucionario para la Argentina. Los acuerdos conceptuales obtenidos en este foro, donde primó la cooperación por sobre la confrontación, deben ahora ser implementados a través de los respectivos organismos interna-cionales.
La diplomacia de líderes también adquirió protagonismo en las reu-niones bilaterales. Entre estos nume-rosos partidos simultáneos de ajedrez diplomático podemos destacar los que fueron de carácter transregional o glo-bal, regional, y los que involucraron a la Argentina. La de mayor impacto global fue la de Trump con Xi Jinping, quienes llegaron a una tregua en su guerra co-mercial, a pesar de varios pronósticos que iban en sentido contrario. Como en el caso de las esperadas situaciones de violencia en torno al G20, en esta reunión no se produjeron desmanes. China, para quien es fundamental no descarrilar su crecimiento a niveles del +7%, parece estar dispuesto a actuar con respecto a las limitaciones al control extranjero de empresas en China, a la transferencia forzada de tecnología, y la propiedad intelectual. Por su parte, Macron se destacó por su reunión con Xi Jinping, donde reiteraron su apoyo al Acuerdo de París en lo climático, y por su intercambio virtual con Jair Bolsonaro, nada positivo con respecto a un futuro acuerdo Mercosur-Unión Europea. A nivel regional se destacaron la firma del nuevo Nafta entre Trump, Peña Nieto y Trudeau, y la reunión entre Trump, Shinzo Abe y Narendra Modi, para enfrentar el músculo militar chino en Asia, con Modi afirmando que la sigla JAI (Japón, América –nombre utilizado por los EE.UU. en inglés–, India), quiere decir victoria en Hindi.
En sus reu-niones bila-terales, la Argentina recibió diferentes grados de apoyo político, materializados en diversos acuerdos de tipo económico. Estas reuniones eran el escenario ideal para implementar una estrategia de horizontes diversos, o sea el mantener relacionamientos positivos y simultáneos con las potencias establecidas, las emergentes, y el exterior próximo. Pero como decía Churchill: es siempre más fácil descubrir y definir una serie de principios, que implementarlos. Macri implementó estos principios en forma efectiva, reuniéndose con las siete potencias establecidas y con tres importantes potencias emergentes –China, Rusia, India–. Además, tanto el canci-ller Faurie como Macri se encargaron de desmentir que en la reunión con Trump se había hablado sobre las prácticas depredadoras chinas, evitando así rispideces con China. Subrayando este enfoque de horizontes diversos, el Pre-sidente declararía que debemos trabajar con todos los países.
Así, analizando lo que este G20 otorga al prestigio diplomático argentino, y los resultados de la cumbre y las bilaterales, podemos decir que si esta reunión del G20 no fue la reunión increíblemente magnífica a la que aludió Macri, estuvo increíblemente cerca.

*Autor de Buscando consensos al fin del mundo: hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027).