En nuestras casas hay lugares preparados para recibir visitas o para que estas circulen y puedan apreciar la mejor vista posible. Los invitados tienen acceso a lo que nosotros decidimos mostrarles y, en general, a aquellos sitios donde se coloca la basura, cajas, o cualquier otro desorden, no les dejamos pasar. Lo mismo en un restaurante, donde por suerte no observamos la cocina y no vemos qué sucede allí. En la televisión sólo vemos cuando el programa empieza o termina, es decir cuando aparecen los personajes que los periodistas o conductores representan para la audiencia, pero no sabemos qué ocurre en los cortes.
En realidad, toda la vida social está organizada sobre una combinación de escenificación y, al mismo tiempo, un detrás de escena que no mostramos o que tratamos de que en general no se note. Pensar el orden social como representación de tipo teatral se lo debemos al sociólogo norteamericano Erving Goffman, en quien baso lo que aquí escribo.
En las oficinas de Ipsos hay una entrada muy bonita, moderna, con ventanales y televisores que muestran que estamos por todo el mundo. Pero si alguien debe salir de la empresa después de las seis de la tarde debe recorrer una salida lateral, un pasillo donde el piso tiene otro color, donde hay algo de humedad y donde se guardan los artículos de limpieza. Cuando un cliente sale en ese horario es normal que sintamos algo de incomodidad, ya que le estamos mostrando algo que puede desarticular la escena que todos montamos para ellos. ¿Quién recibe invitados con la casa desordenada?
Así como la vida cotidiana, la política es un enorme escenario montado para nosotros. Los políticos profesionales tienen, por lo general, bastante claro qué deben decir en los medios y de qué modo expresarse. Después de las inundaciones ha quedado muy claro que el mensaje que debían transmitir desde el gobierno porteño era que ellos habían entubado el arroyo Maldonado, algo mencionado sin parar. Cuando la administración Macri hace esto, intenta que veamos la entrada principal o los sitios de la casa más lindos. Cuando la oposición acusa a Macri, nos muestra ese pasillo con humedad y colores más grises. Es un juego de actores tratando de convencer a los que miran.
Cuando Mujica deja que por accidente escuchemos lo que piensa sucede algo parecido pero con una gravedad mayor, ya que sus expresiones desmontan totalmente la escena. Al momento de escuchar claramente lo que dice, hace visible ese pasillo o la cocina del restaurante, eso que no se deja ver nunca, y nos muestra que todo este tiempo ha sido un actor, que sus saludos cordiales a la Presidenta y sus discursos fraternales de ambas naciones eran sólo una puesta en escena.
Y lo de Pablo Bruera viaja en la misma dirección pero con un agravante, ya que juega con la indignación colectiva. Esto no pasaría si los políticos y sus asesores vivieran menos obsesionados con las redes sociales y la escenificación de la vida en el mundo 2.0.
La política se cree el centro del universo, dueña de todo lo que hacemos, y que sus dirigentes son sobrehumanos. El liderazgo de tipo carismático juega con esto al mismo tiempo que necesita la creencia de que esa persona que nos dirige es casi de otro mundo. Según Ian Kershaw, Goebbels llegó a creerse el mito de Hitler de tanto que trabajó en construirlo. Su obsesión por hacer de la nación una enorme representación teatral terminó siendo realidad para él mismo. Es decir, hay casos en que pareciera posible que se olvide que se trata de un montaje. Maduro debe estar convencido de que ese pajarito era Chávez y pone así a los venezolanos en una situación complicada.
Las escenificaciones forman parte de la vida social general y hasta tienen una función que es saber que, por lo menos, hay que tener ciertos cuidados con lo que se dice o hace. Al momento de perder esa noción dejo de ser un actor, sólo por momentos, para pasar a ser un personaje completo día y noche, y es allí donde los políticos pueden ser del todo peligrosos y donde empujan a sus países a las catástrofes.
La escenificación no es mala, sólo hay que saber cuándo actuarla y revisar si ya es hora de empezar la función.
*Sociólogo. Director de Ipsos Mora y Araujo.