El diciembre del 2013 nos encontró ante un escenario montado para el caos, en donde hubo varios factores entremezclados. En primer lugar, está el legítimo reclamo de las diferentes tropas policiales por acceder a un salario más digno. Este disparador vuelve a instalar en la agenda pública el proyecto de sindicalización de las fuerzas policiales. Es necesario que la Argentina discuta esta cuestión, ya que con la sindicalización se terminaría con la anarquización del reclamo. Uruguay, Australia, Sudáfrica, Holanda y Canadá son algunos de los países que ya permitieron la sindicalización y son ejemplos de modelos exitosos. Además, la Organización Internacional del Trabajo también la ha auspiciado.
En segundo lugar, debemos visualizar el nivel de organización de los saqueos. La gran diferencia con el 2001, es que no son saqueos famélicos, de robo-hambre. De ninguna manera pueden comprarse. Acá lo que se vio con claridad es la necesidad por parte de los saqueadores de generar caos, para luego robar electrodomésticos o productos de lujo, actuando de manera organizada y sincronizada.
Estos episodios tenían una clara finalidad: transmitirle pánico a la sociedad y desestabilizar a los gobernadores. ¿Quién tiene hoy en la Argentina, en la región y en el mundo este nivel de organización para generar de un día para el otro este caos generalizado? ¿Quién cuenta hoy con una fuerza de choque dispuesta a todo? El narcotráfico. Estos mismos episodios ocurrieron en Brasil, en México y en Colombia.
No es casual, ya que se lo ha ido a buscar a sus cuevas y a los countries donde viven. Hoy muchos de ellos ya están presos o están en proceso de extradición. Tampoco es causal que en las primeras provincias donde se produjeron los saqueos hayan estado sus cúpulas policiales vinculadas al accionar de los narcos. Tanto en Córdoba como en Santa Fe los jefes de policías han sido sospechados o puestos en prisión por sus vínculos directos con el narcotráfico.
Vinculando una cosa con otra, puede descifrarse la instigación a la sedición policial como una provocación del narcotráfico que desafía al Estado que lo está batallando. Vistos desde este punto de vista, el levantamiento y los posteriores saqueos, no serían sino una demostración del poder del narcotráfico. Hay una clara realidad, que no puede disimularse en ningún país del mundo: hoy los narcos disponen de armas, hacen inteligencia, manejan grandes sumas de dinero y tienen acceso a los medios de comunicación para expresarse; hoy son PODER.
Frente a la ofensiva narco, es necesario preguntarse de dónde proviene su fuente de poder: ella deriva del propio hecho de que el Estado, hace ya mucho tiempo, ha recurrido a la prohibición de todas las drogas como eje de su política.
La prohibición por sí misma genera un inmenso negocio al margen de la ley. Similar a lo que sucediera en los Estados Unidos con la Ley Seca en los años 20. Hoy vivimos el desarrollo de un “poder paralelo”, de nuestras capacidades y valentía depender terminar con esto.
*Especialista en seguridad y presidente del Centro de Estudios
para la Convergencia Ciudadana.