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econOMISTA DE LA SEMANA

Dilemas del nuevo capitalismo

La disrupción en los modelos de negocios derivada de la digitalización es muy profunda y abarca cada vez más sectores.

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REVOLUCION. Fábricas sin obreros, un caso que ya se ve en automotrices de Leipzig. | CEDOC PERFIL

Hay múltiples conceptos para designar distintos aspectos del nuevo capitalismo: cuarta revolución industrial, industria 4.0, revolución o economía digital, Internet de las Cosas, big data, capitalismo de plataforma o capitalismo colaborativo, gig economy. Un exceso de conceptualización que esconde un defecto de análisis que permita ir a la esencia del fenómeno y entender sus consecuencias sobre el mundo del trabajo y la producción.

Tal vez sea la hora de volver a Carlos Marx, y su intento de explicar las lógicas y transformaciones históricas del sistema capitalista industrial en su monumental obra El Capital, para echar luz sobre el nuevo capitalismo. Así como el olvidado Keynes fue desempolvado con la Gran Recesión, ¿será necesario releer a Marx para entender las leyes y contradicciones inherentes del nuevo capitalismo de plataforma? De lo que no tengo dudas es de que hace falta un esfuerzo mucho mayor del que se está realizando para entender la evolución y los impactos en la producción y la organización del trabajo que se está viviendo, para poder anticiparnos e intentar direccionarla.

La disrupción en los modelos de negocios. Además de ser el vehículo de gran parte de las comunicaciones (los mensajes de texto, de voz, la telefonía, las redes sociales), en internet hoy se juega la provisión de una infinidad de servicios cotidianos para todos. Vamos de vacaciones y conseguimos un alojamiento con AirB&B y  Booking. Precisamos un taxi? Llamamos a  Uber o MyTaxi. No hicimos la compra? Pedimos la cena en Foodora o Deliveroo, mientras miramos una serie en Netflix o un film en Telefónica Contenidos o escuchamos una canción en Spotify.

Estos cambios están teniendo creciente impacto sobre la competitividad y productividad del sector productor de bienes a través del big data y la internet de las cosas.La posibilidad que abre el big data de incrementar la productividad en el uso del agua para cultivos, a partir de poder conocer el grado de humedad en cada lugar en cada momento es sin precedentes. El big data aplicado a los mapas monitorea el estado del transito y nos permite reducir la congestión y optimizar los tiempos de viaje. Asimismo, las empresas pueden hacer más eficiente la relación con sus proveedores y clientes monitoreando sus preferencias.

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La disrupción en los modelos de negocios derivada de la digitalización es muy profunda y abarca cada vez más sectores (de las finanzas a la agricultura). Todos los sectores están enfrentando cambios en la cadena logística y de distribución. Piensen en el modo en que hoy se escucha música a través de plataformas como Spotify, que da lugar a equipos de audio (del tipo Sonos) que a través de una app conectan parlantes a esas plataformas. Esto impacta sobre la industria del audio, así como la industria discográfica y el modo en que los artistas musicales obtienen sus ingresos.

La precarización de la relación laboral. La flexibilidad y libertad que otorgan al trabajador las nuevas formas de contratación -sin horarios, sin oficinas- son uno de los lados positivos de esta nueva forma de organización del trabajo. Los millenials, según numerosas encuestas, también resaltan que estas nuevas relaciones laborales permiten complementar un ingreso laboral poniendo en el mercado un bien de uso (una vivienda o un auto) para obtener una renta. ¿Pero es sólo esto?

Tomemos el típico caso de Uber, en el que los choferes de sus propios autos revisten para la empresa la categoría de socios capitalistas, tal vez porque ellos utilizan su propio capital (el auto), además de comprometer su fuerza de trabajo. Sin embargo, desde otra perspectiva, estos choferes son lo más parecido a arrendatarios de la tierra a los que el terrateniente rentista, la empresa Uber, les cobra un porcentaje de lo que producen. El viejo terrateniente ponía a disposición la tierra y cobraba la renta por el uso de la misma; Uber ofrece una app y se lleva un generoso porcentaje de los ingresos que generan sus usuarios (entre el 20 y el 30%). Uber, al igual que el viejo rentista terrateniente, no arriesga ningún capital y no paga ningún salario, cobra por dar acceso a la plataforma en la red ahora, como antes por la tierra.

En esta economía de demanda (gig economy), los trabajadores y los choferes no perciben ninguna remuneración fija, ni una mínima. Son “emprendedores” y tendrán ingresos en la medida en que alguien compre su servicio. Así que con la libertad de decidir cuándo y cómo trabajar, también “ganan” la necesidad de organizar y costearse su cobertura por enfermedad, vacaciones, licencias por paternidad o maternidad. En el nuevo modelo, en el que al trabajador se lo substituye por el “emprendedor”, desaparecen los derechos adquiridos por los trabajadores porque se diluye la relación asalariado empresario. Los trabajadores ganan libertad, mientras Uber se hace socio de las ganancias y terceriza completamente el riesgo capitalista, que consiste en adelantar el pago de los salarios, de los bienes de capital y los insumos de la producción, y enfrentar la incertidumbre de las condiciones de demanda del mercado. Al contrario, son los choferes los que arriesgan su capital porque su ingreso neto será “lo que quede” luego de pagar la amortización de su auto, la nafta, los arreglos mecánicos, el seguro, los impuestos, su jubilación, la medicina prepaga y un porcentaje de su facturación a Uber.

¿Qué hacer? Las nuevos modos de producción capitalistas son consecuencia del cambio tecnológico que trae aparejado la economía digital producto de un espectacular proceso de acumulación de capital en los países centrales. Es un proceso irreversible e imparable como lo fue el paso del sistema feudal al sistema capitalista.

De nada sirve lamentarse por su costado oscuro. Hay que tener clara esta mutación para poder desde los estados nacionales y organismos multilaterales comenzar a discutir las mejores regulaciones que ayuden a aprovechar las ventajas que el mismo ofrece y minimizar sus costos. Me refiero, básicamente, a los aspectos en materia de derechos laborales, de defensa de la competencia, impositivos y fiscales, de seguridad, entre los más relevantes. Hay que apurarse porque no estamos hablando de tendencias del futuro sino de una realidad que ya es presente.

*Desde Paris.