Toda fuerza política que se proponga gobernar una sociedad nacional relativamente compleja debe contar con un cuerpo de ideas sólidas (aunque no inmutables), las que articuladas unas con las otras conformen un programa de gobierno. Ese cuerpo de ideas será fundamental para elaboran las políticas adecuadas, evitando así andar corriendo detrás de los hechos. Algunas veces ocurre que la fuerza política cuenta con ese arsenal de ideas, pero no con los recursos necesarios para llevarlas adelante. Esos recursos son tanto de orden técnico como financieros: los primeros pueden encontrarse con mayor facilidad si la fuerza política está abierta a buscarlos fuera de su grupo de adherentes; el problema financiero suele ser más apremiante.
Frente a los problemas económicos que exhibe nuestro país cabe preguntarse si los mismos se deben prioritariamente a falta de recursos o a falta de ideas. En cuanto a los primeros, Argentina cuenta con técnicos de sólida formación como para enfrentar los diferentes problemas que están por detrás de nuestras crisis; es posible que algunos de esos técnicos no hayan abrazado el kirchnerismo, pero dada la índole técnica de las tareas no debiera existir impedimentos para ponerlos al frente de los organismos encargados de las políticas específicas (el caso Galuccio es un ejemplo). En cuanto al dinero, es más claro aún que éste no ha sido un déficit que haya sufrido este gobierno: fuerte liquidez internacional; precios de nuestras exportaciones como hacía mucho no se registraban; y una recaudación que bate récords mes a mes dentro de una pauta impositiva que es la más alta de la región. Queda claro entonces que lo que falta es un cuerpo de ideas que debidamente articuladas den lugar a políticas coherentes que conformen un programa de gobierno.
Esta falta de ideas ha quedado en evidencia una vez más en el discurso de la señora Presidenta del miércoles pasado: para uno de los problemas más complejos, de múltiples causas, y que es uno de los más apremiantes y estratégicos, como es el de los “ni ni”, sólo se pensó en repartir 600 pesos por mes a cada uno de ellos, como incentivo para que vuelvan a la escuela.
El asistencialismo aislado de medidas de fondo no es una idea política; es una reacción humanitaria elemental propia de parroquias y de organizaciones de caridad, destinada a paliar la situación de personas que sufren hambre y abandono.
Los “ni ni” son jóvenes ciudadanos argentinos que necesitan ser reincorporados a la sociedad con plenitud de garantías y con todos los derechos que hacen a la dignidad humana; entre ellos el de sentirse dueños de su destino y organizar sus vidas sin tener que recurrir a la limosna que siempre se paga con enajenación y dependencia. Esta reincorporación a la sociedad, para ser posible, requiere de muchas ideas: un conjunto de ellas se refieren a un cambio drástico en la política económica, de manera que se garantice la seguridad jurídica y demás condiciones para que haya inversiones productivas que creen empleos genuinos suficientes para incorporar a esos jóvenes al mercado de trabajo con salarios dignos y seguridad social; otro conjunto de ideas relativas a nuevas formas de aproximación a la educación pública para que les resulte atractivo iniciar o retomar sus estudios; y más complejo aún, pero condición indispensable para que todo lo demás funcione, un cuerpo de ideas destinadas a la resocialización de esos jóvenes que han perdido todo vestigio de normas y pautas de comportamiento propios de una convivencia humana civilizada. Esa resocialización significa nada menos que reconvertirlos en ciudadanos, para lo cual deben revalorizar el papel del trabajo como estructurador de conductas; la importancia del esfuerzo y de la capacitación para alcanzar un lugar digno dentro de la sociedad. Sin la recuperación de esos valores nunca se verán atraídos ni por ofertas educacionales ni por empleos formales, aún cuando éstos llegaran a estar disponibles.
*Sociólogo. Club Político Argentino.