Escenas del capítulo anterior: definitivamente sin un peso en el bolsillo, el columnista dominical no puede acceder a comprarse libros. Se lanza entonces a leer gratis por internet, donde descubre una excelente entrevista de Gonzalo Aguilar a Francisco Lienur y Adrián Gorelik en la revista Informe escaleno. ¡Hace tres días que ya comenzó el cambio! ¡Es aquí, es ahora, vamos que se puede! En todo caso, podrán ustedes. Para mí nada cambió: de tanto buscar monedas, rompí el bolsillo de mi viejo Levis 501 rojo (soy un nuevo pobre: uso ropa de marca, de cuando era de clase media, sólo que ahora está toda rota, emparchada, raída; sin posibilidad de comprarme un pantalón nuevo nunca más), y sigo sin un mango, por lo tanto sin poder comprarme libros. Continúo pues mi búsqueda de lectura gratuita por internet, deteniéndome en el buen blog de Eterna Cadencia, donde siempre se encuentran cosas interesantes. De hecho, con excesiva amabilidad, incluso me han invitado a participar alguna que otra vez (lo que demuestra que no todo lo que publican es interesante). Siempre acepté, pero de manera dubitativa. Me inquietaba el hecho de que estuviera abierto a comentarios de los lectores o usuarios del blog, por llamarlos de algún modo. Acepté dubitativamente, como decía, porque me parecía demasiado veleidoso de mi parte poner condiciones para participar, pero siempre con la hesitación de si no les debería haber planteado mis inquietudes. En fin, nada importante. Lo cierto es que, más allá de este blog en particular (que alguna forma liviana de edición debe hacer en los “comentarios”, porque curiosamente nunca leí insultos graves) en general, el género “comentario” en los blogs o sitos o páginas web me es absolutamente desagradable. Muy habitualmente son insultos sin gracia, reproches tontos, campeonatos a ver quién es más vivo. Aquí las palabras claves son “sin gracia”: el problema no es el insulto, es la falta de talento para hacerlo. El arte de la injuria no es algo menor, y los insultantes profesionales de los blogs han dejado pasar una excelente ocasión de demostrarlo.
Lo cierto es que, volviendo al tema, en el blog de Eterna Cadencia encontré una excelente intervención de Martín Kohan, en la que analiza la legitimidad e interés del compromiso de los intelectuales de derecha que firmaron una solicitada a favor de Macri. Y rápidamente, como era previsible, comenzaron a llegar los “comentarios”. Algunos triviales, otros no tanto, alguno que otro agresivo, aunque esta vez un poco menos que lo que era de esperar (y, como decía antes, sin llegar al insulto: imagino que esos comentarios son interdictos por el blog). Y allí, inesperadamente, en un gesto que reúne una paciencia infinita, un talento argumentativo sin igual, y una ética de la discusión, Martín Kohan interviene una y otra vez en los “comentarios” (es decir, que a la larga cola de comentaristas con nombres como “Galatasaray”, o “Ernst”, Kohan agrega el suyo) respondiendo a cada “comentarista”, tomándolos bien en serio, con un respeto que de tan exagerado se vuelve conmovedor, y que rápidamente genera que el nivel de la discusión se eleve, que la provocación de patas cortas se detenga, y que todo se vuelva interesante. Admiro a Martín Kohan por muchas razones, una de ellas es por hacer (y hacerlo bien), lo que yo ni siquiera me animaría hacer (y haría mal).