A eso de las seis y media de la tarde del sábado 11 de septiembre, el subdirector médico de la Unidad Presidencial, Dr. Marcelo Ballesteros, marcó el número telefónico del director de un importante centro diagnóstico. Lo hizo mientras se producían los aprestos para que Néstor Kirchner, por sus propios medios, se trasladara a la Clínica Olivos. El directivo en cuestión no estaba en Buenos Aires y eso, seguramente, le debe haber agregado una cuota más de inquietud al médico presidencial.
Ya internado en la clínica, el ex presidente en funciones describió las molestias –dolores– que venía percibiendo en su pecho. Ante las características del cuadro y en virtud de los antecedentes del enfermo, los médicos tratantes sospecharon que algo no andaba bien en las coronarias del Dr. Kirchner. De ahí, la acertada decisión de disponer su traslado al sanatorio De Los Arcos. Una vez allí, se ordenó la realización de una coronariografía que confirmó la existencia de una suboclusión de una de las arterias coronarias. Por consiguiente, la indicación quirúrgica no se hizo esperar. Fue así que los doctores Jorge Mrad y Jorge Miano procedieron a realizarle a Néstor Kirchner una angioplastia con la posterior colocación de un stent, a fin de asegurar la reiniciación del flujo sanguíneo normal a través del vaso afectado. Así, en las primeras horas del domingo pasado, el episodio estuvo solucionado sin que, afortunadamente, quedaran secuelas para el enfermo.
Esto que le pasó a Néstor Kirchner no fue obra de la casualidad. La realidad es que el ex presidente en funciones padece una enfermedad que afecta a sus arterias. Los estudios que se le realizaron en febrero pasado, en ocasión de la suboclusión de su arteria carótida derecha, lo mostraron con todo detalle. Esos estudios confirmaron que hay otras zonas de su organismo que han sido dañadas por este mal, aun cuando esto no ha producido manifestaciones clínicas.
Los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares son esencialmente, los siguientes:
Obesidad.
Diabetes.
Hipertensión arterial.
Tabaquismo.
Sedentarismo.
Hipercolesterolemia.
Estrés.
Personalidad tipo A.
Néstor Kirchner ya no fuma, hace cinta todos los días pero es hipertenso, tiene necesidad de controlar su colesterol, vive en medio del estrés –que en muchos casos contribuye a generar– y tiene una personalidad de tipo A.
La personalidad de tipo A fue descripta en un célebre trabajo de los cardiólogos californianos Meyer Friedman y Ray Rosenman. Allí concluyeron que las personas que presentan ese rasgo de conducta –que las hace agresivas, ambiciosas, altamente competitivas y obsesionadas con el paso del tiempo– suelen tener niveles elevados de colesterol en la sangre, lo que las expone a un riesgo significativamente mayor de padecer enfermedades cardiovasculares.
Cuando fue dado de alta luego de la intervención quirúrgica en su arteria carótida derecha que le realizó el Dr. Víctor Caramutti, a Néstor Kirchner se le indicó la necesidad de producir cambios en su forma de encarar la vida. El objetivo era disminuir los picos de estrés que tanto detrimento causan en su salud. Es innegable que el ex presidente en funciones ha venido haciendo caso omiso a esta advertencia. Es curiosa tanta necedad, sobre todo, ante la evidencia tan clara de la vulnerabilidad que el organismo del Dr. Kirchner presenta ante el estrés. Cuando a fines de 2005 echó a su ministro de Economía, Roberto Lavagna, el entonces presidente Kirchner sufrió una recaída de su colon irritable, que lo obligó a varios días de reposo. La suboclusión carotídea que padeció en febrero pasado se produjo en medio del vendaval generado por el decreto de necesidad y urgencia con el que la Presidenta quiso disponer de los fondos del Banco Central para aplicarlos al pago de los vencimientos de la deuda externa. El actual evento coronario se generó tras el enojo del Dr. Kirchner con el gobernador Daniel Scioli. Hubo para ello tres causas fundamentales: la primera, las expresiones de Scioli frente a los familiares de Carolina Píparo –“tengo las manos atadas para combatir el delito”–; la segunda, su falta de acompañamiento en la guerra contra Clarín, y la tercera, las sospechas de algún contacto del gobernador con Eduardo Duhalde.
A propósito de toda esta particular situación que se ha producido entre el matrimonio presidencial y Scioli, vale la pena consignar la confesión de alguien que tiene oficinas en la Casa Rosada: “Aquí y ahora lo único que importa es Scioli. Muchos intendentes del Conurbano están enojados tanto con él como con nosotros”. En el medio del desasosiego, esa misma voz agregaba que “lo de Kirchner es tremendo. No para un minuto. Desde que salió del sanatorio no deja de llamar y dar órdenes de mal modo”.
La intempestiva manera cómo el matrimonio presidencial dejó el sanatorio De Los Arcos en las últimas horas del domingo 12, así como también la aparición de Néstor Kirchner en el Luna Park en el acto de la Juventud Peronista, demuestran que el ex presidente en funciones está empecinado en desoír los consejos de sus médicos. Las expresiones de la Presidenta –“fue todo un invento”– en relación con los síntomas y signos clínicos que llevaron a la intervención quirúrgica que se le practicó a su esposo, como la desopilante y disparatada aserción del canciller Héctor Timerman, quien dijo que lo de Kirchner “fue menos grave que sacarse una muela”, confirman esa actitud.
Desde el domingo último, la enfermedad de Néstor Kirchner ha pasado a ser un dato de la realidad política argentina. Nadie podrá impedirle ser candidato. Por lo tanto, de ahora en más, su principal obstáculo es y será él mismo, si es que nada cambia en su vida y lo que privilegia es su enfermedad de poder por sobre la salud de sus arterias.
Producción periodística:
Guido Baistrocchi.