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El periodismo que viene

Dos mundos nuestros

Un amigo mío participó meses atrás de una regata, la Volvo Ocean Race Game: el “Everest“ de las regatas, nueve meses de peligros extremos.

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Un amigo mío participó meses atrás de una regata, la Volvo Ocean Race Game: el “Everest“ de las regatas, nueve meses de peligros extremos. Es un fanático de la navegación a vela así que sabía lo que hacía: qué vientos aprovechar, qué instrumentos conseguir para navegar mejor... por Internet.

La regata se corre en el mundo real. Pero también se puede correr en el virtual donde se navega en las mismas condiciones meteorológicas del mundo real. Mi amigo se la tomaba tan en serio, tanto lo estimulaba competir con sus propios amigos, que se gastó muchos dólares (reales) para comprar velas extra y un piloto automático (virtuales, claro). No ganó pero la pasó fantástico durante muchos meses, chequeando su posición y ajustando su estrategia, robándole tiempo al sueño (una noche hubo que pasar entre dos islas, un desvío era la “muerte”), y aprendiendo: es Guido Culasso Moore, experto en nuevos medios.

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El mundo real y el virtual son porosos, se comunican, tanto que mi amigo gastó dinero real mientras padecía tormentas virtuales que copiaban al clima verdadero. Fin del primer ejemplo donde se combinan lo virtual y lo real.

Otro, citado por Eliseo Verón en estas páginas el 24 de octubre: un programa para iPhone permite enfocar un tren del metro de París y saber, por ejemplo, a qué vagón conviene subir, qué plazas se pueden usar hoy, etc. Otro más: Foursquare permite ubicar con nuestro celular qué amigo está cerca; nuestras redes sociales se vuelven geolocalizables. Un amigo que hasta ahora era sólo virtual y sólo conocíamos por sus videos o textos se convierte en una persona real porque podemos conocerlo físicamente. Nuestras experiencias virtuales y reales se combinan y se enriquecen.

Días atrás expuse en TEDxBuenosAires un modelo de periodismo –hecho por profesionales y amateurs– que, desde la virtualidad de Internet, puede acompañar a los usuarios a la acción en el mundo real. Lo expliqué con un ejemplo imaginario, más o menos así:

Tenemos un medio on line híperlocal: cubre las noticias de un barrio del Gran Buenos Aires. Varios vecinos nos dicen que el agua de sus casas está contaminada. Ayudados por expertos, hallamos evidencias de que una fábrica de químicos está contaminando todo el barrio: agua, tierra y aire. Hay gente enferma: problemas en la piel, problemas gástricos.

Periodistas, ciudadanos y profesionales elaboramos textos, videos, audios con testimonios de víctimas y de los presuntos causantes del daño, de expertos e instituciones especializadas. Procesamos los materiales. No tenemos apuro: nuestro principal activo es el rigor y el prestigio. Los contrastamos, los verificamos y los publicamos. Primera etapa.

Segunda etapa. Los vecinos, los expertos y los periodistas amateurs y profesionales proponemos qué hacer. Dialogar con la fábrica química, reclamos judiciales, reclamos a autoridades locales, movilizaciones de protesta, etc. Pedido de ayuda a asociaciones civiles y a organismos internacionales.

Debatimos y resolvemos. La tecnología transparenta el proceso: cualquiera puede conocer las discusiones y cada etapa de la edición de los materiales porque quedan registradas. La transparencia nos da credibilidad.

O sea que, al revés de los usuarios de los medios tradicionales, estos pueden hacer mucho con el medio y mucho entre ellos mismos. Pueden tratar de cambiar el mundo en que viven. Pueden informarse, debatir, encontrar consensos y llevar a cabo acciones en el mundo real si creen que es necesario. Y en ese proceso pueden tener una muy rica experiencia social. Estos pueden ser los beneficios de un periodismo que da un paso más y se involucra activamente.

Un medio así puede ser un embrión y un modelo de un periodismo más activo y participativo, si prueba su eficacia. Depende de la voluntad y la generosidad de los periodistas y de la gente en cada caso. Mas dependerá de nosotros como sociedad: el periodismo es apenas una herramienta, puede curar y puede dañar; también puede ser insignificante.

Ahora que la gente es más activa en la virtualidad, lo será también en el mundo real a través de las redes sociales y los medios periodísticos que les sirvan para eso. No es una novedad. Los medios tradicionales suelen promover acciones concretas en el mundo real. A veces generan poderosas corrientes de solidaridad que salvan muchas vidas. También han promovido guerras y golpes. Son ejemplos extremos. Me interesa mostrar que no son neutrales ni pasivos.

Habrá muchos y distintos periodismos. El que más me interesa es el hecho con la gente como una herramienta mejor para vivir mejor. Los usuarios y los periodistas, amateurs y ciudadanos, ya la estamos construyendo.


*Periodista. www.robertoguareschi.com