El domingo pasado Lanata se despidió de este diario. El 3 de marzo próximo lanzará su propio diario. La noticia me produce emociones encontradas: me entristece perder a un gran periodista, me preocupa ganar un futuro competidor, me tranquiliza saber que PERFIL no estará tan solo haciendo periodismo puro y me alegra contar con otra buena fuente de lectura.
Es un doble duelo, duelo como luto por la pérdida de un gran periodista y duelo como desafío por la aparición de un gran competidor. En lo que respecta al luto, su Panorama Político no será reemplazado inmediatamente. En lo que respecta al desafío, como el propio Lanata bien lo dice en su despedida: “Estábamos antes del mismo lado, lo estuvimos estos años, seguiremos estándolo. Hablo del periodismo. De ese destino que no nos podemos sacar de encima”.
Y continúa Lanata: “Montar un diario, imaginarlo desde la nada, verlo crecer, ver cómo esa idea se transforma en los demás es un privilegio que tuve una vez y que espero volver a vivir: uno deja la vida en ello, y vale la pena hacerlo. A mi alrededor están convencidos de que no tengo cura: para qué un diario, por qué ahora, ¿qué sentido tiene salir de la radio con el segundo programa más escuchado?”.
La voluntad. Cómo no comprenderlo. Lanata dejó Página/12 hace 13 años y 177 días. La foto que ilustra esta columna es del día que PERFIL logró reaparecer tras 7 años y 42 días de espera. En la contratapa de ese día de reestreno escribí: “Voluntad es la primera palabra que viene a mi mente. Einstein sostenía que era una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica. La voluntad sería una potencia del alma, un decreto divino, fuera del control del sujeto, externo a él y por tanto indómito. Un afamado psiquiatra norteamericano, Abraham Maslow, explicaba que toda capacidad es una necesidad. Pide pista sola. Es un mandato que no se detiene a analizar conveniencias ni a especular. Su prima, la vocación, viene de vocatio: llamar. Los romanos pensaban que era un llamado de Dios, una vox, una advocación que cuando se producía nadie podía resistírsele; que convoca y mueve a hacer, casi sin saber por qué. Ortega y Gasset creía que al ser fieles a nuestra vocación éramos fieles a nuestra propia vida. Que la vocación (destino personal) designa la autenticidad del ser humano porque es insobornable e intransferible”.
“La creatividad es un intento de imponer nuestros deseos a la realidad. Hacer público lo creado –publicar– es compartirlo, obsequiarlo a sus destinatarios. Los artistas, por ejemplo, arden en deseos de mostrar. Pero aun sin el reconocimiento de los demás, quien crea vive una experiencia gratificante, ya que el trabajo bien hecho hace cantar al espíritu.”
“A veces, intentando lo imposible es como se hace lo posible. La insistencia es la materia prima con la que se consigue realizar los sueños. Lo que persevera, aunque sea débil, se transformará en fuerte. Para no pocos filósofos, la voluntad tiene un carácter irreductible; es autónoma, principio y fondo de cuanto existe y motor de todo cambio. Al querer algo, el hombre se quiere a sí mismo. Querer es querer vivir, deseo de seguir siendo.”
“Descartes consideró a la voluntad infinita respecto del intelecto, porque el segundo delibera pero sólo la primera decide. Y Maine de Biran alteró el principio cartesiano de ‘pienso, luego existo’ por ‘quiero, luego existo’. La voluntad de creer es requisito del pensamiento: si nos propusiéramos ser completamente racionales, no podríamos encontrar una base para creer que haya una verdad, o que nuestra mente y la verdad estén hechas la una para la otra.”
“Si creyéramos que nuestro intelecto es infalible, podría tener algún sentido esperar hasta contar con pruebas más firmes de la verdad o la falsedad de una hipótesis. Hacer es creer, y la acción es voluntad. La personalidad de los individuos no se manifiesta en expresiones estáticas, sino sólo en movimiento. La voluntad es un ímpetu que va siempre más allá, que no se detiene hasta su muerte; algo vital, orgánico y biológico. Vida y voluntad son sinónimos.”
Gemelo. Reproduzco estos párrafos de aquella contratapa porque no encuentro mejor forma de comprender a Lanata que mirar mi propio espejo y aquellas palabras, que creo podían valer para mí, no dudo que valen para Lanata. Terminé aquella columna del reencuentro diciendo: “El mayor privilegio de un periodista es tener por oficio sus pasiones. Hacer un diario para hacer un diario. No para otra cosa”.
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Duelo, duelo. De luto y de desafío. Duelo de dúo. Duelo de doler: Gordo, te vamos a extrañar mucho.