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la muerte de un juez I

El agujero negro en la Justicia

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La muerte del juez Claudio Bonadio, ocurrida esta semana, significó para muchos la aparición de un agujero negro en la endeble Justicia argentina y un golpe de desesperanza respecto del funcionamiento de ésta. Para otros tantos resultó un acto de Justicia divina, y no se privaron de celebrarlo. Finalmente, aquellos a quienes su investidura obliga (por una simple cuestión de conducta civilizada) a enviar al menos una nota de condolencia, lo cual no significa un elogio al muerto, optaron por un silencio mezquino.

En sociedades moralmente más evolucionadas la muerte de un juez no pone en duda la salud de la Justicia, porque el sistema judicial funciona garantizando la continuidad del contrato social por medio del cual la comunidad en su conjunto acuerda una serie de principios de equidad e imparcialidad, y las instituciones encargadas de hacer respetar ese contrato cumplen con su función. Esta es una idea que John Rawls (1921-2002), pilar de la filosofía política contemporánea, desarrolló a fondo en su libro Teoría de la justicia. Quienes viven en esas comunidades han aprendido, a través de la educación y de la experiencia, que la Justicia no es buena cuando los favorece y mala cuando los limita o los sanciona. Es decir, que el paño que tapa sus ojos es opaco, y no transparente, como ocurre, por ejemplo, aquí. Si bien en todas partes y en todos los tiempos los jueces son seres humanos, con sus propias ideologías, sentimientos, creencias y falencias, los sistemas más evolucionados construyen diques y represas que impiden que cada juez, a partir de su ejercicio del cargo, cree su propia Justicia. Cosa común entre nosotros, a partir de ese subterfugio llamado “interpretación de la ley”.

Ante esto, el jurista argentino Andrés Rosler, Doctor en Derecho por la Universidad de Oxford, propone en su reciente obra La ley es la ley un ejercicio positivista del derecho. Según éste, un juez no es un filósofo (como muchos jueces se pretenden hoy) ni un profesor cuyos fallos deben ser clases de derecho. Es simplemente la persona encargada de aplicar un reglamento acordado por la sociedad a través de sus representantes. “A veces, hay que interpretar la ley porque el derecho no se entiende”, admite Rosler en una entrevista con Alejandro Cánepa en la revista cultural Ñ. Alude así al efecto nocivo de las jergas especializadas, que atentan contra el lenguaje y la comprensión. Y agrega: “El problema es que llamamos interpretación a cualquier cosa que hace un juez. En ocasiones llamamos interpretar a cambiar la ley. Pero los jueces están para aplicar el derecho”. La ley, apunta Rosler, es un sistema que se afirma en ciertos valores. Cuando estos se olvidan o no se respetan sobreviene la anarquía.

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El hecho de que el sistema judicial argentino funcione preferentemente en sentido contrario al que describe y propone Rosler, hace que sus funcionarios tengan una gran responsabilidad en la anomia pandémica que caracteriza a la sociedad argentina, sobre la que ya advertía el gran jurista y filósofo del derecho Carlos Nino (1943-1993) en su siempre vigente y clásico libro Un país al margen de la ley. En un contexto así la muerte de un juez, como ocurre con la de Claudio Bonadío, termina siendo un nuevo pretexto para que la sociedad exhiba su fragmentación, su intolerancia, sus diferentes necedades, su incapacidad de construir acuerdos aun en el disenso, su imposibilidad de atisbar un horizonte e intereses comunes por encima de las ambiciones facciosas. No solo quienes festejaron como caranchos la muerte de Bonadio mostraron su propia miseria. También lo hicieron muchos de quienes, con el pretexto de defender su memoria, usaron de manera patéticamente utilitaria esa memoria para continuar con rencillas de pasillo y de conventillo político y mediático. Como señala Rawls, no solo las leyes, instituciones y sistemas sociales garantizan el funcionamiento de la Justicia. Es fundamental, para que ésta exista, el comportamiento de las personas, su aceptación de la diversidad, los valores que dicen respetar, la manera en que los honran y la cooperación social, valor escasísimo por estos lares.

*Periodista y escritor.