COLUMNISTAS

El amo y el esclavo

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RECONCILIACION PARA LAS CAMARAS. Ultima foto juntos: el matrimonio presidencial, antes de partir hacia Nueva York, se mostró en Morón con Scioli.

Néstor Kirchner y Daniel Scioli recrean la dialéctica del amo y el esclavo que inmortalizó Hegel, para quien sin la lucha a muerte por el reconocimiento del otro no habrían existido humanos sobre la Tierra y los hombres no se diferenciarían en mucho de los monos. Según Hegel, el hombre no habría podido aparecer si no fuera en forma de rebaño. Y al ser la realidad humana social, las personas compiten entre sí por los mismos deseos (ser presidente, en el caso de Kirchner y Scioli): “Es humano desear lo que desean los otros, porque lo desean. Así, un objeto totalmente inútil desde el punto de vista biológico, tal como una condecoración o la bandera del enemigo, puede ser deseado porque es el objeto de otros deseos (...) la historia humana es la historia de los deseos deseados”.

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Si Scioli lo desease suficientemente, podría ser el próximo presidente. Eso le repite su entorno, que lo impulsa a asumir su separación del kirchnerismo y aceptar el ofrecimiento de Duhalde, quien iría como senador por la provincia de Buenos Aires, y De Narváez como gobernador. Pero para eso tendría que estar dispuesto a una lucha a muerte hegeliana por el reconocimiento del otro. “Nacida del deseo, la acción tiende a satisfacerlo”, pero cuando dos personas compiten a muerte por el mismo deseo, “hace falta que ambos adversarios queden con vida después de la lucha (para que la sociedad se perpetúe), mas sólo es posible a condición de que ellos adopten comportamientos opuestos en esa lucha”; para eso, “uno de ellos, sin estar de ningún modo predestinado, debe tener miedo del otro, debe ceder al otro (...) debe abandonar su deseo y satisfacer el deseo del otro: debe reconocerlo sin ser reconocido por él. Pero reconocer así implica reconocerlo como amo y reconocerse y hacerse reconocer como esclavo del amo”. “El hombre no es jamás hombre simplemente. Es siempre, necesaria y esencialmente, amo o esclavo.”
Desde esta forma dialéctica, si Scioli quiere lo que desea tan en serio como para estar dispuesto a la acción, se dispondrá a ser amo y vencer a Kirchner en esa lucha entre dos, donde sólo hay lugar para un amo y un esclavo.

Que Scioli haya sido el más disciplinado servidor de Kirchner no indica que siempre vaya a serlo: “El hombre no alcanza su autonomía verdadera, su libertad auténtica, sino después de haber pasado por la esclavitud, después de haber superado la angustia por la muerte”. “No basta haber tenido miedo, ni haber tenido miedo advirtiendo el hecho de que se ha temido a la muerte. Es necesario vivir en función de la angustia. Pero vivir así es servir a alguien a quien se teme, alguien que inspira o encarna la angustia. Sirviendo a otro, exteriorizándose, solidarizándose con los otros el hombre puede liberarse del terror esclavizante que inspira la idea de la muerte.” “El esclavo sabe qué es ser libre. Sabe también que no es y quiere devenir libre. La experiencia de la lucha y su resultado predisponen al esclavo a la trascendencia, al progreso, a la Historia.”

En el momento en que Scioli y varios intendentes del Conurbano bonaerense descubran que aquello que los aterrorizaba ya no los atemoriza tanto, como parece estar sucediendo, verán que “la verdad del amo es el esclavo y su trabajo. En efecto, los otros no reconocen al amo en tanto que amo sino porque hay un esclavo; y la vida del amo consiste en el hecho de consumir los productos de trabajo servil, de vivir de y por ese trabajo”. “El amo no puede nunca desprenderse del mundo donde vive, y si ese mundo perece, sucumbe con él. Sólo el esclavo es capaz de trascender el mundo dado sometido al amo. Es el esclavo (el) que, por fin, triunfa allá donde el amo, necesariamente, fracasa.”
Scioli debería leer, en La fenomenología del espíritu, el Capítulo IV, apartado A, titulado: “Independencia y sujeción de la Autoconciencia; señorío y servidumbre”. Quizá Hegel pueda ayudarlo a decidirse.