COLUMNISTAS
Entre la calidad y la redacción

El desafío de transformar la educación

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Era colaborativa. Es difícil educar si la formación del profesorado sigue siendo nonodisciplinar y desarticulada. | cedoc

Hace unos días el gobierno nacional presentó en el marco del Consejo Económico y Social, el documento “El 2030 como horizonte de las transformaciones para la educación argentina”, para que las entidades que participan de ese espacio nacional, puedan realizar comentarios y sugerencias.

El título y algunas de las propuestas mencionadas en el documento, nos obliga a relacionarlo con la Agenda 2030 aprobada por la ONU en 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las metas e indicadores de cumplimiento. Ello representaría una oportunidad para que nuestro país pueda dar cuenta del cumplimiento de los compromisos internacionales y poder evidenciar lo que efectivamente se realiza en favor de cada uno de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible.

La Agenda 2030, no solo se preocupa por lo ambiental, lo sostenible también está relacionado con el futuro de la humanidad. Por eso, el ODS 4 es el punto de referencia obligatoria para lo educativo, en él se expresa la responsabilidad de los Estados de “garantizar una educación inclusiva, equitativa, y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”

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El documento en debate en el Consejo Económico y Social, hace hincapié en conceptos como la inclusión y la equidad, y un cúmulo de dispositivos que los pondrían en prácticas. Ahora bien, llama la atención que no se incorporen las políticas evaluativas y la acreditación aseguramiento de la calidad en todos los niveles educativos, como una dimensión propia y particular que atraviesa todos los componentes del sistema educativo. Una dimensión relevante en el mundo educativo, para verificar éxitos y establecer políticas de mejora continua, no tiene recepción en la propuesta.

Paradójicamente, la única mención hacia la calidad educativa está ligada, sólo a la formación docente. Y por si eso fuera poco, la redacción del documento, responsabilizaría al profesorado por las deficiencias de la educación argentina, cuando es sabidos que existe una multiplicidad de factores que inciden en esta triste, pero cierta realidad.

Si en un cuadro social como el nuestro, el sistema educativo no es inclusiva, tampoco será de calidad; pero si la educación no es de calidad, es imposible que sea realmente inclusiva.

La educación durante toda la vida, planteada en el ODS 4, debe tener tratamiento particular, de modo que la necesaria actualización, recalificación, formación continua en un mundo tan cambiante como el de hoy, pueda darse en todo momento de la vida de las personas, para favorecer el acceso a mejores oportunidades laborales y profesionales.

Hay un aspecto central que debe ser considerado en la sociedad del conocimiento: la enorme producción del mundo científico y educativo actual a partir del desarrollo nuevas disciplinas, o bien, trans, inter o multidisciplinas.

Difícilmente podemos educar al estudiantado en la era colaborativa, donde prima el trabajo interdisciplinario y en equipo, si la formación del profesorado sigue siendo nonodiciplinar y desarticulada.

Internacionalmente los estudios STEM, acrónimo que evidencia la integración educativa de disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, son una muestra de estas tendencias actuales que preparan al estudiante para pensar y actuar integrando conceptos y saberes.

No solo hay que formar más a nuestros docentes, sino también mejor y de modo diferente, ese es un reto del sistema y sus transformaciones.

Esta sociedad, con nuevos conocimientos, genera áreas de vacancias que deben ser atendidas con las ofertas formativas, debemos llenar los vacíos para promover vocaciones tempranas acordes a los desafíos del desarrollo y hacerlo con anclaje hacia lo local.

En pleno proceso de internacionalización de la educación, potenciado por las TIC, hay que pensar entonces en la internacionalizar el curriculum y de nuestras comunidades educativas, fortaleciendo identidades para facilitar la construcción de una ciudadanía global.

Por último, debemos educar en valores que fortalezcan: la cultura del trabajo; la decencia; la democracia; república y el respeto a la diversidad. Para ello, estas iniciativas y seguramente otras más, deben contar con amplios consensos, con procedimientos claros para las transformaciones necesarias que deban realizarse, favoreciendo al todo, más que a las partes.

*Miembro del Consejo de Gobierno de Unesco-Iesalc.

Producción periodística: Silvina L. Márquez.