La fotografía, no es una novedad, ha vivido un avance vertiginoso en los últimos años. No solo tiene que ver con la calidad y la tecnología, sino también con el uso masivo y cotidiano que hacemos de ella.
Fotografiamos direcciones, documentos, pantallas, comidas, animales, paisajes, además de personas.
De igual modo, la fotografía tuvo y tiene la idea de congelar un momento que, quisiéramos, durara por siempre. Atrapar la felicidad en una pantalla, en un papel, y que se inmortalice.
Esta intención narcisista aumenta exponencialmente cuando se trata de “selfies”. La autofoto, como ninguna otra, la concebimos desde el disfrute y con ese propósito la mostramos o la subimos a las redes sociales.
Tal vez por eso la mayor cantidad de selfies se sacan en vacaciones, fines de semana y momentos de distensión. Que se vea, que se note que la estamos pasando bien.
Hoy, sábado, arranca un nuevo fin de semana XL (con lunes optativo) y hemos convertido estos fines de semana largos en dudosas pruebas cuya pretensión es demostrar bonanza económica.
Tanto los seguidores del anterior gobierno, en su turno, como los del actual, han volcado en fotos y datos las caravanas que parten buscando aeropuertos, mares y playas, montañas y lagos, y sacan, como conclusión improvisada, que los argentinos estamos viviendo en un paraíso económico que contrasta con los pobres venezolanos, las balsas de refugiados entre África y Europa y, si nos apuran, con los laboriosos alemanes.
Lo que negamos con empecinada subjetividad es que aquellos viajes de otrora eran financiados por uno de los tantos dólares que convivieron generados por el gobierno anterior y fuimos pagando, en definitiva, todos los argentinos. Del mismo modo, los viajes del presente tienen el respaldo, se sostienen, en los créditos, la deuda externa, que aumenta día a día y que pagaremos, otra vez todos, en el futuro.
La Anses permitía ciegamente el turismo de antes, y el ministerio de finanzas abre la puerta a los viajes de hoy.
Por este motivo es que los funcionarios actuales no traen sus dineros del exterior. La plata que entra al país como deuda se va, viaja, y nuestros funcionarios, dejando sus bienes afuera, nos confiesan su incapacidad, su impotencia o su desconfianza en lo que hacen.
La euforia de los fines de semana largos nos lleva, también, a hacernos omitir los motivos reales del feriado, las causas históricas que convirtieron esos días en no laborables. En el olvido van quedando los cabildos, la casa de Tucumán, la celeste y blanca y el paso de Los Andes.
Este martes, le toca el turno al día del Trabajador, una fecha forjada en luchas, martirios y reivindicaciones. No está bueno dejar pasar este día como si nada. Más allá de no sentirse representados por algunos dirigentes sindicales, más allá de las tarifas a pagar en cuotas, más allá de que acompañemos a este gobierno (lo que no implica que vamos a decir que está bien lo que no está bien), más allá de la justicia y sus injusticias, de las leyes y sus trampas, más allá de la lista del mundial, más allá de todo, acá, ahora, el trabajo es el camino de la dignidad, aunque a veces no podamos sacarnos “selfies” que reflejen alegría.
*Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC) y secretario general de la Organización deTrabajadores Radicales (OTR Capital).