Cada día hay más Lázaros saltando felices por las calles. Uno mismo lo es. De ser posible darlos vuelta como se hace con un saco caerían de su interior recuerdos, otoños y pastillas. Sobre todo, pastillas. Hay quienes ya ni siguen los horarios mirando el reloj. Es al revés. Son las píldoras las que dan aviso que si son tres y juntas y en ayunas, son las 8. Y que si una blanca y otra verde van seguiditas del postre nocturno, ya son las 10. Día que pasa, pastilla que se agrega a la costumbre y desplaza al reloj.
Por el avance de la farmacopea hoy la vida dura el doble que antes. Por un lado, dato benéfico que celebra quien goza del plus vital y por el otro fuerte ataque de nervios de quien comercia con la salud. Es el progreso quien instaló esta paradoja. Para las prepagas no hay nada peor que un longevo. Sus directorios no ven con simpatía los avances de la medicina. Si continúa la tendencia de alargar el futuro de la gente, las prepagas deberán quebrar o armar estrategias para achicar la vida útil de los Lázaros.
En crudo y sin vueltas: para no “morir” de déficit, solo les queda la opción de recortar el presente de sus asociados. Según cardiólogo que asegura haber oído bien, en reunión cuyo piadoso tema era la sobrecarga antieconómica de Lázaros, un prepago deslizó un chiste fúnebre que puso a la asamblea fuera de la ley. Freud mediante quien quiso entender atrapó en el aire la insinuación a los cardiólogos a olvidar a Hipócrates y frenar el desmadre de longevos producido en su área. Mantener latiendo corazones averiados pone a las tesorerías de las prepagas en antesala de colapso. “O se infartan y kaput, o cerramos”. Tal el secreto grito de guerra de las prepagas que aun engrosando la cuota mensual no consiguen que sus pesados Lázaros mueran por ello.
Si no aparece pronto una rama de la medicina que se ocupe de acortar la vida de los ancianos resistentes, las prepagas se decidirán por contar con un servicio específico de sicarios: los asesinos de Lázaros. Tan espinoso asunto pide ya micrófonos ocultos y cámaras sorpresas. De ahora en más reunión que soliciten las prepagas a los médicos debe ser pública y con presencia de periodistas, auditores y Lázaros militantes. Que este trascendido sea tomado como asunto de la semana no es exabrupto ni salida de apuro. No es muy noticiable (por muy repetido) la información sobre el regreso de vacacional.
El calor está en lo suyo y ni el gobierno ni la oposición producen otra cosa que frases. Con excepción, justo es remarcar, del enésimo plan de canje CFK anunciado, esta vez para compra de pelopinchos, tostadoras y secadores de pelo.
Elegir el tema de la Semana 5 no fue fácil. El azar y un informante (que aún no puede creer lo que escuchó) dieron rápido y dramático relleno a esta columna. Y sobre el final del viernes, empastados entre los datos de la lotería y las confituras del tenis, se dieron a conocer los aumentos que sufrirán (este verbo es muy suave) los útiles escolares. Basta uno solo para mostrar la descomposición social en la que estamos. La goma de borrar aumentó el 52 por ciento. Se fue a 1,42.
¿Frases? Una de cierre: “Dos mafiosos se saludan” de Sofovich a Duhalde al encontrarlo en la playa. No le va ninguna goma. Es imborrable.
*Especial para Perfil.com.