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El karma de la banana

Avido jugador de TEG, miro los nuevos mapas como quien vuelve de la pausa del asado y relojea sus fichas. El TEG puede durar el día entero. Empieza con las brasas del mediodía y termina con la carne fría de la noche. El capitalismo globalizado, emperifollado de neoliberalismo, sale al rescate de EE.UU. y de sí mismo.

Rafaelspregelburd150
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Avido jugador de TEG, miro los nuevos mapas como quien vuelve de la pausa del asado y relojea sus fichas. El TEG puede durar el día entero. Empieza con las brasas del mediodía y termina con la carne fría de la noche. El capitalismo globalizado, emperifollado de neoliberalismo, sale al rescate de EE.UU. y de sí mismo. Se abre la cajita de la magia financiera, se compran y se venden cosas que no existen, y mientras aumenta la inflamable diferencia matemática global entre las cosas que hay y el valor de esas cosas, Europa se reagrupa y –como en el TEG– entrega a Islandia.
¿Cuánto tiempo podía durar la ilusión óptica? ¿No es acaso Islandia una isla pequeña, una gélida Cuba? ¿Y no se parece esto a la crisis crediticia argentina, a todas las crisis?
Los bancos deben 60 mil millones de dólares y su PBI es de 5 mil millones. Un euro vale 340 coronas; hace un mes valía 122. Islandia estatizó sus tres bancos, y ahora su deuda ¡es estatal! Y es 12 veces más grandes que su PBI. La crisis es producto de la aplicación a rajatabla del modelo angloamericano, que podrá no acabar con los EE.UU., pero sí con una isla en medio del Atlántico. El inflado sector bancario endeudado tuvo una expansión ficticia, financiada a fuerza de créditos durante 15 años. Porque Islandia, caray, no produce muchas cosas. Miro el tablero del TEG, donde se la representa deforme, lila y agrandada, y recuerdo otros datos geográficos dudosos: en el secundario me enseñaban que Islandia (mediante un sistema de riego subterráneo con agua de géiseres) produce bananas. En pleno polo. La corona se devalúa, nadie la compra, y los islandeses carecen de divisas para importar lo que necesitan, por ejemplo: comida. Sólo tienen bananas. Sus socios comerciales sólo venden con pago adelantado, pero a Islandia nadie les cambia sus papelitos de colores por euros o dólares, así que no son clientes. Y como no se portaron muy amigablemente con la ambigua Unión Europea, dudo que la ayuda –humanitaria, bancaria o simbólica– venga de allí. Habrá hambre; Islandia se enfrenta a su triste destino de república bananera. Pide ayuda a Rusia o al FMI. Pide créditos. Ojo, isla lila: son esas ayudas que el sistema puede dar para seguir siendo “el” sistema.
Ojalá pudiéramos ayudar. No sé cómo. El mapa del TEG es falso pero gráfico: Argentina está al sur de todo, mal comunicada, casi siempre en guerra con Uruguay, pero lejos, muy lejos, de la ahora pobre y sofisticada Islandia. ¿Podremos venderles experiencia, marginalidad, pensamientos de alteridad, consejos de viejos amigos? ¿Les aceptaríamos unas coronitas?