Es muy difícil imaginarse lo que la mayoría de los medios llaman (o llamarán) “el nuevo Boca del Coco Basile”. ¿Habrá nuevo? Por lo pronto, ayer desistió de adquirir el pase de Luciano Figueroa. Esa operación le costaba al club 1.500.000 dólares, pero los dirigentes decidieron no pagarlos. En otros tiempos y con el rendimiento aceptable que Lucho tuvo en algún momento, la cifra no hubiese sido un impedimento para que un delantero del nivel de Lucho se quedara. Pero ahora Boca está en crisis y hay que cuidar hasta el último peso.
La crisis –además– ayudará a depurar un plantel que tiene varios problemas internos. La transferencia de Fabián Vargas al Almería resuelve dos frentes. El económico, por lo dicho en el comienzo de la nota. Y el interno, ese que Boca tiene quebrado como un cristal hace ya un rato largo. En el club, se dice que una salida de Riquelme aliviaría las tensiones, pero Román no se va a ir. Boca hizo una gran inversión para traerlo, es ídolo del club y se confía en que la temporada que viene se ponga bien físicamente para hacer la diferencia que no pudo hacer en la actual. Además, sacarlo del plantel sería liberar a Martín Palermo de una interna que, sin dudas, minó las posibilidades del equipo en los dos torneos que dejó escapar en el primer semestre de 2009. Pero no será así. Basile quiere a los dos en el plantel para la segunda mitad del año. Entonces, hay que sacar a quienes suman a la interna. Vargas es el primero que parte. Cáceres y Viatri serán los próximos, casi seguramente. Hay una idea de que otros dos pesos pesados de la interna, Claudio Morel Rodríguez y Rodrigo Palacio, sean transferidos. Vargas, Morel y Palacio son “palermistas” y tienen muchos problemas con Riquelme. El colombiano ya se fue. Quedan los otros dos. Además de solucionar el vestuario, la salida de Morel Rodríguez y Palacio le daría oxígeno a la tesorería.
Además de respirar, Boca tiene otros asuntos que atender. Por ejemplo, armar un equipo para mejorar la actuación del Clausura. Porque, más allá de que haya que cuidar el mango, el equipo tiene que salir a la cancha y ganar. La gente lo pide cada domingo.
El jugador que Basile exigió es Federico Insúa. Hace bien. Quedó claro que si Riquelme no está, no es fácil tomar la posta si el entrenador repite esquema. Era el caso de Ischia y será, seguro, el de Basile. Ambos, con Román en el plantel, son de armar el 4-3-1-2 a rajatabla. Pero si pasa como en este semestre y Riquelme no puede cumplir con lo que se le exige –jugar, primero y, después, jugar y hacer la diferencia– se necesita un reemplazante. Esa presión hizo añicos la permanencia de Gracían. Basile tiene la esperanza de que Pocho sea el sucesor de Román con una eficiencia casi similar.
La potencial salida de Cáceres –aquel exabrupto contra Riquelme en una radio del Paraguay aún no cicatrizó– abre un hueco en el fondo. Por eso se habla mucho de las llegadas de Clemente Rodríguez y Fabián Monzón. Boca está tranquilo en cuanto a los centrales. Están Forlín, Roncaglia, Sauro, Muñoz… Son chicos, pero Ischia –en uno de sus mayores méritos– les dio minutos en Primera. Y demostraron estar a la altura. Clemente podría jugar hasta de “4”, debido a que el rendimiento del Negro Ibarra ya no es el de aquel lateral “brasileño” que llegó a Boca en el ’98 y que tuvo buenos pasos por el Porto y el Mónaco. Los años pasaron e Ibarra perdió velocidad, lógicamente. Clemente es un avión. Jugó muchísimo por la izquierda, pero es diestro. La banda zurda, la que dejaría vacante Morel Rodríguez, sería para el pibe Fabián Monzón. Krupoviesa quedará en el club, pero si llega Monzón el titular será el campeón olímpico.
El mayor interrogante, pese a todo, será la eficiencia de Alfio Basile para administrar un Boca en crisis, lejos de aquella prosperidad que le permitió armar excelentes planteles para ganar todo lo que jugó. Este Boca de hoy no es igual que aquel y las chances de enriquecer el cuadro con grandes figuras no existen.
Coco deberá sacarse de encima la tristeza que le significó su abrupta salida de la Selección. Boca es el mejor lugar para que recomponga su carrera de entrenador. Fue en el último sitio en donde la profesión que eligió lo hizo feliz.