COLUMNISTAS
la mirada DE ROBERTO GARCIA

El mensajero de la paz

Patética impresión: se suceden cortes, paros, tensión social, violencia implícita y, como respuesta, el Gobierno deriva a su responsable del tema, el ministro Florencio Randazzo, para que venda por TV las excelencias de una reforma electoral y el módico precio que los argentinos van a pagar por su nuevo documento de identidad.

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Patética impresión: se suceden cortes, paros, tensión social, violencia implícita y, como respuesta, el Gobierno deriva a su responsable del tema, el ministro Florencio Randazzo, para que venda por TV las excelencias de una reforma electoral y el módico precio que los argentinos van a pagar por su nuevo documento de identidad. O el ex presidente Nestor Kirchner, único tutor de la vida política en el país, entiende que la prioridad de su vida –y la de los otros– es volver a pilotear el Partido Justicialista, luego de que hace dos meses pensara lo contrario, como un párvulo casquivano del colegio secundario. Como si mirar hacia el Norte lo desligara de observar el incendio del Sur, como si él y su supértiste Randazzo se ocuparan sólo de cuestiones importantes y no de los padecimientos callejeros que padecen los ciudadanos. Un fenómeno de sorprendente evasión que no repara en los acampes con familias completas, en la interrupción diaria de avenidas o autopistas, en la suspensión de servicios vitales (el subte, los maestros), ni en la multiplicación y variedad de demandas exigidas por los quejosos: desde más dinero para salarios a cambios en el encuadramiento sindical, desde nuevas y más partidas para grupos sociales marginados por el Gobierno (a favor de otros) a reclamos por la expulsión de delegados de fábrica en alguna fábrica. Si uno tuviera humor y no sufriera el estorbo cotidiano de esta pérdida de tiempo, quizás resultara gracioso el caleidoscopio de protestas que invaden al país, casi una curiosidad turística imposible de registrar en otra parte del mundo.

Cerca de la revolución

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No debe ser cierto que la abundancia de colapsos callejeros determinen inevitablemente una situación prerrevolucionaria –secreta y conjunta ambición de los incautos veteranos de la derecha y la izquierda–, pero el agobiante clima revela un crescendo obvio y, al no encontrar límites esta expansión, se multiplica y prospera con mentalidad adolescente. Por lo tanto, después de cortar una docena de veces la 9 de Julio, ¿cuál es el próximo paso? Podría hablar Eduardo Duhalde al respecto: durante su gobierno no temía en mudarse de Olivos a Lomas de Zamora para evitar los escraches, la batahola sobre su dormitorio y, cuando finalmente quiso ensayar cierto orden, culminó con las muertes de Kostecki y Santillán. Y con la de él mismo, políticamente hablando. Si uno retrocede a otras experiencias peronistas, la de Isabelita por ejemplo, los antecedentes son aún más inquietantes. Nadie pide que se lea la Historia Universal, apenas la tradición oral del barrio.

Además de no explicar, disipar o contener, el Gobierno se paraliza por sus contradicciones y miedos: justo es que no pretenda ni un solo herido en su cuenta (por no hablar de situaciones más luctuosas), pero más de uno en su cercanía quizás admita que no disfruta de la autoridad necesaria para implementar ciertas órdenes, de que no se atreve a instruir por la eventualidad de que le desobedezcan. Evidencia: lo que no puede o se anima a ejercer frente al disturbio sindical o social (prefiere conceder cualquier tipo de reclamo), tambien se advierte en su actitud frente al plano delictual. ¿O acaso alguien puede pensar que la Policía aplicará más energía frente al desborde de ladrones o criminales cuando en esos cuerpos pagos reina el criterio de evitar comprometerse en acciones de dudoso final, porque serán por último ellos quienes paguen con la carrera o la prisión? Hasta quienes carecen de información reconocen –por no señalar los vaticinios de la pitonisa Elisa Carrió– que se avecinan picos de mayor gravedad para fin de año, que el tumulto crecerá con el calor del verano.

Se vienen los camiones

Casi una escapatoria parece el regreso de Kirchner al aparato del PJ esta semana, luego de haber enlodado referentes, sean gobernadores, ministros o intendentes por el último fracaso electoral. Con quienes, claro, volverá a convivir en dulce himeneo. Junto a Hugo Moyano, quien introducirá a Néstor en la sociedad peronista –ya cobró el peaje con la designación de su propio abogado en el APE– para que todos recuerden a quién se le debe tributo, aunque al ex mandatario a veces le repugne otorgarles ese tributo. Sea por esta actitud o porque cada uno juega su partido, Moyano prepara actos públicos y mantiene otros en secretos. Por la difusión, para diciembre, ensaya una convocatoria en Velez para celebrar el engrandecimiento sin límites del gremio camionero (avalado por un decreto de Fernando de la Rua, aunque ésa es otra historia) y, de paso, insistir con una postulación como posible gobernador bonaerense: deberá constituir más guardias de corps para obligar a que lo respalden libremente en los comicios, o tal vez suponga que la forzada facilidad para doblegar a los supermercados o a los distribuidores de Clarín es extensible a la voluntad del votante. No se sabe si, a su lado, en esa jornada lo acompañarán los Pérsico y los D’Elía, esas incorporaciones nuevas a la CGT moyanista que por el momento no puede exhibir ni siquiera en fotografías.

Los Kirchner conocen y avalan estas apariciones públicas. Disfrutan, inclusive, cuando Moyano hace chistes aviesos, como el que le endosa a Luis Barrionuevo, su rival en el movimiento obrero. Debido a que Barrionuevo sufrió la borocotización de uno de los suyos, de apellido Frutos, a éste ahora lo llaman “arándano” por el precio que le costó al dirigente gastronómico. Pero también hay otro mundo, más secreto y menos risueño, que preocupa al santacruceño. Tanto a él como a su mujer, al margen de las bromas, ¿les agrada que Moyano también irrumpa en sectores no aliados como la Iglesia, dialogue tres horas, se confiese y comulgue con el cardenal Jorge Bergoglio? Y si no cumplió con esos rituales religiosos en la reunión, aún es peor la noticia para el matrimonio por estos devaneos del camionero. ¿O no sabe él que en la Casa Rosada el jefe religioso de los católicos es considerado como el más endemoniado de sus adversarios? O, quizás, Bergoglio deba sospechar que Moyano se le presentó en la entrevista como enviado de la pareja, como un mensajero de paz y amor, un rol que no le sienta. Díficil saber los entresijos por la naturaleza reservada del encuentro, pero esos movimientos excitan el celo kirchnerista, implacable con los débiles que desprecia Dios. Como el secretario general de un gremio que habilitó, en su ingenuidad, un anfiteatro para que disertara Duhalde, ese mínimo gesto significó que Julio De Vido –el habitual ejecutor de Néstor para ciertos castigos– le negara el aumento ya concedido al sindicato, a menos, claro, que ese secretario general presentara su renuncia al cargo.

Algunos interrogantes

Le amargan a Néstor estas novedades de Moyano, justo en días cuando su dieta y cronología fisiológica parecieron algo alteradas, más complicación para un hombre de cuidados extremos para el funcionamiento orgánico: podrá salir de su casa sin limpiarse los dientes de porcelana marca Cechi, pero jamás sin cumplir con ciertas necesidades inherentes al cuerpo y a verificar en el baño. De esas traiciones menores tampoco hablará, igual que se prescinde del fenómeno callejero de protesta tan inflamado para los ciudadanos, más bien induce a que Randazzo distraiga con la reforma política, ese juguete rabioso que tal vez pueda morder al dueño. ¿Tiene garantías de que en el PJ competirán, para el bien de su negocio, media docena de candidatos? ¿Hay una póliza de dispersión, sea persuadida o paga, para que él emerja como candidato? Otras preguntas: ¿hay previsiones para que la obligatoriedad del sufragio no se vuelva en catarata contra sus intereses, de que los contingentes en tropel vayan a votar en su contra? O, lo más grave en términos institucionales para su mujer: si las internas ofrecen un resultado estrepitoso para el Gobierno, la fecha nunca puede estar lejos de la elección general, pues sus continuidad sería irrelevante. El peligro de este tipo de convocatoria es que, en rigor, en ocasiones pueden significar la verdadera elección presidencial. Por estas dudas, más de uno ha empezado a desconfiar del talento político de Néstor, aunque le admitan una iniciativa jamás igualada por otros contendientes. Pero esta cualidad no suple la improvisación en la cocina: finalmente, fue sólo Kirchner quien decidió el adelantamiento de las últimas elecciones, fue sólo él quien diseñó las candidaturas testimoniales, y esos portentos contribuyeron al fracaso oficial, permitieron el triunfo de Francisco de Narváez, un advenedizo ante el profesional, como se autocalifica Néstor, un empresario que a pesar de esa extraordinaria victoria hoy apenas si recluta un colaborador fiel a su lado, ingratitud típica pues gracias a colgarse de su nombre, ingresarán en diciembre con sueldo pago multitud de legisladores y ediles. Ese vacío y soledad hoy de De Narváez hacen aún más calamitosa la última performance de Kirchner.

No se arreda la pareja y ensaya esa doble línea de no olvidar ni perdonar a los enemigos (caso Clarín y otros medios o periodistas) y mostrar, como ejercicio, cierta apertura y pluralidad: sea por concederles oídos a economistas de otro cuño, allanarse al canje que juraba sepultar, fingir que el INDEC es otro por el llamado a un consejo asesor o el propio Néstor hace decir que en Diputados, cuando asuma, se dedicará a controlar una suerte de grupos asesores que colaboren con distintas áreas de gobierno. Es decir, que no sólo mandará en Economía y Política, sino también convocará a hombres para analizar otros ministerios. Como, en alguna medida, le susurraron que se hacía en tiempos de la renovación, cuando había equipos de apoyo y hasta de alternativa. En esta práctica desde el Congreso, se ufanan jóvenes de La Cámpora, Néstor instrumenta una política de izquierda con oriundos de la derecha (como le atribuían, al revés, a Jacobo Timerman, señalando que producía un diario de derecha como La Opinión con periodistas de izquierda). Y, si son imprescindibles las pruebas, enumeran los originarios de la UCeDé que alternan y se someten al matrimonio: Boudou, Etchegaray, Bosio (de alta vara en el Gobierno, hachero de figuritas como Deborah Gorgi, más altanero que ciertos kirchneristas), Durañona y Vedia hijo, también una colección de asistentes provenientes de la misma línea.

Sopapos finales

Otros no creen en esta variante, suponen que el temor financiero y la realidad de los números le demuestran a la pareja oficial que el camino de la estabilidad es la lógica de los mercados. Vaya uno a saber lo que piensa el dúo, ajeno a lo que ocurre en la calle porque se traslada en helicópteros, herido porque no la controlan con las instituciones ni con tanto dinero dilapidado en organizaciones sociales, provocando dudas, idas y vueltas y hasta conflictos en sectores que no encuentran su destino. Como los dos jerarcas empresarios que, en la puerta del Sheraton, la semana pasada, discutiendo sobre el daño de los Kirchner al país, sobre la utilidad de acompañar al Gobierno o no, pasaron de los agravios a los empellones, se cruzaron algún sopapo y, si no fuera por el árbitro pacífico que medió, Ignacio de Mendiguren, alguno de los dos habría caído al suelo más por el sopor y el infarto que por alguna trompada. Los nombres, preguntarle a De Mendiguren; es posible que lo niegue, del mismo modo que devaluará el episodio, como suele ser su costumbre.