La pandemia que estamos sufriendo ha actuado como una luz que transparenta las características del planeta en que vivimos. Este se muestra heterogéneo, con un asimétrico avance hacia la cultura digital que resulta de la hibridación de las nuevas prácticas mixturadas con lo que tradicionalmente hemos hecho.
¿En qué mundo vivimos?
1. Es un mundo irremediablemente globalizado, un pañuelo transparente y poroso. Se está dando el efecto mariposa: alguien estornudó en China y una epidemia se expande al mundo. Estamos conectados y todos somos responsables por lo que pasa en los diferentes rincones del planeta. Vivimos en sociedades en las que el orden está en permanente riesgo y la incertidumbre atraviesa la vida de todos. En un orden global que requiere de acuerdos de ese nivel para mitigar el riesgo, ¿a qué acuerdos deberíamos arribar? Un tema potente para poner a pensar a nuestros alumnos, apropiarnos de la inteligencia colectiva y hacer un aporte a la conformación de la ciudadanía global.
2.Las tecnologías de comunicación están modificando la condición de presencialidad en las prácticas laborales y sociales. Está claro que muchas de las actividades pueden ser realizadas remotamente y que esta situación ha dado impulso a una organización del tele-trabajo que cambia de forma radical la organización de la producción y de la vida de los trabajadores. Decimos cambia y no replica, porque para el caso de las escuelas es el momento de emanciparse de la regla presencial e inventar propuestas con la lógica virtual. Hagamos que nuestros alumnos, de cualquier edad, se interroguen sobre lo que están viviendo y que reflexionen sobre ello. Son una generación que vivirá una realidad en permanente cambio, ayudemos a que puedan entender y atravesar las transformaciones que les toca vivir.
3. Estamos entrando en un mundo de control algorítmico que suplanta el físico y presencial de los tiempos pasados. Asia está a la vanguardia en la implementación de una gubernamentalidad algorítmica que permite controlar a los individuos por sobre los desplazamientos territoriales. Occidente, por el contrario, sigue atada a la vigilancia de las fronteras. ¿Por qué es así? ¿Cuáles son las condiciones sociales, políticas, culturales y técnicas que están detrás de estas diferencias?
4. No hay linealidad en los procesos. Hay muchas variables que impactan sobre el fenómeno de la pandemia y las formas en que cada espacio social da respuesta al fenómeno de la epidemia. ¿Qué tienen que ver los liderazgos locales, la composición demográfica, las condiciones materiales? Es el momento de cambiar de anteojos y pasar de la mirada lineal a la compleja.
5. La pandemia confirma lo que la ciencia viene advirtiendo: es imperioso un cambio en nuestro estilo de vida para revertir el daño que estamos haciendo al planeta y que promete dejar sin hogar a quienes hoy están en edad escolar. La reducción de los gases de efecto invernadero en los tiempos de cuarentena forzosa nos permiten esperanzarnos, pero también nos conminan a comprometernos a pensar una solución viable para desactivar esta bomba de tiempo.
6. La crisis pandémica nos vuelve a dar una lección: el sálvense quien pueda tiene patas cortas. Los altos índices de desigualdad social que exhibe el mundo tienen costos para el conjunto social. Más tarde o más temprano la cristalización de la desigualdad golpea por igual a toda la sociedad.
7. El acceso a internet se ha revelado como un derecho. Es imperioso que aparezca en la agenda pública el desarrollo de la infraestructura necesaria para garantizar una conectividad plena.
Si el mundo se nos revela de este modo: ¿Qué educación deberíamos estar pensando para las nuevas generaciones?
*Investigadoras del Programa Educación, Conocimiento y Sociedad de Flacso Argentina.