COLUMNISTAS
POLITICOS y pertenencia

El narcoperonismo

default
default | Cedoc

Controlan “el territorio” desde hace cincuenta años. Reparten pasta base y “de la buena”, como dice Cristina. Veinte o treinta años más tarde, se ven las consecuencias: militantes quemados, muertos, en rehabilitación como Chacho Alvarez, distribuidores como Aníbal Fernández, o capos en las sombras como José Luis Manzano. Por una razón o por otra, aun sabiéndose muy enfermos, nunca la dejan. Y si se ven obligados, por muerte o porque de casualidad caen –María Julia, Pedraza–, dejan parientes o gente del palo con cargos y buenos salarios en el gobierno nacional, en las provincias, las intendencias y los sindicatos.

Verso para muchos, currito para un montón, choreo del grande para pocos. En los 70, herencia de los agitados 60, el vértigo no daba para pensar demasiado. Era “patria o muerte”. ¿A quién le ibas a preguntar de qué “patria” hablamos o “quién decide quién y por qué tiene que morir”? ¿Firmenich? ¿López Rega? ¿Esos nos van a “liberar”? Antes de discutir, había que “combatir”. Como se sabe, el peronismo siempre tiene un enemigo a la vista que impide mirar más allá y hacerse preguntas.

¿Cuál es la trampa, entonces? ¿Por qué enganchan? ¿Por qué, a pesar de que han controlado el poder durante 24 de los 30 años de democracia, y de lo que hicieron antes –Isabel, López Rega, Lastiri, la Triple A– o de lo que hicieron después –Menem, Duhalde Néstor– o de lo que hacen ahora –Cristina, Boudou, Báez, Guillermo Moreno–, de la miseria estructural, de la desnutrición, del clientelismo desalmado, de los gobiernos feudales, de la violencia que provocan, de los “pagadiós”, de los desastres cíclicos de los que nunca se hacen cargo y acusan siempre a otro, por qué entonces continúan abrochando consumidores, sin dejarles más opciones que elegir entre uno de ellos, uno de los que seguramente terminará violando de uno en fondo a todos los que confiaron en él?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Menem o Duhalde, Menem o Néstor, y ahora Scioli o Massa. Scioli fue menemista, duhaldista, nestorista y cristinista. Hace quince años que ocupa puestos importantes de poder. ¿Alguien recuerda algo, algún proyecto de ley, alguna acción, alguna idea, alguna declaración que haya contribuido a cambiar algo de fondo? ¿Alguien ve cómo está la provincia que él gobierna? ¿Alguien recuerda que mintieron hasta con los muertos de las inundaciones? Massa conseguía  en la UCeDé y desde ahí llegó a ser jefe de Gabinete del gobierno del que ahora intenta despegarse. Una actitud típicamente peronista: negar el pasado o reescribirlo para que el culpable resulte otro.

El peronismo es el faso, la cocaína, la “revolución” que suspende el tiempo y nos relaja, nos hace reír, nos regresa por un instante a ese país ideal donde nada duele. El que está adentro te ofrece, te dice: “Probá, zafá, después vemos”. De afuera, de abajo, se ve una realidad que se degrada. Que se abandona en villas eternas, que no alimenta bien a sus hijos, que no respeta, que se brota de furia, que se mata entre sí por un poco de paco o por el control del tráfico.

El narcoperonismo vende verso, humo negro, veneno. Mandaron a la muerte a miles de pibes en los 70. Se fuman la ilusión. Matan las esperanzas de generaciones enteras. Viven de hacerlas clientes, dependientes. No hay cura para eso. La única que queda es reconocer la enfermedad, pensar y pedir ayuda a los que están en tratamiento, a los que admiten su adicción en el pasado y a los que hasta ahora se ven libres de ellos.

Ir cada día adonde se reúnen los “ciudadanos anónimos”, ponerse de pie y contar la verdadera historia, la tuya, la que viviste, la que nadie te puede reescribir. Se trata de dar testimonio, como ante la Justicia. Jurando decir la verdad, mirando a los ojos: “Están gastando fortunas en periodistas, en medios, en fútbol, en propaganda, pero hay que resistir todo, los discursos en cadena, los actos que montan tipos como D’Elía, todo. Desde que Menem dictó los indultos, en 1990, que no consumo, no les doy de comer, y hoy sumo un día más. Hoy tampoco les creo, ni los voto”.

*Periodista.