Estudiantes le ganó 1 a 0 a Nacional de Montevideo, pero estuvo claramente por debajo de lo que puede. Seguramente, la lesión de Juan Sebastián Verón que lo alejó del partido –primero, con presencia; después, cuando se quedó en el vestuario en el entretiempo por un amolestia en uno de sus gemelos– hizo que el juego Pincharrata pasara por las piernas inadecuadas. Estudiantes se la tiene que dar a Verón, pero se la dio a Rodrigo Braña. El Chapu está para otra cosa. Verón se lesionó, la tocó poco y el equipo sufrió.
Para colmo, Mauro Boselli debe ser el delantero que más goles yerra en el fútbol argentino y la Gata Fernández no es, justamente, un canto a la regularidad. Nacional es un equipo respetable, ordenado, duro. Y allí fue donde a Estudiantes se le trabó el partido. Pudo haber metido más goles, pudo haber ganado por una amplitud numérica que le permitiera ir a Montevideo más relajado. Pero no pudo ser. Igual, ganó y no le hicieron goles. Son dos detalles esenciales a la hora del recuento final.
Estudiantes es un equipo confiable, esto ya lo dijimos. Pero se puede encontrar con partidos como el del jueves. Puede pasarle que no tenga alternativa ante una salida de Verón. Sabella pensó en Leandro Benítez, pero no está para eso. Tiene buena técnica, una pegada privilegiada, pero no tiene el talento para “ver” el juego que tiene La Brujita. Un dato clave es la jugada previa al gol de Galván. Verón hizo rápido un tiro libre. Pero no sólo lo hizo rápido. Hizo un pase de cuarenta metros sin recorrido de la pìerna y se la puso en el pecho a Benítez en la derecha. Los volantes de los costados habían cambiado de lugar. Benítez hizo un centro, el arquero Muñoz se durmió y Galván –muy cuestionado por la gente, reemplazante circunstancial de Eros Pérez– metió una palomita clara y sencilla que dejó la pelota en la red. Iban 14 minutos del primer tiempo. Estudiantes coronaba con ese gol su mejor momento. Había generado situaciones claras y esta del gol, fue la consecuencia lógica del dominio, de un andar que es el que Estudiantes debe tener. Con mayor continuidad en ese rendimiento, está para pegar el salto a la final. Nacional no tuvo manera de contenerlo.
El problema fue la lesión de Verón. Porque eso lo detuvo, hizo que regulara y ni siquiera Sebastián puede jugar regulando una semifinal de Copa Libertadores. Lo hizo y Estudiantes lo pagó. El Colorado Ré y Cellay empezaron a padecer las apariciones de Nicolás Lodeiro (por izquierda) y, sobre todo, de Alvaro Fernández (por derecha). La pelota la manejó Nacional durante un largísimo lapso. El Bolso tiene a Matías Rodríguez como figura sobresaliente. Es un jugador con mucho criterio, pero, por sobre todas las cosas, es quien se encarga de levantar al equipo de Gerardo Pelusso cuando el juego le es absolutamente desfavorable.
En el Centenario la historia será diferente. Por ejemplo, allí será titular Federico Domínguez, que tiene menos marca pero más presencia en campo rival. Posiblemente, también se gane un lugar Matute Morales, aunque no venga siendo titular. Nacional sabe que el resultado es perfectamente reversible. O sea, lo sabe porque en La Plata sólo cayó 0-1. Pero necesita algo más que matemática para alcanzar el juego de un buen Estudiantes.
Sabella deberá cambiar arriba. Debe pensar en poner al uruguayo Juan Manuel Salgueiro en lugar de la Gata o de Boselli. Otra noche de intrascendencia del ex River o de pésimas definiciones del ex Boca puede costarle la clasificación. En Montevideo, Estudiantes no contará con la cantidad de ocasiones de gol que tuvo en el encuentro de ida. Tendrá una, dos o, acaso, tres. Debe meter al menos una. El Boselli de ayer le acertó al arquero dos veces mano a mano. Y la Gata Fernández ni siquiera eso. Es Salgueiro y otro, que podría ser Boselli. Cuando Sabella se había decidido a poner a Salgueiro, la lesión de Cellay lo obligó a cambiar los planes. Pero es indispensable que el Pincha mejore adelante, donde se definen los partidos.
La duda de Verón es la duda de cómo Estudiantes afrontará el partido. Sin la Brujita, deberá armar dos líneas de cuatro apretadas, aguantar el chubasco de los primeros quince o veinte minutos de partido e ir saliendo de a poco del encierro. No es difícil llegarle a Nacional. En el 0-0 con Palmeiras que lo catapultó en las semifinales, intentó cuidar el resultado –juntó más gente atrás de la que tendrá ante Estudiantes– y los paulistas le llegaron mucho. Incluso, casi le ganan en el último minuto por un error del arquero Muñoz.
En suma, este Nacional parece un equipo bastante vulnerable y Estudiantes, hoy por hoy el mejor equipo argentino, está a la altura de grandes desafíos. Pero no deberá descuidarse. El mítico Estadio Centenario es un lugar de muchas hazañas uruguayas y Nacional se anotó unas cuantas de ellas. Los tiempos cambiaron, los apellidos también, pero los colores y la historia se mantiene firme y viva.
Pero Estudiantes mantiene la línea. Y sólo con no apartarse de ella, tendrá asegurado el pasaje a la final.