Concluye 2018 y parece la hora de los balances. En esta columna, la intención es revisar qué pasó durante el año en relación con la prensa y los periodistas en la Argentina y en el mundo, sin entrar en cuestiones económicas ni en la crisis que afecta a no pocos medios en el país, temas que nos han ocupado en los últimos meses, en algunos casos con pormenorizados análisis de los que PERFIL no estuvo ausente.
Lo que este ombudsman propondrá a los lectores del diario es un paseo por la situación de la libertad de prensa y los peligros para la vida y la seguridad de quienes ejercen este oficio. Un reciente informe de la organización Reporteros sin Fronteras (fundada en 1985), trabaja “en favor de la libertad, la independencia y el pluralismo del periodismo a escala internacional”, tiene su sede en París, oficinas en 13 puntos del mundo y corresponsales en 130 países), dio a conocer su balance hasta noviembre pasado. Vayamos por partes:
◆ En cuanto a libertad de prensa, Argentina cayó dos lugares en un ranking que ya tenía a nuestro país lejos de los líderes en la materia (encabeza Noruega por segundo año consecutivo): para los investigadores de RSF, es el puesto 52, por detrás de Senegal y Tonga. Para quienes creen que hay mayor libertad de expresión en países líderes del mundo, vale señalar que Estados Unidos está en el puesto 45 y Gran Bretaña en el 40. Al explicar la metodología que aplica para su informe anual, RSF puntualiza: “Nuestra organización elabora un cuestionario que es respondido por expertos. El grado de libertad del que gozan los periodistas en los 180 países se determina con base en estas respuestas. A este análisis cualitativo se suma un registro cuantitativo de los actos de violencia cometidos contra periodistas en el período tomado en cuenta. Los temas abordados en el cuestionario son: el pluralismo, la independencia de los medios de comunicación, el ambiente en el que los periodistas llevan a cabo su trabajo y la autocensura, el marco legal, la transparencia y la calidad de la infraestructura con que se cuenta para producir la información”.
◆ No se registran casos de muertes de periodistas en nuestro país. En el mundo, 80 profesionales, periodistas ciudadanos (aquellos que sin ser profesionales aportan buena información a la audiencia) y colaboradores perdieron la vida por causas relacionadas con el oficio. Los casos más resonantes de 63 periodistas asesinados son los del árabe saudita Jamal Khashoggi, ocurrido en el consulado de su país en Estambul, y el eslovaco Ján Kuciak, quien investigaba negociados en su país. Afganistán (15 casos) y Siria (11) son los países con mayor número de muertes violentas por el ejercicio de la profesión.
◆ Este año, la detención del fotógrafo Roque Azcurraire, que cubría incidentes en Buenos Aires, fue relevada por el informe anual de RSF, organización que ya había hecho denuncias por robos y ataques en 2016 contra revistas alternativas (Anfibia y Cosecha Roja) y contra las oficinas del diario Tiempo Argentino.
◆ Se destaca –por fuera del informe de RSF– la permanente preocupación por la seguridad de periodistas que actúan en relación con los casos de crimen organizado en la Argentina, particularmente el narcotráfico con eje en villas del área metropolitana porteña y –con mayor incidencia– en Rosario y el Gran Rosario. Allí ha habido casos concretos de “aprietes” a hombres y mujeres de prensa en años anteriores, pero parecen haber disminuido en 2018. La estadística no es, de todos modos, precisa.
Por cierto, esta relación de hechos y registros demuestra que el ejercicio de esta profesión no transcurre sobre un camino alfombrado con rosas. Es de esperar que 2019 muestre mejoras en los números, aunque no parece un panorama futuro muy cercano a ello.
Para los lectores que quieran ampliar información sobre este punto, vean http://bit.ly/rsf-balance-2018 y http://bit.ly/rsf-ranking-2018.