En el arranque del octavo mes de gestión, Cambiemos intenta relanzar la comunicación que le da razón de ser. Lo que los define. Lo que se plantean como objetivo de gobierno, mucho más allá del simple, vago pero acaso efectivo, “queremos que vivas cada día un poco mejor”.
Está dicho que el arquitecto de qué se dice y cómo se dice, en las líneas generales, es el asesor todoterreno Jaime Duran Barba. El ecuatoriano es tan provocador como rupturista, dos ejercicios que disfruta.
Provoca de muchas maneras, no sólo haciendo algún tipo de elogio al personaje Hitler o criticando al personaje Bergoglio. Ni hablar de cuando descalifica a los propios (como hizo alguna vez con Michetti) o rescata aspectos de los rivales (como hace con Cristina).
Muchos periodistas que criticamos al Gobierno o ciertas actitudes del Presidente solemos caer bajo la lupa fulminante de Duran Barba. Con respeto, cree que somos parte de su detestado “círculo rojo”, que pensamos y analizamos la política desde espacios arcaicos, según su criterio.
Allí surge su esencia rupturista. Dice descreer de las viejas formas de hacer, pensar y comunicar la política. Y que el secreto de su éxito es justo ese. Ello incluye, obviamente, apelar a las redes sociales y a las nuevas tecnologías para la transmisión de los mensajes oficiales. Y ponerles edulcorante a los discursos épicos para apelar a mensajes más llanos, accesibles y fáciles de entender para el común de los mortales.
Los lectores de PERFIL tienen el particular privilegio de acceder usualmente todos los fines de semana al pensamiento de Duran Barba, a través de las columnas que se publican en nuestra sección de Ideas. La edición de hoy (ver página 43) no es la excepción.
En otras oportunidades ya he explicado que habíamos decidido zanjar los cuestionamientos del ombudsman del diario, Julio Petrarca, respecto de que Duran Barba debía ser calificado como asesor del Gobierno para clarificar al lector desde dónde escribe. Su respuesta también fue una provocación: él escribe lo que piensa, no en función de para quién trabaja.
Padre del relato M, Duran Barba sostiene su gran influencia en el Gobierno de la mano de estudios que demostrarían que Macri mantiene altos índices de confianza pese a la crisis y el ajuste. Como nuestra sociedad tal vez no sea tan rupturista como él y tiene una historia muy volátil, no debería confiarse.